Diferentes estudios han propuesto que los maltratadores de género pueden ser clasificados en función de la psicopatología, la severidad de la violencia y la frecuencia. En este caso, se planteó un estudio de campo con el objetivo de definir una tipología del maltratadores basada en la evidencia y sus implicaciones para la rehabilitación y la reinserción. Para ello se evaluó a 187 varones condenados por violencia de género, de los que 111 cumplían condena en prisión y 76 en servicio a la comunidad.
La violencia doméstica es transversal a todas las culturas, sociedades y estatus sociales y tiene un impacto significativo en muchos aspectos. Se pretende reducir los problemas y consecuencias asociados con la violencia doméstica estableciendo programas de tratamiento de maltratadores. Sin embargo, existe un alto índice de abandono y reincidencia en maltratadores que han sido tratados. Una posible explicación es que muchos de los programas de tratamiento están estandarizados y se aplican de manera uniforme sin tener en cuenta los diferentes factores de interacción. La clasificación de maltratadores ha surgido como un campo de investigación para estudiar esta cuestión. La categorización de maltratadores aporta un práctico y exitoso método para planificar y diseñar intervenciones eficaces. La tipología más prominente fue desarrollada por Holtzworth-Munroe y Stuart (1994). Su análisis reveló que los hombres que son violentos con sus parejas mostraban heterogeneidad en características individuales relacionadas con tres dimensiones teóricas: a) severidad y frecuencia de la violencia marital; b) generalidad de la violencia y c) psicopatología. De este modo identificaron tres subtipos de maltratadores: generalmente violentos/antisociales (GVA), disfóricos/límites (borderline) (DB), y sólo familiares (FO). En una posterior prueba empírica de su tipología, se encontraron cuatro tipos: los tres mencionados previamente y uno adicional, el grupo antisocial bajo. Los maltratadores tipo FO están implicados únicamente en violencia marital y mostraron lo niveles más bajos de abuso sexual y psicológico, y ausencia de, o menor, psicopatología. Los hombres tipo DB están implicados en violencia marital de moderada a severa, aunque también manifiestan algunas conductas violentas fuera del domicilio. Son asimismo los más psicológicamente angustiados, experimentan celos delusorios y no toleran la separación. Los maltratadores tipo GVA son predeciblemente el subtipo más violento. Alcanzan niveles moderados a severos de violencia marital y extra familiar y generalmente poseen antecedentes penales. Tienen igualmente más probabilidad de presentar características del trastorno antisocial de personalidad o psicopatía. Finalmente, el tipo antisocial de nivel bajo (LLA), obtiene una puntuación moderada en conducta antisocial, violencia marital y violencia en general.
Sin embargo, las investigaciones en este campo presentan algunas limitaciones. En primer lugar, están basadas principalmente en muestras clínicas y forenses, con solo unos pocos estudios con reclusos. En segundo lugar, los investigadores tratan repetidamente de validar empíricamente las tipologías de maltratadores usando las mismas medidas y diseño. En este contexto, se ha diseñado un trabajo de campo, aplicando procesos similares a investigaciones previas, para analizar si las tipologías de maltratadores pueden extenderse a una muestra variada y a un conjunto diferente de medidas. Como era de esperar, se identificaron tres subtipos de maltratadores a partir de los datos empíricos: maltratadores no-patológicos (NP), trastornados (DB) y antisociales/violentos (AV). Estos resultados apoyan la heterogeneidad en los hombres que infligen violencia sobre sus parejas y la consistencia en lo que respecta a las tipologías estudiadas desde una perspectiva multicultural. Los análisis muestran que el grupo de maltratadores AV se caracteriza por ejercer violencia física y psicológica, por tener un comportamiento antisocial, estilo de vida desviado, antecedentes penales, violencia interparental y abuso de drogas. Los maltratadores DB muestran comportamientos de violencia psicológica, agresión física y hostilidad, así como sintomatología clínica (somatización, depresión, ansiedad, ideación paranoide), antecedentes penales, comportamiento antisocial y un estilo de vida socialmente desviado. Finalmente los maltratadores NP no se caracterizan por ninguna de las variables relacionadas con la criminalidad y la reincidencia.
Este estudio demuestra que, aun con un conjunto diferente de medidas, con una muestra diferente de maltratadores, y con distintos niveles de violencia, se puede hallar un patrón similar en las tipologías. En consecuencia, estos resultados avalan una consistencia relativa entre tipologías de maltratadores. Por otro lado, los hallazgos revelan que incluso con una brecha cultural de estudios anteriores, se pueden encontrar patrones semejantes en los tipos de maltratadores. Los resultados sugieren del mismo modo, que los maltratadores condenados a penas de prisión o servicios a la comunidad poseen unas características comunes que deben ser consideradas a la hora de tomar las posibles decisiones judiciales. Para concluir, estos hallazgos muestran que aunque el uso de una muestra variada puede cubrir un gran número de casos y ofrecer una mayor comprensión del fenómeno, aun así puede no conducir a resultados variables. Las tipologías de maltratadores dan por hecho que dado que los maltratadores son un grupo heterogéneo, los programas de rehabilitación deberían adaptarse al tipo de maltratador y a sus necesidades y carencias. Además, es necesaria una rigurosa evaluación de cada maltratador con el fin de identificar todas las carencias para mejorar la eficacia del tratamiento y adaptar el diseño de la intervención a sus características y necesidades. De hecho, está demostrado que diferentes maltratadores responden de manera distinta al mismo tratamiento. Los resultados relativos a los maltratadores DB revelaron que poseían un fuerte componente psicopatológico diferencial y requieren una intervención clínica específica. Es más, la psicopatología al ser considerada un importante factor de riesgo de violencia en general, los maltratadores con trastornos psicopatológicos no solo deberían participar en programas de rehabilitación, si no también someterse a terapia clínica con el objetivo de corregir la probabilidad de recaída/reincidencia. Se pueden establecer las mismas conclusiones para el grupo antisocial/violento. Consecuentemente, algunos autores argumentan que los maltratadores antisociales podrían beneficiarse de una intervención integral con un enfoque multimodal, un planteamiento cognitivo y conductual, y enfoque multinivel, dirigido al maltratador y a otras áreas relacionadas con la violencia sobre la pareja. Por último, al no presentar rasgos antisociales, los maltratadores NP son más proclives a la rehabilitación y probablemente tengan un mejor pronóstico. Con lo cual, deberían ser tratados por separado, no solo porque sus necesidades sean diferentes, si no también por el riesgo de contaminación por otros delincuentes con rasgos antisociales. Por consiguiente, la identificación de tipologías de maltratadores puede llevar a detecciones, evaluaciones de riesgo e intervenciones más precisas con el fin de reducir la violencia en el seno de la pareja y de este modo mejorar la protección de las víctimas de violencia doméstica.
Para concluir, cabe mencionar algunas de las lagunas que presenta la investigación actual. En primer lugar, la encuesta no lleva a cabo ninguna comparación con otro grupo no violento. Además, los estudios de tipologías usan un conjunto limitado de medidas para obtener grupos, basados esencialmente en un modelo intraindividual. No obstante, los resultados indican que los investigadores necesitan seguir atendiendo al sentido práctico de sus resultados empíricamente extraídos y que en futuras investigaciones sería necesario evaluar la precisión de estos perfiles de maltratadores.
Fundación Universitaria Behavior & Law – Club de Ciencias Forenses
Traducción y edición: Leticia Moreno
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