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Lo que al final decidas hacer asegúrate de que te haga feliz


 Cristina Medina Gomez 5, Noviembre 2016 en Emociones7934 compartidos
padre feliz con su hijo en el sofa
Tengas la edad que tengas, tu vida transcurre en un momento apasionante. A menudo pensamos que ser más feliz es algo complicado, pero… ¿y si pudieses hacer algo muy sencillo para sentirte mejor, lo harías? Todos tenemos penas, cosas que sentimos haber hecho y no haber hecho, deseos sin cumplir, personas…
Entonces, ¿qué distingue a las personas que parecen ser más felices de las demás? La clave es la atención que ponemos en las cosas buenas que nos ocurren y en las no tan buenas. Como transmite Elsa Punset en este vídeo, el foco de atención es importante.
Así que, ocurra lo que te ocurra, sé emocionalmente inteligente para guardar más recuerdos positivos en tu memoria que negativos, aunque cueste más trabajo. Si tienes varias opciones para seguir adelante, asegúrate de escoger aquella que sepas que al final no podrá entristecerte. Y, en definitiva, hagas lo que hagas, que te haga feliz.

Que el objetivo siempre sea “ser feliz”

El foco de atención, el objetivo último, es el bienestar físico y emocional propio: nadie quiere estar en la vida y no disfrutar de ella. Todo el mundo quiere palparla, saborearla y exprimirla al máximo hasta que nos llene por dentro de paz.
Por esa razón, siempre es bueno detectar aquellas pequeñas cosas que nos hacen sentir bien y dirigirnos hacia ellas. En este sentido, recuerda que puede salir mal, pero si no sabes lo que quieres o lo que buscas será mucho más difícil que salga bien.
Se trata de la fortaleza emocional que existe en tener claro hacia dónde quieres ir para que, poco a poco, vayas descubriendo cómo vas a conseguir llegar. Con la felicidad se tropieza en el trayecto, pero también es un fin último que deriva de cuidarnos.
Niña dibujando

La clave es encontrar un camino correcto

Es totalmente lógico que si nos dedicamos a hacer acciones que nos gustan y nos reconfortan, demos con fuentes de energía positiva. La felicidad estará allí esperándote, en el momento preciso y en el camino correcto para ti. Y bien, ¿cuál es el camino correcto? Uno individual, basado en pequeños hábitos que nos hacen sentir mejor cada día.
¨Tu no encuentras la felicidad,
ella llegara a ti en el momento preciso¨
-John F. Bisner Ureña-
No hay un método igualitario por el cual tú y yo podamos ser felices: cada cual es feliz de forma especial y determinada. Por ejemplo, yo soy capaz de borrar tristezas escribiendo o tomando café con amigos, pero es posible que tú lo logres haciendo deporte.
Lo mismo ocurre para cuestiones menos triviales de nuestra vida. Es cierto que en estas no eres capaz de aventurar qué va a suceder en el futuro, pero sí que eres capaz de visualizar que alguna decisión va a hacerte daño y que puedes evitarla. Emplea esa inteligencia emocional de la que hablábamos al comienzo y permítete más caricias que heridas.

La felicidad tiene almas gemelas

En cualquier circunstancia en la que nos situemos ahora estamos rodeados de otras personas, muchas de ellas almas gemelas que empatizan con la manera que tenemos de estar en el mundo. Es más, no solo tú eres el generador de tu felicidad, también influye el círculo social con el que convives. 
Actos que reflejen sentimientos de generosidad, solidaridad o afecto aumentan los niveles de satisfacción interior. Por el contrario, la envidia o la culpa, pueden disminuirlos. En esta línea, no es cuestión de que la felicidad propia dependa de los demás, pero es bueno ser consciente de que influye mucho en ella y que es de personas inteligentes poner esta influencia a nuestro favor.
“Ya sabes, todo lo que realmente importa es que la gente que amas sea feliz y estén sanos.
Todo lo demás es rocío sobre el helado”
-Paul Walker-
En resumen, no esperes a ser feliz por alguien pero, si alguien te hace más feliz, disfrútalo. No esperes a que la felicidad llegue a ti sin moverte, pero tampoco dejes que pase de largo: recuerda tus focos de atención y actúa conforme a ellos. Ten en cuenta que hay espacio para lo malo y para lo bueno pero tú decides cuándo acabar con lo primero y cuánto hacer durar lo segundo.

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