Un día de aciertos empañado por un sonado error. A estas alturas, es un secreto a voces que la actitud de la princesa de Asturias la había convertido en un miembro poco popular dentro de la Familia Real. Así lo demostraban varias encuestas y lo proclamaban varias voces en contra. Sin embargo, la recepción celebrada en el Palacio Real con motivo del Día de las Fuerzas Armadas ha aminorado ese recelo progresivo, al menos por parte de la prensa que acudió a cubrir el acto. La impopularidad de la princesa ha sido alimentada, en muchas ocasiones, por su actitud en lugares como Mallorca, afirmando que aquello no eran “vacaciones” o las escapadas privadas en medio de rumores de distanciamiento con el Príncipe este mismo verano. Hubo fotógrafos que llegaron a protestar por el horario elegido por ella y el príncipe a la hora de posar ante los medios junto a las infantas Leonor y Sofía en el verano de 2012. Sin embargo, la Letizia que los periodistas presentes en Palacio Real vieron este sábado parecía muy distinta, según han narrado estos a Vanitatis. La asombrosa transformación de su carácter fue notoria aunque se saliese del protocolo con un gesto que ha sido harto comentado en las redes sociales y en todas partes: aquel que se produjo cuando no quiso beber de la copa que alzaron ella, el Príncipe, la reina Sofía, y la infanta Elena “por España y por el Rey”
Los aciertos:
1.-El ‘look’
No son pocas las ocasiones en las que la princesa de Asturias ha sido duramente criticada por saltarse el protocolo con su indumentaria. El largo de la falda demasiado corto en la recepción del Papa el pasado mes de marzo fue bastante comentado. En esta ocasión, Letizia pareció acertar con un modelo de Felipe Varela confeccionado a base de rafia y algodón, con un ‘tweed’ de lana que encajaba con la sencillez de su maquillaje. No obstante, el encaje de la prenda ha despertado alabanzas pero también unas cuantas voces en forma de crítica. Muchos decían que no era el más adecuado para un acto de estas características. En el caso de la princesa, parece que nunca llueve a gusto de todos.
2.-La sobriedad
La sobriedad de la princesa se vio acrecentada por un acto en el que tenía más protagonismo que el acostumbrado otros años. Durante el desfile, nadie pudo sorprenderla en un renuncio. Era la primera vez que el Príncipe Felipe presidía el desfile del Día de la Hispanidad debido al estado convaleciente del Rey. Estaba claro el poder simbólico de la imagen de los príncipes como futuros herederos de la corona y, a juzgar por las opiniones de los asistentes, cumplieron a la perfección.
3.-La cercanía
A diferencia de otros años, los ‘corrillos’ con los periodistas fueron mucho más cercanos por parte de la princesa. Mientras que en otros actos siempre se mostró bastante distante con sus ex compañeros de profesión, en esta ocasión lució la mejor de sus sonrisas e hizo gala de esa simpatía en la que muchos ven un estudiado cambio de actitud para ganar popularidad. La princesa se acercó a los periodistas y les habló en un tono cordial que les sorprendió gratamente, según la mayoría de los presentes. Estaba mucho mas relajada y habló con los periodistas y con el resto de invitados. Cuando la prensa le preguntaba  por las infantas contestaba como lo haría cualquier madre. "Están muy bien y encantadas con el colegio" explicaba a Vanitatis uno de los asistentes a la reunión real que frecuenta este tipo de reuniones con la Familia Real. 
4.-La sonrisa:
Siguiendo la tónica habitual en las últimas semanas, la princesa de Asturias no dejó de sonreír durante la recepción en el Palacio Real. Los allí presentes vieron la transformación: si unos minutos antes, durante el desfile, había sido la viva imagen de la seriedad y la solemnidad, durante la recepción mostró un tono amable y cordial que se ha convertido en habitual durante las últimas semanas. Muchos defienden la teoría de la campaña premeditada y se preguntan si el gesto no se debe a un ‘toque de atención’.
El error:
1.-El ‘no brindis’