El Club de los Libros Perdidos
Posted: 14 Dec 2016 04:19 PM PST
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"Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al pequeño niño pobre que yo era, sin su enseñanza y su ejemplo, nada de esto habría ocurrido".
Camus, carta, el club de los libros perdidos, maestro, Nobel de Literatura, profesor, |
Si Albert Camus consiguió convertirse en uno de los grandes autores del siglo XX y ganar el Premio Nobel de de Literatura en 1957 por su producción literaria, fue en parte gracias a los esfuerzos de su profesor de primaria.
Louis Germain no sólo le habló de la escuela secundaria, sino que también le ayudó a preparar el examen de ingreso e incluso convenció a su abuela -que quería que fuese aprendiz de algún comerciante local- para que le dejase seguir sus estudios.
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Fuente: Magnet
Nacido el seno de una humilde familia de colonos franceses, con una madre analfabeta y casi sordomuda, y un padre que prácticamente no llegó a conocer al morir en la Primera Guerra Mundial, Camus no olvidó los esfuerzos de su profesor. Por eso, tras dedicarle el discurso de agradecimiento al recibir el Nobel también le escribió una carta de su puño y letra para agradecerle en primera persona todas sus enseñanzas.
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La carta ha sido traducida al inglés y publicada en el libro More Letters of Note, y decía lo siguiente:
Querido señor Germain:
He dejado que la conmoción que me rodea estos días se calme un poco antes de hablar con usted desde el fondo de mi corazón. Se me acaba de dar un honor demasiado grande, que yo no busqué ni solicité.
Pero cuando me enteré de la noticia lo primero que pensé, después de en mi madre, fue en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al pequeño niño pobre que yo era, sin su enseñanza y su ejemplo, nada de esto habría ocurrido.
No le doy mucha importancia a este tipo de honores, pero al menos me dan la oportunidad de decirle lo que usted ha sido, y todavía es, para mí, de asegurarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que puso en él todavía vive en uno de sus pequeños escolares que, a pesar de los años, nunca ha dejado de ser su alumno agradecido.
Le mando un abrazo de todo corazón.
Albert Camus
Si quieren saber cómo se leería en el idioma natal de Camus, aquí tienen la carta en francés:
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Albert Camus fue novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista, conocido por impulsar el pensamiento filosófico conocido como absurdismo con obras como El mito de Sísifo (1942), por novelas como El Extranjero y obras de teatro como Calígula (1945), La Peste (1947). Lamentablemente murió a los 47 años en un accidente de coche cerca de Le Petit-Villeblevin en 1960.
La respuesta de su profesor
Se podrán imaginar la enorme satisfacción del profesor Germain al recibir la carta de su querido alumno reconociendo sus esfuerzos y enseñanzas. Éste le contestó de forma igualmente sincera y emotiva con otra carta, que envió a Albert Camus tan pronto pudo.
Mi pequeño Albert:
He recibido el libro enviado por ti, Camus, que ha tenido a bien dedicarme su autor, el señor J.-Cl.Brisville.
Soy incapaz de expresar la alegría que me has dado con la gentileza de tu gesto y no sé cómo agradecértelo. Si fuera posible, abrazaría muy fuerte al mocetón en que te has convertido y que seguirá siendo para mí "mi pequeño Camus".
Todavía no he leído la obra, salvo las primeras páginas. ¿Quién es Camus? Tengo la impresión de que los que tratan de penetrar en tu personalidad no lo consiguen. Siempre has mostrado un pudor instintivo ante la idea de descubrir tu naturaleza, tus sentimientos. Cuando mejor lo consigues es cuando eres simple, directo.
¡Y ahora, bueno! Esas impresiones me las dabas en clase. El pedagogo que quiere desempeñar concienzudamente su oficio no descuida ninguna ocasión para conocer a sus alumnos, sus hijos, y éstas se presentan constantemente. Una respuesta, un gesto, una mirada, son ampliamente reveladores. Creo conocer bien al simpático hombrecito que eras y el niño, muy a menudo, contiene en germen al hombre que llegará a ser. El placer de estar en clase resplandecía en toda tu persona. Tu cara expresaba optimismo. [...]
He visto la lista en constante aumento de las obras que te están dedicadas o que hablan de ti. Y es para mí una satisfacción muy grande comprobar que tu celebridad (es la pura verdad) no se te ha subido a la cabeza. Sigues siendo Camus: bravo. [...]
Hace ya bastante tiempo que no nos vemos.
Antes de terminar, quiero decirte cuánto me hacen sufrir, como maestro laico que soy, los proyectos amenazadores que se urden contra nuestra escuela. Creo haber respetado, durante toda mi carrera, lo más sagrado que hay en el niño: el derecho a buscar su verdad. Os he amado a todos y creo haber hecho todo lo posible por no manifestar mis ideas y no pesar sobre vuestras jóvenes inteligencias.
Cuando se trataba de Dios (mis excusas, estaba en el programa), yo decía que algunos creen, otros no. Y que en la plenitud de sus derechos, cada uno hace lo que quiere. De la misma manera, en el capítulo de las religiones, me limitaba a señalar las que existen, y que profesaban todos aquellos que lo deseaban. A decir verdad, añadía que hay personas que no practican ninguna religión. Sé que esto no agrada a quienes quisieran hacer de los maestros unos viajantes de comercio de la religión, y para más precisión, de la religión católica.
En la escuela primaria de Argel (instalada entonces en el parque Galland), mi padre, como mis compañeros, estaba obligado a ir a misa y a comulgar todos los domingos. Un día, harto de esta constricción. ¡metió la hostia "consagrada" dentro de un libro de misa y lo cerró! El director de la escuela, informado del hecho, no vaciló en expulsarlo. Esto es lo que quieren los partidarios de una "Escuela Libre" (libre... de pensar como ellos). Temo que, dada la composición de la actual Cámara de Diputados, esta mala jugada dé buen resultado. Le Canard enchaîné ha señalado que, en un departamento, unas cien clases de la escuela laica funcionan con el crucifijo colgado en la pared. Eso me parece un atentado abominable contra la conciencia de los niños. ¿Qué pasará dentro de un tiempo? Estas reflexiones me causan una profunda tristeza. [...]
Recuerda que, aunque no escriba, pienso con frecuencia en todos vosotros.
Mi señora y yo os abrazamos fuertemente a los cuatro.
Afectuosamente tuyo.
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