'VANITATIS' ENTREVISTA AL AFAMADO DISEÑADOR
Lorenzo Caprile
La boda está lista. El lobo de Wall Street con la cara de un picaresco Leonardo DiCaprio se va a casar por segunda vez con una rubia despampanante. La novia lleva un vestido con corpiño y perlas, muy de los 90, muy acorde con el estilo premeditadamente hortera de la película. Pocos saben en ese momento que ese traje, compañero inseparable de los excesos de la cinta, lo ha diseñado Lorenzo Caprile. Cuando Vanitatis lo visita en su taller, él le resta importancia a que una de sus creaciones haya aparecido en una película de Scorsese y DiCaprio. “Más importante que Scorsese o DiCaprio es mi amiga Sandy”, asegura refiriéndose a Sandy Powell, la diseñadora de vestuario de la película. “En este caso, la que definió el concepto era Sandy. Es una de las mejores; tiene 3 Oscar. Me pidió un vestido muy hortera. Me recordó, con el tema de los corpiños, el escote corazón y los bordados con perlas, a lo que yo hacía en aquellos años, cuando empecé en todo esto”, asegura este hombre algo tímido a pesar de su apariencia desenfadada y, aparentemente, muy poco consciente de su propia importancia en el mundo de la moda.
La primera sorpresa en la entrevista viene de la mano del IED, el Instituto Europeo de Diseño, un templo para estudiosos de la moda. “Me acabo de enterar que se me estudia en el IED. ¡Menuda responsabilidad!”, asegura entre risas al descubrirlo. Quizá tenga algo que ver con que Caprile, todo un clásico a estas alturas, siempre ha evitado el convertirse en un diseñador personaje como sí lo son Jean Paul Gautier o David Delfín, algo que él respeta pero no entra dentro de sus esquemas. “A mí no me sale. No me gusta ir de protagonista ni tampoco tenía el físico para ello. Ahora que he adelgazado quizá pero no me saldría natural. Si algo no te sale de las tripas y se hace forzado, al final te pasa factura”.
No fue solo Villanova la que quedó satisfecha sino el resto de los mortales, que a partir de ese momento lo auparon como un diseñador clave en cuanto a vestidos de novia se refiere. “Éramos los dos jovencísimos. Teníamos 24 ó 25 años. La jugada podría haber salido fatal. Nos arriesgamos mucho y fuimos bastante inconscientes. Yo había aterrizado en Madrid y estaba un poco desorientado echando currículums por todas partes. Era mi primer traje de novia entre comillas. Podría haber arruinado su boda”, asegura con un tono algo burlón pero sincero. Sus inicios en Italia le dieron un temprano aprendizaje: “Del jefe que tuve en Roma, el señor Lancetti, me quedó el gusto por los bordados. Él es como el Pedro Rodríguez de allí. Aprendí la profesión pero no creo que tenga un estilo muy marcado. Mi estilo es adaptarme al estilo de mis clientas. No tengo pret a porter y mi objetivo es que la mujer que se ponga en mis manos salga impresionante”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario