VANITY FAIR REÚNE ANÉCDOTAS COMO ESTA EN UN LIBRO
El día que Letizia llamó sordo al Príncipe
Desnudar almas es bien difícil. Lo sabe cualquier periodista, siempre dispuesto a que el entrevistado baje la guardia y le conceda un minúsculo instante de verdad. Y si no, que se lo pregunten a los redactores de Vanity Fair, que han conseguido quitarle ropajes emocionales a muchos personajes españoles que han pasado por su revista a lo largo de cinco años que ahora se conmemoran con un libro, Lo que nunca se ha contado de las mejores exclusivas (Ed. Planeta). Coordinado por Lourdes Garzón, la directora de la versión española de la decana publicación norteamericana, el libro cuenta el intríngulis de entrevistas que los miembros de la redacción han hecho a personajes destacados y desgrana las conversaciones que han provocado que la princesa Letizia o la mismísima duquesa de Alba dejen ver más mucho allá de su perenne imagen pública.
Uno de los grandes desafíos a los que se enfrentaron fue aquel en el que se citaron en Zarzuela con el príncipe Felipe y Letizia. El objetivo era ver el trabajo de los herederos a la corona de cerca. Era un día lluvioso de 2008. Los príncipes de Asturias ostentaban ese título desde hacía cuatro años pero, indudablemente, aún no estaban sometidos a la hecatombe monárquica que ha caracterizado la época de vacas flacas económicas y que los ha acabado convirtiendo en otra diana a la que se dirigen no pocos dardos. A Letizia le parecía que, para que viesen su día a día con precisión, los encargados del reportaje podrían acompañarles a un acto en Murcia. El príncipe Felipe no escuchó lo que estaba diciéndole su consorte y esta dio muestras de su comentado carácter. “¡Hijo, hoy estás sordo, la verdad!”, espetó. Lo que antaño se habría tomado como la intrascendente broma entre una real pareja, hoy sería escrutado con lupa. Mucho han cambiado las cosas.
Otra de las grandes exclusivas del medio fue la referida a Corinna, la princesa alemana, la “entrañable amiga” del rey don Juan Carlos que, con sus declaraciones y su rubio cegador, ha contribuido a esa hecatombe monárquica. Vanity Fair consiguió hablar con ella, y no siempre estaba dispuesta a hacerlo sobre ciertos asuntos. La alemana que ha puesto en jaque a la monarquía aseguró que estaba preocupada porque recibía “amenazas” continuamente desde que su nombre había salido a la luz pública. Los que rodeaban a Corinna también tuvieron voz en la publicación, asegurando que se había casado “para heredar un título y tener un principito”.
Otras bombas informativas en forma de reportaje a toda página tuvieron que ver con un Ricky Martin recién salido de un armario en el que se había mantenido años, encerrado bajo la incómoda llave de la presión mediática. El cantante no quería que fotografiasen su domicilio. Cosa natural cuando tu homosexualidad recién declarada te ha puesto en varios ojos del huracán. En enero de 2012, la revista consiguió hacerle una entrevista y no sólo eso. Ricky les presentó a su hombre, ese portorriqueño moreno y guapo que salía con él desde 2008. También pudieron otear a los gemelos de tres años del cantante, Matteo y Valentino. Cuando la periodista le preguntó cómo se sentía confesó con cierto resquemor el consejo que le habían dado años atrás. “Si tienes novia, no lo cuentes porque decepcionarás a tus fans”, le dijeron. Él se preguntó qué ocurriría si en vez de novia fuese un novio.
En otras ocasiones, lo difícil es contar lo inédito de un personaje cuya repercusión social ha convertido en entelequia. Lo lograron con la duquesa de Alba y su nuevo duque, un cinéfilo, comedido y hasta bromista Alfonso Díez. Sin embargo, conseguir retazos nuevos de algo viejo requiere no sólo de una concienzuda planificación, sino también de la aceptación de las normas que impone el personaje. “No dejéis los bolsos en el suelo. La duquesa no quiere ver nada fuera de su sitio”, les decían antes de que doña Cayetana les confesase que su Alfonso le regalaba “vestidos demasiado cortos”. “A veces parezco yo el mayor de la pareja”, remataba el neoduque.
Sea como sea, la nueva publicación de Vanity Fair concita el sueño de todo periodista que lidia con los vips: ser el depositario de la novedad, del secreto, de la otra faceta de un personaje público. No todos los días se puede lograr saber que la princesa Letizia enuncia un “Te presento a mi chico” cada vez que tiene que presentar a alguien que no necesita de ninguna presentación, el heredero al trono español. Un instante de verdad al que no es ajeno ningún periodista, ni siquiera la princesa de Asturias.
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