Estas son las conclusiones del estudio publicado este lunes en la revista Nature Medicine por los investigadores de la Universidad de Bonn Andras Bilkei-Gorzo y Andreas Zimmer.
Los resultados arrojan además que, por el contrario, el mismo tratamiento con esta droga, que tiene un gran potencial adictivo, afectaría negativamente al comportamiento, la memoria y el rendimiento durante el aprendizaje en los roedores jóvenes.
La clave de este efecto, positivo durante el envejecimiento y negativo en etapas más tempranas de la vida, radicaría en la propia composición del THC vegetal y su analogía con determinadas sustancias que regulan el sistema inmune del cerebro de manera natural, como los endocannabinoides, con quienes el THC interactuaría al consumir cannabis en la vejez.
Aunque aún es muy pronto para determinar si se puede llevar esta investigación a la clínica humana, el uso de cannabinoides para tratar afecciones neurológicas como la epilepsia conforma ya un área de investigación activa. A estas aplicaciones se sumarían ahora, el papel del THC en el rejuvenecimiento cerebral y el tratamiento de enfermedades como el Alzheimer.
“Varios estudios sugieren que la actividad del sistema cannabinoide protege contra el envejecimiento cerebral. Es importante destacar que esta actividad disminuye durante el envejecimiento, por lo tanto, en los ancianos, el THC normaliza la señalización cannabinoide”, ha explicado en declaraciones a EL MUNDO el investigador Bilkei-Gorzo.
Por otro lado, “si tuvieramos un estudio clínico para saber si el tratamiento con THC ‘rejuvenece’ el cerebro de las personas mayores de la misma forma como ocurre en ratones”, ha afirmado Bilkei-Gorzo, “la probabilidad de contraer una enfermedad como la del Alzheimer se podría reducir en los pacientes que reciban un tratamiento con THC o cannabis.”
Un sistema de defensa cerebral
Los mecanismos biológicos que producen el envejecimiento son en gran parte desconocidos y constituyen una de las últimas fronteras de las neurociencias. Las enfermedades neurodegenerativas y el deterioro del cerebro durante esta etapa de la vida conllevan una pérdida de la memoria o un declive en la capacidad de atención y del razonamiento.
La velocidad con la que nos hacemos mayores depende del equilibrio entre los factores que favorecen el efecto del tiempo (errores en el funcionamiento del organismo, mutaciones, acúmulo de sustancias tóxicas, o muerte celular) y un sistema de protección antienvejecimiento que lo retrasa.
En 2011, el equipo de científicos ahora dirigido por Andreas Zimmer, investigador del Insituto de Psiquiatría Molecular de la Universidad de Bonn, descubrió que este mecanismo de defensa que actúa en el cerebro está controlado por el Sistema Endocannabinoide (ECS, de sus siglas en inglés).
El sistema ECS abarca un conjunto de moléculas llamadas receptores que median la comunicación entre las células en el sistema nervioso. El ECS se comporta como un director del sistema inmune nervioso, activándolo y coordinando el grado de respuesta que debe ejecutarse.
En el cerebro, este sistema inmune está compuesto por diferentes tipos de células que inspeccionan continuamente el ambiente en el que viven las neuronas. Las denominadas células de la microglía y unas células con forma de estrella que se llaman astrocitos asisten, reparan y barren las sustancias nocivas que podrían dañar a las neuronas y que se adquieren durante el envejecimiento.
Ante un estímulo perjudicial, la presencia de una sustancia patógena, o una lesión en el cerebro, se desencadena una alerta que activa a la microglía y a los astrocitos para que se pongan en funcionamiento y reparen los daños.
Con la edad, el funcionamiento del sistema ECS puede verse alterado y estimular, de forma anómala, la respuesta inmune de la microglía y de los astrocitos. La consecuencia es una pérdida de neuronas y una inflamación de una parte del cerebro que está relacionada con la memoria, el hipocampo. Los síntomas son claros: déficit en la capacidad de aprendizaje, de adaptarse a nuevas situaciones, y por supuesto, pérdida de memoria.
Los receptores ECS son además los que se van a encargar de modular el efecto de sustancias psicotrópicas como el Tetrahidrocannabinol (THC), que está presente en la planta del cannabis.
El equipo de investigación de Zimmer y Bilkei-Gorzo ha descubierto ahora que esta droga restaura la función cognitiva en ratones viejos, devolviendo el hipocampo a un estado similar al observado en animales jóvenes. Quedaría por determinar si este modelo es extrapolable al ser humano y otras especies.
“Hay una diferencia muy pequeña en la distribución y actividad del sistema cannabinoide de los distintos mamíferos. Tan solo la densidad de los receptores cannabinoides dentro de las áreas cerebrales muestra cierta variabilidad”, ha concluído Bilkei-Gorzo.
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