"Mamá, deja que me vaya... Sálvate"
ISIDRE AMBRÓS. PEKÍN (CORRESPONSAL)
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Los habitantes de Tacloban, la capital de la provincia filipina de Leyte y una de las ciudades más afectadas por el tifón Haiyan, intentan sobreponerse a la tragedia que ha supuesto el paso del Haiyan por su región. Una tormenta que seguramente les acompañara en el recuerdo toda su vida.
Este será el caso, de Bernadette Tenegra, una profesora de secundaría de 44 años de edad. Ella nunca olvidará las últimas palabras de su hija. "Mamá, deja que me vaya... Sálvate", le dijo su hija pequeña, cuyo cuerpo había sido atravesado por astillas de madera de las casas que habían sido derrumbadas por el Haiyan.
"Yo la estaba sosteniendo y le decía que se esperara, que me la iba a llevar en brazos, Pero se dio por vencida", explicó Bernadette al periódico filipino Inquirer.
En esta ocasión, al igual que en otras ocasiones cuando se avecinaba un tifón, la familia de Bernadette Tenegra se reunían, se acurrucaban todos juntos en su humilde casa, situada en un barrio de chabolas de Tacloban, hasta que amainara la tormenta.
Pero en esta ocasión, la furia del tifón fue mucho más fuerte que en ocasiones anteriores. El agua inundó la vivienda a una velocidad asombrosa y, al final, derrumbó la casa y barrió a los ocupantes y sus enseres.
El marido de Bernadette y su hija mayor lograron ponerse a salvo trepando a un lugar más alto y seguro, pero la más pequeña no lo consiguió y se quedó atrapada entre los escombros.
Su madre intentó rescatarla. "Me arrastre hacia ella y traté de levantarla -relató al Inquirer-. Pero estaba muy débil. Parecía que ya se había dado por vencida", dijo Bernadette, quien a continuación explicó que la niña le dijo: "Mamá, deja que me vaya... Sálvate". Y "luego me dejo ir", precisó Bernadette Tenegra.
La triste historia de esta profesora de secundaría contrasta con la suerte que tuvo la jovenRiza Jaro, de 18 años, que dio a luz a su primera hija gracias a que encontró a un equipo de rescate.
Riza sobrevivió a la furia del tifón, pero al día siguiente se puso de parto. Acompañada de sus padres recorrió todos los hospitales y centros de salud, pero todos estaban cerrados o destruidos tras el paso del Haiyan.
Al toparse con el equipo de rescate, la acomodaron en la camilla plegable que llevaban y la transportaron a un improvisado hospital de campaña instalado en el aeropuerto. Allí, unas pocas horas después nació su hijo. Una criatura a la que decidió darle de nombre Yoonadale, en recuerdo del tifón Yolanda, que es el nombre con el que en Filipinas han llamado a Haiyan. El llanto de recién nacido de Yoonadale fue todo un grito de esperanza tras la jornada de muerte y destrucción, que marcó el paso de Haiyan por la ciudad de Tacloban.
Tras el parto, los médicos militares decidieron evacuar a Riza Jaro y al bebé a la ciudad de Cebú, donde podrán recibir la asistencia médica necesaria.
Este será el caso, de Bernadette Tenegra, una profesora de secundaría de 44 años de edad. Ella nunca olvidará las últimas palabras de su hija. "Mamá, deja que me vaya... Sálvate", le dijo su hija pequeña, cuyo cuerpo había sido atravesado por astillas de madera de las casas que habían sido derrumbadas por el Haiyan.
"Yo la estaba sosteniendo y le decía que se esperara, que me la iba a llevar en brazos, Pero se dio por vencida", explicó Bernadette al periódico filipino Inquirer.
En esta ocasión, al igual que en otras ocasiones cuando se avecinaba un tifón, la familia de Bernadette Tenegra se reunían, se acurrucaban todos juntos en su humilde casa, situada en un barrio de chabolas de Tacloban, hasta que amainara la tormenta.
Pero en esta ocasión, la furia del tifón fue mucho más fuerte que en ocasiones anteriores. El agua inundó la vivienda a una velocidad asombrosa y, al final, derrumbó la casa y barrió a los ocupantes y sus enseres.
El marido de Bernadette y su hija mayor lograron ponerse a salvo trepando a un lugar más alto y seguro, pero la más pequeña no lo consiguió y se quedó atrapada entre los escombros.
Su madre intentó rescatarla. "Me arrastre hacia ella y traté de levantarla -relató al Inquirer-. Pero estaba muy débil. Parecía que ya se había dado por vencida", dijo Bernadette, quien a continuación explicó que la niña le dijo: "Mamá, deja que me vaya... Sálvate". Y "luego me dejo ir", precisó Bernadette Tenegra.
La triste historia de esta profesora de secundaría contrasta con la suerte que tuvo la jovenRiza Jaro, de 18 años, que dio a luz a su primera hija gracias a que encontró a un equipo de rescate.
Riza sobrevivió a la furia del tifón, pero al día siguiente se puso de parto. Acompañada de sus padres recorrió todos los hospitales y centros de salud, pero todos estaban cerrados o destruidos tras el paso del Haiyan.
Al toparse con el equipo de rescate, la acomodaron en la camilla plegable que llevaban y la transportaron a un improvisado hospital de campaña instalado en el aeropuerto. Allí, unas pocas horas después nació su hijo. Una criatura a la que decidió darle de nombre Yoonadale, en recuerdo del tifón Yolanda, que es el nombre con el que en Filipinas han llamado a Haiyan. El llanto de recién nacido de Yoonadale fue todo un grito de esperanza tras la jornada de muerte y destrucción, que marcó el paso de Haiyan por la ciudad de Tacloban.
Tras el parto, los médicos militares decidieron evacuar a Riza Jaro y al bebé a la ciudad de Cebú, donde podrán recibir la asistencia médica necesaria.