MI VIDA

“Durante mucho tiempo creí que la verdadera vida estaba a punto de comenzar, pero siempre se presentaba un obstáculo en mi camino. Primero debía terminar tal o cual cosa o resolver algún asunto pendiente, o había que cumplir un período en alguna parte o saldar alguna deuda. Terminado esto, comenzaría la vida. Luego caí en la cuenta de que esos obstáculos no eran otra cosa que mi vida”.
(Bette Howland)


En mi opinión, eso que tenemos tan a mano y parece tan cotidiano, eso en lo que deberíamos estar en cada uno de nuestros instantes y con toda la conciencia –pero no lo estamos-, lo que llamamos vida, en demasiadas ocasiones lo convertimos en algo tan ajeno que parece que no es nuestra vida. Y esto es, tal vez, lo más dramático que nos pueda llegar a suceder.

¿Cuántas veces te has parado a lo largo de tu vida para tomar conciencia, pero muy conscientemente, de que lo que estás haciendo es vivir tu vida?

¿Cuántas veces en la última semana?

¿Cuántas veces hoy?

Apostaría a que a la primera pregunta habrás respondido que unas pocas, o algo parecido, y que a las dos últimas les habrás adjudicado una respuesta similar a “ninguna”.

Si tu respuesta es “ninguna” o “que no lo haces a menudo”, que se te pasan los días y los días aplazándolo, que se te va la vida sin darte cuenta, o estando atento sólo en ocasiones muy puntuales en las que algo te remueve entero, sería conveniente que este momento hicieras una parada y te dieras cuenta de lo que estás haciendo con tu única, irrepetible, e irrecuperable vida.

 ¿Qué haces con tu vida?

¿Aún sigues pensando que más adelante ya te pondrás firme y empezarás a tomar decisiones?

¿Crees que cuando llegue ese hipotético “más adelante” –que casi me atrevo a decir que nunca llegará ese “más adelante”- alguien te va a devolver la vida perdida?

No eres inmortal. Lo siento. No tienes siglos y siglos de vida con la edad que tienes en este momento. No.