Libertad: don natural, derecho, deber, facultad, valor… Todos nombres o sinónimos usuales del término y usados en conjunto o individualmente cuando queremos expresarnos al respecto.
Días pasados, sin embargo, oí sobre otra acepción menos conocida y, reconozco, ni siquiera contemplada por mí, hasta la fecha.
Libertad es ausencia de miedo. Por tanto, el enemigo número 1 de la libertad es el miedo.
El miedo como antagónico del amor y del conocimiento. Y la mayor paradoja es ansiar tanto la libertad y tenerle, a la vez, tanto miedo.
A decir del escritor G.B. Shaw es porque libertad implica responsabilidad, algo que la mayoría de seres humanos tememos. O, piensa el filósofo Savater, que libertad es decidir y, por supuesto, darte cuenta que estás decidiendo.
Tanta exigencia de libertad externa: de creencias, de pensamientos, de expresión, de culto, de residencia, de reunión… para ser nuestros propios esclavos, la forma de esclavitud más denigrante y cuyas cadenas solo puede romper el Amor, nuestra verdadera Identidad.
Como cualquier otro efecto, su verdadera causa es mental, y nadie más que uno mismo puede liberar su mente.
Como es adentro, es afuera. Haremos bien si queremos vivir en libertad, Ser libres, en primer lugar, más allá de palabras, comportamientos y huecas e infructíferas intenciones.
Es una gran tarea y meta individual para contribuir a una sociedad libre.
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