La nueva Letizia sonríe, parece feliz y tiene muestras de cariño con el príncipe. Después de que el caso Nóos hiriera de gravedad a la Corona, varias han sido las víctimas colaterales de un “martirio” -así lo ha descrito Casa Real-  en el que la imagen y la percepción social son el principal medidor con el que cuentan los asesores reales. El actual momento de la monarquía ha afectado de lleno a la princesa de Asturias, que ya no hace caso omiso de los informes que confirman su menor popularidad con respecto a otros miembros de la Familia Real, como ha hecho en anteriores ocasiones. Ahora parece haberse tomado en serio la asignatura pendiente de caer en gracia a muchos españoles.
Muchos ven tras este súbito empujón a su imagen pública, eternamente tachada de rígida o incluso antipática, un estudiado asesoramiento. Según las responsables de la agencia ‘Tu Asesor de Imagen’, Sara Lago y Ana Iriberri, hacía tiempo que no se veía a esta Letizia, que  les recuerda “mucho más a la Princesa de sus primeras apariciones y a la que ya muchos empezaban a echar de menos”. Las asesoras de imagen hacen hincapié en la sonrisa de la princesa de Asturias fundamental para esa transición desde su posición de “presentadora de informativo, en la que se veía lógicamente obligada a mantener una postura distante y neutral, para ir convirtiéndose en esa persona más cercana con la gente, dotándola de ese aire de proximidad que hasta ahora era probablemente su asignatura pendiente”.
La seriedad de la princesa, ya es historia (I. C)Esa asignatura pendiente ha sido consecuencia directa de muchos de sus actos. La precipitada marcha de la princesa de Palma de Mallorca en agosto, dejando en la isla al príncipe Felipe y a las infantas Leonor y Sofía, se ha convertido en un error que ha provocado que sus asesores tracen una nuevahoja de ruta para que nuestra princesa recupere algo que perdió allá donde la memoria ya no alcanza: la popularidad. Así, y escuchadas todas las críticas que surgieron de su viaje a Madrid y los rumores que apuntaban a una crisis en el matrimonio, la princesa ha cambiado de estrategia. 
Adiós a esa imagen hierática
La princesa de Asturias apenas se ha caracterizado por su expresión amable y cercana. Fría y distante en los actos oficiales más solemnes, como la Fiesta Nacional o la Pascua Militar, no suele mostrar sus emociones con la misma facilidad que otras princesas y consortes. De hecho, de ella sólo se recuerdansus lágrimas cuando un niño aquejado de neurofibrosmatosis le lanzó un beso a la “princesita Letizia” que presidía un acto durante el Día Mundial de las Enfermedades Raras.
Sin apenas frescura en su rostro, debido a su obsesión por los retoques estéticos, sus asesores parece que le han recomendado ser más natural. Así, y desde su traspié estival, la princesa ha reaparecido en sus últimos actos con una sonrisa que creíamos olvidada. Para las asesoras de ‘Tu asesor de imagen’, una sonrisa es “la forma más sencilla y eficaz de establecer un vínculo de empatía con otra persona”, ya que establece un vínculo inmediato y visual con la otra persona. A Eleanor Roosevelt, la mujer del presidente Franklin Delano Rossevelt, que tenía un rictus serio por las comisuras de sus labios, los asesores le recomendaron sonreír más. A partir de entonces, el pueblo americano la aceptó y se convirtió en una de las Primeras Damas más admiradas de la política norteamericana. El mismo consejo parece haber seguido la princesa Letizia que, además, da muestras de afecto público.
De hecho, sorprendió su imagen cercana y muy sonriente -saludó efusivamente, incluso- durante su estancia en Buenos Aires, a cuentas de la candidatura olímpica que se jugaba Madrid de cara a 2020. Con un vestido azul marino de pedrería durante la ceremonia inaugural del COI, la princesa parecía que estaba encantada de estar allí: la maquinaria ya se había puesto en marcha.
A pesar de que fue la última en llegar, Casa Real se encargó de que ambos mostraran durante sus primeras horas juntos en la capital argentina una imagen de unión y estabilidad. Así, y mediante la Agencia EFE, distribuyó dos fotografías que ratificaban su estabilidad matrimonial. Cogidos de la mano y vestidos con ropa informal, Zarzuela negó a Vanitatis que ellos hubieran filtrado esas instantáneas a los medios. “Casa Real nos ha rebotado estas imágenes de los príncipes en Buenos Aires y nosotros las hemos colgado”, reconocía a este portal el departamento gráfico de EFE, desmontando los argumentos de palacio.
Días después, el 16 de septiembre, y durante los Premios Nacionales de Innovación y Diseño, y el 19, en un acto de la Asociación Española contra el cáncer, Letizia volvía a hacer gala de esa frescura que parece no haber dejado olvidada en Argentina.
Objetivo: la operación de don Juan Carlos
De cara a la operación del Rey, la estrategia se ha hecho más evidente.El día de la intervención, este martes 24, los príncipes de Asturias decidieronaparcar su coche a una veintena de metros de la puerta de la Clínica Quirón para llegar andando y saludando a la prensa hasta la puerta principal, acompañados del jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno.
A la salida, los príncipes estuvieron acompañados por la Reina y la infanta Elena ofreciendo, así, una imagen de unidad que tiene un trasfondo casi imperceptible en las imágenes: Letizia se mantiene en todo momento en un segundo plano, siempre detrás, no sólo de su marido, sino también de su suegra y de su cuñada. De hecho, consciente de la postal familiar única que estaba mostrando ante la prensa, doña Sofía se dio la vuelta e hizo avanzar a la Princesa para que se uniera a ellos. Un gesto que evidencia, aún más, el relevo generacional del que ella será una de las protagonistas.
A pesar de tener un acto programado para el día siguiente con varios jóvenes participantes del proyecto internacional para la juventud ‘My Europe’, en el que volvió a mostrar su nuevo carácter, la princesa acudió junto a don Felipe a visitar, por segunda vez, al monarca.
De nuevo el matrimonio hizo el mismo paseíllo que unas horas antes, dejando el coche fuera del recinto. Sin embargo, lo más sorprendente fue la actitud relajada de Letizia que, aunque un paso detrás de su marido -que tenía que girarse para atenderla- llegó muy sonriente, como si estuviera bromeando con don Felipe. A la salida, volvía a repetirse la estampa de la noche anterior: la princesa detrás de su esposo mientras éste hablaba con la prensa aunque eso sí, con el móvil en la mano. Pero con una amplia sonrisa.