“No eres un borracho. ¡Eres un santo! ¡I love you!” Son las 12 de la mañana. El Gran Wyoming da un mitin en la plaza del Dos de Mayo, en Madrid, frente a la estatua de los capitanes Daoiz y Velarde, héroes de la resistencia frente a los franceses en 1808. Alrededor de una simbólica pegada de carteles se van congregando periodistas y cada vez más curiosos, entre los que se encuentra esta señora, una madurita con ganas de marcha que quiere apoyar la causa del humorista.
José Miguel Monzón (Madrid, 1955) está convencido de que tiene el deber cívico de zarandear conciencias, denunciar las verdaderas intenciones de la derecha y explicar que buena parte de los problemas de España derivan de la Guerra Civil y una dictadura nunca extinguida.
Esos son los ejes de su libro, No estamos locos (Planeta, 17,50€ y 9,49€ versión electrónica), que presenta como un “tratado, pues ha pasado por distintas terapias con dudoso resultado” y que dedica a sus críticos, por mostrarle que está “en el buen camino”.
Para Wyoming, la Guerra Civil y la Dictadura están conectadas con la privatización de la sanidad pública, el giro confesional de la educación, y la impunidad de la corrupción o los delitos financieros. Según él, la democracia está asentada en las cenizas del franquismo y el Partido Popular es simplemente una evolución del ‘movimiento’. Y eso es algo que ni sabemos ni se explicará nunca en las escuelas: “No sólo no nos van a contar nuestra Historia, sino que nos van a contar una película que no tiene absolutamente nada que ver con la realidad. Y así se justifica lo que nos está pasando”, según cuenta a prensa y curiosos, a los que se refiere en todo momento como “queridos amigos”.
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El problema de España es, ante todo, de memoria, según Wyoming. “Nos negamos a reconocer nuestra historia y nuestra historia reciente está hecha sobre un inmenso patio de huesos”, lamenta. Ese es, para él, un hecho diferencial que no se da en otros países y que posibilita que en España persistan homenajes a figuras destacadas del franquismo o se pretenda erradicar todo lo que huela al ‘otro bando’.
La crisis económica y la era de los recortes no es sino una nueva oleada de lo peor de una España inmadura, inconsciente y impasible, según escribe. Sus 300 páginas son droga dura, doctrina con toques de humor, un alegato que no pretende ser equidistante “entre el violador y la violada, entre el negro y el racista”. Y todo eso lo dice “desde el bando de los vencedores”, según reconoce en referencia a su familia, que “ganó la Guerra”. También lo dice desde un grupo empresarial que, pese a excepciones como la suya, es el buque insignia de la derecha mediática que critica.
“¿Por qué esta crisis así llamada ha provocado tamaño caos, desorden y ha provocado un cambio de sistema en nuestro país, cuando es una crisis supuestamente económica?”, se pregunta. “Hay una gente solapada que lo que quiere no es acabar con la crisis, sino utilizarla para cambiar el sistema”. “No es que lo estén haciendo muy mal. ¡Lo están haciendo muy bien, están consiguiendo sus metas!”, asegura. En ese sentido, la gestión de los servicios públicos se articula en tres fases: hundirlos, decir que no funcionan "y venderlos a los amigos para que hagan negocio".
“Los verdaderos antisistema no son los que llevan rastas y revientan una papelera”, advierte. “No hacen un gran daño a la sociedad. Los que nos gobiernan son los auténticos antisistema, porque se meten en el sistema para destruirlo. Y no estoy loco”, bromea.
NO QUIERE SER EL BEPPE GRILLO ESPAÑOL
Wyoming, o Chechu, como le llaman los que más le conocen, es un hombre de certezas populares. “Digo cosas muy normales que la gente dice en bares tomándose una caña”, asegura. Ese discurso no se encuentra ya en la política. “Los partidos se han profesionalizado, se han convertido en instituciones” alejadas de los ciudadanos. “La prioridad es mantenerse o subir”, no arreglar los problemas de los ciudadanos. Y por eso crece la desafección política.
¿Estaría dispuesto a pasar de una pega de carteles simbólica a la política tradicional? “Jamás. Yo esto lo digo porque soy testigo, producto de la sensatez, tal y como yo entiendo el mundo. Desde mi razón. Pero no soy un animal político. Quiero estar con mis amigos los fines de semana, no inaugurando pantanos o asistiendo a entierros de mineros. No tengo vocación de servicio, no he nacido para eso y a lo mejor hasta soy corruptible”, bromea.
Su libro, además de una crítica destructiva -“martillo de los herejes”, como dice- pretende ser una llamada de atención, un aperitivo que abra el el apetito en un momento en el que “ha llegado la gran hora de la Justicia”. “Todo empieza en uno mismo”, advierte en las páginas finales, antes de recomendar lo único efectivo frente al fiasco de las instituciones. “Uníos”.
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  • 'El Intermedio' es un espacio de información satírica que dura 40 minutos, sin embargo hay un gran trabajo detrás. En la foto se ve al Gran Wyoming con parte del equipo revisando el guión poco antes del comienzo del programa.
  • Miguel Sánchez-Romero, director de El Intermedio.
  • El grupo de guionistas de El Intermedio a primera hora de la mañana.
  • Gonzo prepara su sección en el programa.
  • Los guionistas trabajan en parejas.
  • Además de los guionistas, 'El Intermedio' cuenta con un equipo de redactores que se encargan de obtener toda la información del día de otros medios.
  • El equipo de El Objetivo.
  • La periodista Ana Pastor.
  • Ana Pastor charla con Carmen Aguilera, subdirectora de El Intermedio. Los dos programas comparten redacción.
  • Gonzo y Miguel Sánchez-Romero.
  • El director y los guionistas comparten mesa de trabajo.
  • El libro de Aznar, entre las lecturas de los creadores de El Intermedio.
  • ¡Tabaco para todos!
  • Una guionista bromea con un periódico.
  • Toda la redacción está llena de publicaciones de distinto tipo.
  • La sala de reuniones es, después de la mesa de redacción, el lugar de corrección y debate de los guionistas.
  • Archivos de vídeo.
  • Wyoming en lo alto...
  • 'El Intermedio' ha ganado varios galardones. En el despacho de producción se pueden ver varios premios de la Academia de la Televisión.
  • Escribir humor es un trabajo muy serio...
  • Detalle de la mesa de los guionistas.
  • La edición de vídeo-reportajes es una parte fundamental en el programa.
  • Lo que comen los de El Intermedio.
  • De vuelta a la redacción, comienzan las revisiones.
  • Miguel apremia a los guionistas, son más de las 4 de la tarde.
  • Un guión.
  • La sección de gráficos se encarga de preparar montajes para apoyar los guiones. En este caso, Angry Wert, se trata de simular un juego para explicar el ataque del ministro a la educación pública
  • Es el encargado de dar el último retoque a los vídeos que llegan desde redacción.
  • A las 17.30 comienzan las primeras correcciones en los textos.
  • El plató pocas horas antes de que comience el programa.
  • Igual que comparten redacción, El Objetivo y El Intermedio comparten plató.
  • El cue, aquí leen los presentadores sus guiones.
  • A las 18.30 comienzan a llegar los presentadores. El Gran Wyoming se prepara en camerinos mientras lee el guión.
  • Dani Mateo bromea antes de entrar a plató para el ensayo, son las 21.00 (este lunes el programa empezó un poco tarde por el fútbol).
  • Wyoming y Sandra Sabatés revisan el guión con la subdirectora (o con el director, según el día) y dos guionistas.
  • Pocos minutos antes de que comience El Intermedio pasa el público.