Calor, cava, un cortador de jamón y también glamour… mucho glamour en palacio
3.000 invitados repartidos en los salones del Palacio Real festejaron la proclamación de Felipe VI como nuevo Rey de España. Se congregó allí la llamada sociedad civil, esto es, el mundo empresarial, cultural, deportivo y social. Muchos de ellos, que previamente habían quedado vía móvil, no tuvieron oportunidad de saludarse antes del acto institucional y sí una vez que pasaron por el besamanos. Doña Sofía, Don Juan Carlos, la Infanta Elena y su hijo Froilán pronto pusieron rumbo al palacio de La Zarzuela, donde esperaba una triste y acongojada infanta Cristina.
Antes del multitudinario saludo, y dado el mucho calor reinante en las salas de palacio, del que algunos se quejaban, se decidió servir un aperitivo a base de canapés variados, agua y refrescos para que los invitados mantuvieran el tipo. Estaban citados a las nueve de la mañana y los primeros saludos se iniciaron pasada la una y media de la tarde.
Los Reyes esperando a sus 3.000 invitados (Gtres)
El cava y los vinos llegarían más tarde en el cóctel propiamente dicho.Variados de cazuelitas calientes, risotto, gambas, albóndigas, tacos de merluza y hasta un cortador de jamón, que fue lo más aplaudido entre los asistentes hambrientos. Todo bañado en cava –guiño a Cataluña–, vinos blancos y tintos. Era la primera vez que se cambiaba el catering habitual en las convocatorias de Casa Real. La firma Mallorca, con larga tradición como empresa de restauración en Madrid, fue la elegida por la reina Letizia. Ya cuando era universitaria solía visitar el establecimiento de la calle Velázquez. Y después, con los años, el local de Pozuelo, que es lugar de encuentro de la hoy reina con otras madres del colegio cuando quedan para merendar con sus niñas.
Las damas, de corto
Esta vez los invitados con chofer tuvieron menos suerte que los que conducían sus propios coches, que con la consiguiente acreditación podían aparcar en la plaza de la Armería, junto a la entrada principal. Los otros en el Campo del Moro, después de dejar a sus dueños en la calle Bailén. "¡Viva la clase media!”, dijo un columnista de renombre invitado a palacio refiriéndose a ese cambio estructural.
Esther Koplowitz, Valls-Taberner, Mariló Montero, Paloma Cuevas y Ana Duato (Gtres)
Otra de las diferencias con respecto a otras recepciones reales era el trabajo de ubicación de los 3.000 asistentes por parte de los bedeles que se encargaban de controlar la llegada de los invitados, una vez que habían saludado a los reyes. Cuando se llenaba una sala, se pasaba a la siguiente y de ahí que hubiera poca mezcla entre los diversos sectores sociales. Algunos como Luis Alfonso de Borbón y su mujer Margarita Vargas se movieron muy poco y compartieron charla con los habituales de su círculo vip. Paloma Cuevas y su marido Enrique se marcharon, por su parte, en cuanto saludaron a los nuevos reyes porque él toreaba esa tarde en Toledo.
Carla Royo-Villanova en el besamanos (Gtres)
La mayoría de las invitadas iban de corto salvo Esther Alcocer Koplowitz y Carla Royo-Villanova. Primaron las faldas o vestidos. Poco Pantalón. Entre los empresarios destacó la presencia de las hermanas Koplowitz, Alicia de verde y Esther de azul; Cristina Valls-Taberner, que un mes después de convertirse en madre lució tipazo con un vestido rosa chicle; la presidenta del Club Siglo XXI, Paloma Segrelles, junto a su marido y su hija; y el presidente del Real Madrid Florentino Pérez, que se pasó por el besamanos con Isabel Preysler como acompañante. También acudieron a la cita representantes del mundo del espectáculo como la actriz Ana Duato y los cantantes Alejandro Sanz y David Bisbal, así como los toreros José María Manzanares, Julián López ‘El Juli’ y el citado Enrique Ponce, que se presentaron respaldados por sus respectivas mujeres: Rocío Escalona, Rosario Domecq y Paloma Cuevas.
La familia de la Reina
Un desfile interminable que los nuevos reyes aguantaron a pie de pista. La Princesa de Asturias, Leonor, y la infanta Sofía ya se habían marchado. Los familiares directos de ambos fueron los únicos que, por motivos obvios, no pasaron por el besamanos. Así, la abuela Menchu, Jesús Ortiz, Paloma Rocasolano, Telma y el abuelo Francisco permanecieron alejados de las miradas del resto de invitados en uno de los salones.
El abuelo de la Reina Letizia descansando en una silla (Vanitatis)
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