Debemos enseñar a los niños que las palabras por favor y gracias les pueden abrir muchas puertas, y que el respeto a los que les rodean es fundamental para ser igualmente respetados
El valor de dar las “gracias”, de tratar con respeto el alma del otro, el hacer uso del “por favor” en nuestras demandas o interacciones con aquellos que nos rodean es un acto de nobleza que merece la pena transmitir a los más pequeños.
Es muy posible que tú mismo seas “de esa generación”, de aquella a la que le enseñaron con firmeza que a las personas se les respeta, y que es necesario tratar con cariño para, a su vez, ser tratado también con reconocimiento.
Es esencial fomentar también este tipo de costumbres en nuestros hijos para que en su día a día no solo den ejemplo, sino que propicien entornos sociales más respetuosos y poder crear así, un mañana más íntegro.
Porque, lo creamos o no, pequeños gestos crean universos enteros. Te invitamos a reflexionar sobre ello.
El poder de dar las gracias, un acto que transmitir a nuestros hijos
Dar las gracias, decir buenos días o pedir las cosas por favor no es solo un acto de cortesía.
Lo creamos o no, es una forma de conseguir que nuestros niños piensen y pasen de ese egocentrismo habitual de la infancia temprana a ese reconocimiento del otro y de sus necesidades. Algo que debe acontecer ya a partir de los 6 años.
Veámoslo con detalle.
El desarrollo moral en los niños
Uno de los autores más conocidos a la hora de hablar del desarrollo moral de los niños fue sin duda Lawrence Kohlberg.
Cabe decir, eso sí, que pueden existir muchas diferencias de niño a niño, e incluso de hermano a hermano, pero lo habitual es seguir este desarrollo en lo que se refiere a la toma de conciencia del respeto, de las normas y el reconocimiento del otro.
- Durante la primera infancia, entre los 2 y los 5 años, el niño se rige solo por los premios y los castigos. Entiende que hay normas impuestas que hay que obedecer para ganar afecto y para evitar posibles regañinas o castigos.
- En la segunda infancia acontece, sin duda, la edad de oro. Entre los 6 y los 9 años se deja a un lado ese egocentrismo individualista de forma gradual.
De modo que, entre los 8 o los 10 años, el niño ya es capaz de entender ese bien común, ese respeto que ofrecer a los demás y que revierte en uno mismo.
- Es habitual que en estas edades salgan en defensa de sus amigos, de sus hermanos, que tomen conciencia no solo de lo que es justo de forma individual.
Poco a poco, y más llegada ya la adolescencia, desarrollarán una “justicia propia”, siendo críticos ya ante determinadas cosas que consideran poco respetuosas o injustas.
Gestos de cortesía para permitirles conectar mejor con el mundo
Cuando alguien ofrece a un niño de cuatro años un regalo, es común que los padres le indiquen aquello de “¿Qué se dice ahora?”, a lo cual, el niño, casi a regañadientes y en voz baja, diga eso otro de “Gracias”.
- No importa si hemos de repetírselo muchas veces: llegará un momento en que no solo lo automatice, sino que se dé cuenta de lo que consigue.
- Cuando pide “por favor” las cosas en clase, puede descubrir que un compañero se las ofrece con una sonrisa. A su vez, al decir “gracias”, el otro niño le responderá con agrado.
Todo ello propicia poderosas conexiones basadas en las emociones positivas.
- Este tránsito entre dar las gracias de forma obligada hasta que el propio niño lo hace con espontaneidad y con agrado es un proceso maravilloso que revertirá en su vida.
Porque los gestos positivos ofrecen calidez, y tratar con respeto a los demás hace las cosas más fáciles.
El poder de la crianza respetuosa
Estamos seguros de que ya has oído hablar de la “crianza respetuosa”. Es un concepto traído por autores William Sears o John Bowlby.
- En esta interesante corriente se enfatiza la necesidad propiciar la adaptación natural del niño a sus entornos, así como de fomentar la empatía en el niño, ese vínculo emocional que le permitirá entender mucho mejor el mundo, a las personas y a sí mismo.
- La crianza respetuosa es aquella donde se fomenta un apego saludable entre los padres y los niños, hay cercanía física, abrazos, caricias, palabras positivasy una comunicación continua.
- Pilares como las palabras positivas son clave en esta corriente.
Por ello, se intenta propiciar una educación basada en el refuerzo positivo, en la necesidad de dar las gracias, de pedir por favor, de ser pacientes y respetar los ritmos y los tiempos de los niños a la hora de adquirir conocimientos.
- La crianza respetuosa defiende que la emoción positiva tiene más poder que la negativa. Nuestros cerebros buscan siempre ese tipo de estímulos para sobrevivir y adaptarse mejor.
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Por ello, cuando el niño descubre que dar los buenos días, que pedir las cosas por favor y dar las gracias les proporciona refuerzos y un trato positivo, nunca lo van a dejar de hacer.
Vale la pena tenerlo en cuenta.
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