El grupo argentino de humor y música lleva medio siglo sobre los escenarios
Buenos Aires
Todo empezó con Laxatón, una cantata elaborada sobre el prospecto de un laxante. 50 años después, ese grupito de amigos que es Les Luthiers les han ganado el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades a “algunos monstruitos como Martin Scorsese” dice Marcos Mundstock, tras saber, casi en la madrugada de Buenos Aires, que recibirán el galardón, para el que habían sido nominados varias veces, de entre 28 candidatos como el cineasta. El grupo lleva 50 años en los escenarios. “Quedamos nosotros y los Rolling Stones. Pero nosotros lo hicimos sin agregados químicos”, se ríen en las entrevistas, un lujo para cualquier periodista. Porque Les Luthiers no solo hacen reír a los demás. Ellos mismos se hacen mucha gracia. Viven creando chistes, que prueban después con el público y si no funcionan retiran rápidamente hasta perfeccionar un espectáculo que es una carcajada continua. Ventajas de llevar 50 años puliéndolo en el escenario. Se cumplen precisamente este 4 de septiembre. Y no paran.
Ahora mismo tienen una gira en Rosario con su show Gran Reserva, una antología. La semana que viene lo llevarán a Buenos Aires. Después, en septiembre, volverán de gira a España, como todos los años. “En realidad, la gente no se acuerda de los chistes viejos, se ríe de nuevo cada vez”, se sorprende Jorge Maronna, otro de los cinco fundadores. “A veces nosotros tampoco nos acordamos, tenemos una edad”, bromea. “Estamos felices con el premio, aturdidos. Nos llega en un momento ideal del grupo, estamos con muchas ganas y mucho público. Desde hace unos años hay muchos jóvenes en la platea, se ha renovado. Lo peor es que no esté Daniel con nosotros para celebrarlo”, dice mientras cambia el tono de voz.
Daniel es Rabinovich, Neneco, fallecido en 2015. Un golpe duro que el grupo consiguió superar. Él mismo les pidió que siguieran tras su muerte y lo han cumplido. Juntos después de 50 años. “Hicimos 17 años de terapia, bien argentinos, porque no nos queríamos separar. Todos los grupos rompen, nosotros logramos seguir. El psicoanálisis nos ayudó mucho. Ahora cumplimos las bodas de oro. Si llegamos a los 100 como sería, ¿bodas de plutonio radiactivo?", bromea Carlos Núñez Cortés.
“UN REFERENTE DE LIBERTAD”
El jurado del premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades destacó ayer que Les Luthiers “es uno de los principales comunicadores de la cultura iberoamericana desde la creación artística y el humor”. Según recordó el presidente del jurado, Víctor García de la Concha, el grupo ha atraído a “cientos de miles de espectadores de todas las generaciones”, en España, Latinoamérica e incluso Estados Unidos e Israel, y con sus actuaciones se ha erigido en “un espejo crítico y en un referente de libertad en la sociedad contemporánea”.
Cuando empezaron, en 1965, con la cantata Laxatón, eran un grupo de estudiantes de medicina, química, derecho, ingeniería, que se divertían en un coro universitario. Ninguno podía imaginar que vivirían toda la vida de eso y serían estrellas mundiales. Ya entonces tocaban el Laxatón con instrumentos inventados por ellos. Pero no era más que una broma para divertir al público de un concurso de coros. Gustó tanto que empezaron a llevarla por los teatros. Y ya nunca pararon, ni siquiera cuando sufrieron la muerte de Gerardo Masana, el primer líder.
Todos hablan ahora de una trayectoria en pleno apogeo. "Yo tengo 70 años y me siento muy joven, esto no es un premio a unos viejos que terminaron su carrera, es un espaldarazo para seguir. No somos ancianitos viviendo del recuerdo", cuenta Carlos López Puccio, el de los pelos blancos alocados. "Todo esto empezó casualmente, nunca pensamos que llegaríamos a tanto. Siempre crecimos más de lo que habríamos esperado. En el premio hay un reconocimiento a 50 años de carrera pero también al puente que tendemos en Hispanoamérica a través del español, lo usamos y le ponemos ingenio. También es un premio al humor aunque nosotros somos un híbrido, hacemos humor, música, teatro, mimo. Lo que me da un poco de vergüenza es haberle ganado a Scorsese. Yo si hubiera sido jurado le votaba a él", remata.
EL HUMOR DE ‘LES LUTHIERS’ EN 25 FRASES
Los cómicos, recién galardonados con el Princesa de Asturias, llevan desde los sesenta sobre los escenarios.
También tiene un recuerdo para Rabinovich. "Llevamos muchos años nominados, y Neneco tenía muchísimas ganas de que nos lo dieran. Es doloroso que no esté, se lo merecía. Pero estamos muy contentos. Ahora voy a pasearme por las calles con la frente bien alta diciendo yo recibí el Príncipe de Asturias y sigo trabajando. Todos tenemos nuestros ahorros, podríamos retirarnos, pero nos hace felices estar en el escenario. Damos alegría noble por un módico precio".
Todos están muy impactados por el premio. "Esto es una vez en la vida, y este tardó mucho, 50 años, ahora podemos confesar que lo soñábamos. Sobre todo viniendo de España. Hace 50 años todos estudiábamos, teníamos proyectos. Les Luthiers fue desplazando todos los otros sueños y planes. Es nuestra vida. Estamos muy orgullosos, me parece maravilloso eleva al humor a esta categoría. Es un nutriente, algo necesario. Los humanos somos monos que ríen. Tenemos un premio que le dieron a Woody Allen y en Argentina a Quino, a Alfonsín, a Baremboin", se emociona Carlos Núñez Cortés. Todos reivindican que hacen humor "con altura", elegante, inteligente, nunca zafio, con el añadido de la música que tanto cuidan.
Les Luthiers ya son universales, pero no pueden ser más argentinos, un país que, como todos, aman y sufren. "Argentina es muy contradictoria. Nosotros hemos sido embajadores de la parte buena, que además de las catástrofes que todos conocen tiene estas puntas", dice López Puccio. "Representamos una Argentina que es la de nuestros comienzos, en los 60, cuando era un país un poco más normal, con una universidad muy sólida en la que nos conocimos. Todo empezó literalmente como una broma. Solo queríamos divertir a los otros estudiantes. No parecía tener mucho futuro. Pero aquí estamos. Seguimos igual. No queremos cambiar el mundo, solo que la gente se divierta", concluye Maronna. 50 años después, los teatros están más llenos que nunca con las nuevas generaciones que no quieren perderse a Les Luthiers.
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