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Algunos le llaman karma, otros justicia, pero lo cierto es que a lo largo de la vida solo cosechamos lo que hemos sembrado. A veces no somos plenamente conscientes de ello ya que los resultados no siempre se aprecian de inmediato, pero nuestra actitud ante la vida y las decisiones que vayamos tomando le dan forma a nuestro destino.
Esa es una de las lecturas que se puede hacer de este maravilloso vídeo, que corresponde a la canción “Goodbye”, del grupo indie-rock islandés Dikta, la cual forma parte del álbum del 2010 “Get it together”.
No te preocupes por lo que recibirás, preocúpate por lo que das
Según el taoísmo, el karma no tiene nada que ver con los castigos o las recompensas, no se trata de una ley moral. De hecho, esta palabra significa simplemente “acción condicionada”; es decir, acciones que van en contra del curso natural de las cosas.
Nos enredamos en el karma cuando interferimos en el mundo porque de esta forma nos vemos obligados a seguir interfiriendo, por lo que la solución a un problema crea aún más problemas que resolver, el control de una cosa genera la necesidad de controlar otras más. El mal karma no son más que las trampas que nos ponemos, de las cuales después caemos prisioneros.
Por eso, no debemos preocuparnos por lo que recibiremos, sino por lo que damos. No debemos aferrarnos obsesivamente a las cosas, impidiendo el cambio natural, sino que debemos aprender a dejar ir, a que todo fluya.
¿Cómo aplicar esto en nuestro día a día? Estas 5 leyes del karma nos lo explican:
1. Ley de causa-efecto. Recogerás aquello que siembres porque lo que le das al Universo, este te lo devuelve de una u otra forma. No es un castigo, es solo el ciclo de la energía. Si siembras vientos, recogerás tempestades.
2. Ley de la humildad o del cambio. Todo aquello que te niegues a aceptar, te seguirá ocurriendo, simplemente porque es una oportunidad de aprendizaje que estás desperdiciando. Una vez más, no se trata de un castigo sino una oportunidad para que crezcas y aprendas de tu error. La historia y los problemas se repetirán hasta que aprendas la lección.
3. Ley del crecimiento. No puedes escapar de ti mismo. Como las situaciones que estás viviendo las has causado tú, de una forma u otra, no debes preocuparte tanto por cambiar las personas que te rodean sino que debes focalizarte en el cambio interior.
4. Ley de la responsabilidad. Cada vez que algo malo te sucede, es porque de alguna manera refleja lo que has hecho o pensado. Por eso, en vez de girar el dedo acusatorio hacia afuera, deberías revisar qué sucede dentro de ti y cómo has contribuido a la aparición de ese problema.
5. Ley de la conexión. Cada paso lleva al siguiente, y así sucesivamente. Uno no es más importante que el otro, cada pequeña decisión, por trivial que parezca, puede conducirte en una dirección diferente. Dado que todo está conectado, debemos prestarle atención incluso a nuestros actos más insignificantes.
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