Quienes la conocen bien la definen como una mujer austera y sencilla, pero también amante de la moda. A Soraya Sáenz de Santamaría, que sorprendió en la boda del hijo de José Manuel Lara con un diseño del joven Eduardo Rivera, le gusta, como a casi todo el mundo, ir de compras y darse algún capricho de vez en cuando. Sin embargo, ella lo hace con coche oficial y con la compañía de siete escoltas, que acompañan a la vicepresidenta y la esperan, junto a los probadores, cuando quiere probarse algún modelito.
Eso es exactamente lo que ocurrió el pasado sábado, cuando Sáenz de Santamaría decidió ir, en su día libre, de tiendas con una amiga por la zona más exclusiva de la capital: las calles Serrano y Ortega y Gasset, lo que se conoce como Milla de Oro. Acompañada de dos coches oficiales y de sus inseparables escoltas, la mano derecha de Rajoy se paseó por las boutiques más exclusivas de la capital.
Soraya Sánez de Santamaría y su marido Iván RosaSoraya Sánez de Santamaría y su marido Iván Rosa
Los paparazzi que se encontraban por la zona se percataron de su presencia por ese llamativo despliegue de seguridad que, sin pretenderlo, llamó demasiado la atención como para que Soraya pasara desapercibida. Localizado el personaje, los fotógrafos se agolparon a la puerta de la tienda de turno para inmortalizar la tarde de compras de la ‘vice’. Pero ella tenía un plan.
Soraya se hizo ‘un Letizia’. Sus escoltas actuaron como suelen hacerlo los de la Princesa en estas ocasiones: pararon a los fotógrafos para registrar sus mochilas y pedirles su documentación, mientras la vicepresidenta abandonaba una de las sedes del imperio de Amancio Ortega por la puerta de atrás, como si de una estrella de Hollywood se tratase.
Una mujer discreta
La vicepresidenta del Gobierno, mano derecha de Rajoy por méritos propios, hace todo lo posible por guardar con celo su faceta personal y evitar que los fotógrafos capten una imagen suya que no esté contextualizada dentro de sus funciones políticas. Debe compaginar su cargo público con la maternidad (su hijo acaba de cumplir un año). Está casada con Iván Rosa (45 años), aficionado a los maratones que fichó por Telefónica en marzo de 2012. Viven en el madrileño barrio de Fuente del Berro, en un chalé de 231 metros cuadrados construidos, que cuenta además con piscina y jardín, y que está valorado en más de 1,5 millones. Juntos han huido del exhibicionismo social que caracterizó siempre a la familia Aznar-Botella y por eso el sábado hizo un gran esfuerzo para que una foto suya de compras no decorase ninguna revista este miércoles.