17 Mar 2014 01:00 am | Ana Novo
Hablar es poderoso. Las palabras tienen poder creativo. Se nos ha dicho, por activa y por pasiva, desde tiempos inmemoriales.
Hemos leído y hemos escuchado muchas palabras mágicas y conjuros que hacían milagros, tanto en sentido positivo, como limitante: “abracadabra”; “ábrete Sésamo”; “a la de 1, a la de 2 y a la de 3”; “sana, sana, culito de rana…”; “no”; “eres torpe, inútil, malo, nunca llegarás a nada”; “imposible, incurable”…
Quizá ese sea el quid de la cuestión: hemos creído, en el mejor de los casos, que solo algunas palabras tienen poder y si son usadas por determinadas personas: magos, chamanes, ministros religiosos, nuestros padres y maestros…
Todas las palabras, usadas por todas las personas, tienen poder de manifestar lo afirmado, o lo negado. Y el auto-diálogo, lo que nos decimos a nosotros mismos, se lleva la palma…
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