En la naturaleza son muchos los animales que se coordinan para, por ejemplo, atacar a un enemigo común o emigrar a otras zonas más cálidas cuando llega el frío. Y en un ámbito más íntimo, muchas especies de aves o primates realizan un cortejo a base de cantos donde la sincronización de esos cantos les confirma que han encontrado a su “media naranja”… Ahora se ha confirmado que los humanos no somos ajenos a esta sincronización amorosa.
La psicóloga Trisha Stratford, en base al seguimiento de las parejas que acudían a psicoterapia con ella, registró durante sus entrevistas el cerebro y el latido del corazón de ambos. Y los resultados fueron sorprendentes: las parejas se sincronizaban a la perfección. Pero lo hacían de una manera que iba más allá del simple afecto.
No es sólo que una persona termine la frase de su pareja o que sepa lo que está pensando sin necesidad de hablar. Es que la intensidad de los sentimientos que los unen va a depender de esa sincronización, que es visible en cada aspecto de su vida en común.
Por ejemplo, cuando caminan por la calle y sus pasos acaban coincidiendo, pero también desde un punto de vista interno, cuando los cerebros de los dos integrantes de la pareja comienzan a trabajar de manera sincronizada, creando un estado en el que las partes del cerebro que controlan el sistema nervioso operan al mismo tiempo.
Y ocurre lo mismo con la respiración, los latidos del corazón, o con los patrones de sueño, que acaban sincronizándose de manera perfecta entre las personas que duermen juntas.
El resultado es una especie de “sexto sentido” que permite que dos personas enamoradas estén psicológicamente alineadas y completamente conectadas, tanto desde un punto de vista emocional como biológico.
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