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INFINITA VERGUENZA - ANGELES CASO

UN CIERTO SILENCIO
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Infinita vergüenza

Magazine | 24/10/2013 - 23:59h | Última actualización: 11/10/2013 - 13:07h
Infinita vergüenza
Infinita vergüenza Patrick Thomas
Unos minutos antes de escribir este artículo, oigo al presidente de la Comisión Europea pronunciar una frase grandiosa: “Europa no puede mirar hacia otro lado cuando hay barcos que se hunden y se destrozan cientos de vidas”. El señor Durão Barroso dijo esas magníficas palabras durante su visita a Lampedusa. Imagino que haría un día estupendo, que al hombre poderoso lo habrían trasladado hasta allí, después de pasar la noche en algún hotel de cinco estrellas, en un bonito avión privado, donde debió de tomarse un riquísimo desayuno, y que algún cochazo de temperatura perfecta lo llevó de un lado a otro de la isla, mientras le indicaban el lugar de la tragedia, ese enorme agujero negro en medio del mar, bajo la dulzura azul y dorada del Mediterráneo, en el que resonarán para siempre los lamentos de los 300 muertos de hace unos días.

¿Europa no debe mirar hacia otro lado…? Ojalá. De momento lleva haciéndolo muchos años. Girando la cabeza ante la miseria de un continente al que durante siglos se dedicó a esquilmar y masacrar. Europa mira hacia otro lado, sí, mientras los señores de la guerra africanos matan y violan y torturan, y sus dictadores se agarran al poder y las riquezas con uñas y dientes. Lo hace mientras millones de personas pasan innecesariamente hambre, mueren de enfermedades fácilmente curables y soportan abusos indescriptibles.

Europa cierra los ojos mientras los mejores de entre todos esos seres desdichados, los más fuertes y valientes, se juegan la vida para llegar aquí, a este paraíso nuestro que les garantizará, creen, un poco de dignidad para ellos y las familias que se quedan allá. Gira la cabeza mientras las mafias los estafan o los gobiernos de algunos países del norte de África maltratan a sus vecinos subsaharianos, tras haberles caído encima la lluvia dorada del dinero europeo y la civilizada petición de que alejen de nosotros esa lacra. Sí, así es, ante la mirada ciega de la Unión Europea, Marruecos organiza 'cacerías' de inmigrantes a los que luego abandona, desprovistos de todo, en pleno desierto. Lo saben las oenegés, lo cuentan los supervivientes. Hay pruebas de sobra, pero los burócratas y los políticos europeos, tan encorbatados y decentes, no se enteran.

Está claro que sólo ven lo que quieren ver. No miran el estado en el que se encuentran muchos centros de retención de emigrantes, no leen las leyes que, como en Italia, impiden a cualquier persona ayudarles bajo penas severas o, como en España, les niegan el acceso a la sanidad común. No observan el estado de los edificios 'sociales' en los que se agolpan en muchas ciudades francesas ni se enteran de la cantidad de veces en que son explotados por empresarios sin escrúpulos. No apoyan a los grupos que luchan en sus países por los derechos humanos y por el desarrollo decente, no castigan a las corporaciones que esquilman sus territorios, no persiguen a las mafias que los trasladan hasta nuestras puertas en condiciones infrahumanas. Ni siquiera parecen haber oído –al menos a día de hoy– que el gobierno italiano concederá la nacionalidad a los pobrecitos muertos de Lampedusa y considerará delincuentes a los supervivientes. Lo dijo el buen papa Francisco, lo gritan los ciudadanos de la isla y yo lo refrendo: qué vergüenza. Qué infinitaI vergüenza.


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