DOLOR
Además de los analgésicos, la industria farmacéutica nos ofrece otros medicamentos contra el dolor. Relajantes musculares y antiinflamatorios son algunos de los más comunes.
Contra el dolor, también se utilizan otros medicamentos como los antiinflamatorios y los relajantes musculares. Aunque algunos antiinflamatorios se venden sin receta, no es nada aconsejable tomarlos sin prescripción facultativa, ya que tienen numerosas contraindicaciones e incompatibilidades con otros medicamentos:
- Los medicamentos que habitualmente se utilizan contra la depresión y la epilepsia pueden ser también eficaces contra determinados dolores. Generalmente, se recetan en caso de dolor persistente en una zona.
- Por último, hay medicamentos que ejercen una acción indirecta contra el dolor. Por ejemplo, al facilitar el sueño, un somnífero contribuye a aliviar los dolores, que aumentan con la fatiga.
Tratamientos sin medicinas
A los medicamentos tradicionales contra el dolor, generalmente se debe añadir otro tipo de tratamiento no farmacológico. La quinesioterapia y la gimnasia son muy útiles para luchar contra los dolores de espalda o de las articulaciones, aunque en un primer momento pueda parecer que los incrementan. También resultan muy útiles la relajación y los masajes.
En algunos casos, además, algunas sesiones con un psicoterapeuta permitirán tomar conciencia de las propias reacciones frente al dolor.
La actividad, un buen remedio
Con frecuencia, para aliviar un dolor se procura hacer reposo. Sin embargo y paradójicamente, el reposo prolongado contribuye a aumentar el dolor. Por supuesto, eso no significa que haya que emprender una actividad frenética. La actividad tiene un doble efecto positivo: en el estado físico y en el mental. Estar activo implica dejar de prestar atención al dolor. ¿Quién no se ha sorprendido al comprobar, tras una comida agradable, una buena película o una entretenida partida de cartas, que se ha olvidado completamente de su dolor?
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