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La vida es así de dura, pero lo que quiere de nosotros es CORAJE

La vida es así de dura, pero lo que quiere de nosotros es CORAJE

Fuerte no es quien tiene músculos. La auténtica fortaleza reside en esa alma que afronta la adversidad sin huir, que logra dejar ir  lo que duele, lo que ya no es para uno/a. La vida es dura, por eso exige de nosotros el coraje de las criaturas sabias que logran conquistar el territorio del miedo.
Tal y como podemos intuir, el miedo y el coraje forman un binomio muy particular. Todo acto de valentía supone, inevitablemente, desafiar las fronteras del temor. Ahora bien, esa angustia paralizante regida en esencia por la amígdala, nuestra centinela primitiva escondida en las intimidades del cerebro, puede desencadenar en nosotros estrategias maravillosas. La resiliencia o la superación personal se nutren de su propia némesis: el miedo.
El doctor Stanley Jack Rachman, profesor e investigador de la Universidad British Columbia de Canadá, es uno de los máximos expertos en trastornos de ansiedad. En su libro “Fear and Courage” (miedo y coraje) nos explica que el coraje, en realidad, es una cualidad de la mente. Todos disponemos de él, sería algo innato.

Sin embargo, no siempre logramos activar ese mecanismo interno que se ahonda en lo más íntimo de nuestro ser. Ahí donde una voz interna nos susurra de forma continua: “hazlo, tienes que seguir adelante”.
Te explicamos cómo hacerlo.
león con mariposa representando la conciencia

El miedo, un compañero fiel

Muchos de nosotros pasamos parte de nuestra vida arropados por la nebulosa de una falsa ilusión. Nadie nos prepara para la adversidad, de hecho, hasta llegamos a creer que no existe. Que los peligros, las amenazas y la adversidad solo acontecen en la televisión. En esas guerras que no son nuestras, en esos dolores ajenos con los que empatizar durante unos segundos y luego, olvidar.
Este especie de autoengaño no es más que un mecanismo de defensa. Sin embargo, en el momento en que el equilibrio se rompe y la vida afila su lado amenazador, nuestro cerebro reacciona. Nos arrincona. El miedo es el mecanismo de supervivencia más poderoso en el ser humano. Si esto es así es por una razón muy sencilla: nos pone en alerta ante una amenaza para que reaccionemos. Para que sigamos sobreviviendo.
Ahora bien, lejos de gestionarlo, lo convertimos en un amigo fiel. Nos negamos a hacer nada sin él. Le damos tanto poder que sus cantos sibilinos se intensifican aún más custodiando nuestra voluntad. Poco a poco damos paso a la ansiedad, a la angustia del “qué pasará” y al catastrofismo de “todo lo que va a venir va a ser aún peor”.
ilustracion de un león
Es necesario tener claro algunos aspectos. El coraje o el valor no implica, ni mucho menos, ausencia de miedo. Es seguir adelante a pesar del miedo. De hecho, las únicas ocasiones en que lograremos de verdad ser valientes es cuando este compañero fiel esté amarrado a nuestro corazón y aún así, nos permitimos avanzar.

El coraje o cómo despertar nuestro león dormido

Recordemos por un momento el personaje del león dormido del “Mago de Oz” de Lyman Frank. Su propósito era realizar ese viaje junto a sus compañeros para pedir un deseo. Deseaba que le concedieran valor. De algún modo, viene a simbolizar ese arquetipo que se halla integrado en lo más hondo de nuestro ser.
Muchos de nosotros somos también leones dormidos. Todos estamos programados para afrontar dificultades porque así lo ha hecho siempre nuestra especie. Sin embargo, a veces, necesitamos despertar. Porque al fin y al cabo somos supervivientes natos en entornos eternamente amenazantes, que se han olvidado de todo lo que son capaces.
Para recordarlo, te proponemos que reflexiones sobre las siguientes estrategias.
mujer con león luchando para no ser una víctima

Los cinco pilares del coraje

Cuando hablamos de coraje o fortaleza, casi de forma automática visualizamos a alguien de imponente presencia y mirada amenazadora. Sin embargo, y si lo pensamos bien, los auténticos valientes de nuestra historia y sociedad fueron y son personas normales muy alejadas de esta imagen. Pensemos en Nelson Mandela, en Anna Frank o por qué no, en muchas de esas personas de nuestra familia a las que admiramos precisamente por ello. Por su coraje.
Veamos ahora qué rasgos son los que los/las definen:
  • Si tienes que hacer algo y tienes miedo: hazlo con miedo. Este principio es el que se integra en la mente y el corazón de las personas más valientes.
  • La persona con coraje escucha su intuición y actúa de un modo muy concreto: con pasión, con empuje, con determinación.
  • El corazón valiente sabe que la vida acontece más allá de la línea del miedo. El coraje exige que conquistemos nuevas fronteras.
  • Hasta el día en que lo consigamos, no estaremos seguros de nuestro valor. Hasta entonces, no debemos avergonzarnos de nuestras lágrimas. Son un modo de liberar tensiones para aunar fortalezas.
  • La ira, en ocasiones, actúa como preludio del valor. Cuando la mente solo ve injusticias, empuja nuestra voluntad a través de ese enfado para dirigirnos a la acción. A salir de nuestra zona de confort.
Para concluir, sabemos que a veces, la vida es dura, muy dura. Nadie elige su propio sufrimiento ni el tener que vivir determinadas cosas. Sin embargo, lo que sí está en nuestro corazón, es afrontar esas dificultades del único modo posible: con CORAJE.

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