La hoja de ruta marcada por el Rey el día de su proclamación ha surtido efecto y la monarquía ha subido enteros tanto en las encuestas oficiales como en las privadas que manejan en Zarzuela. Unos datos que sirvieron en su momento para que en el entorno real se percataran que efectivamente había que cambiar las cosas. Los ciudadanos no estaban por la labor de aceptar determinadas situaciones y el papel de celofán y los lazos que adornaban la institución se estaban resquebrajando.
El Rey Felipe tomó las riendas, cambió el equipo y alejó todo aquello que no beneficiaba su posición, incluida a su hermana y su familia. Los niños Urdangarin no han vuelto a pisar Zarzuela, aunque en este caso es más una decisión de los padres. “O todos o ninguno”. Este verano estuvieron el tiempo justo en Marivent. Después sólo ha sido la Reina Sofía la que ha mantenido contacto directo con ellos en sus visitas a Ginebra. En cambio, hace meses que el Rey Juan Carlos no ve a sus nietos “los catalanes”, que es así como les bautizaron, del mismo modo que al matrimonio Borbón Ortiz cuando eran príncipes “los de la colina”, porque su casa se encuentra en un pequeño cerro con respecto al palacio de La Zarzuela.
El núcleo duro es el único que hay que cuidar, preservar y garantizar y por esoha llamado la atención los privilegios que Iñaki Urdangarin sigue manteniendo a pesar de su imputación. Y sobre todo porque ya no forma parte de la Familia Real, como así quedó claro con las nuevas directrices de Zarzuela. Los duques de Palma viajaron por separado a Barcelona la semana pasada y lo llamativo del caso es que tanto en el aeropuerto de El Prat como en el de Barajas Iñaki Urdangarín tuvo unas prerrogativas inexplicables para alguien en su situación. No accedió como el resto de los pasajeros. Le recogieron en una furgoneta que le dejó a pie de pista y subió directamente al avión por una escalerilla alternativa. Este trato se utiliza con personalidades, y no siempre, porque normalmente acceden por el finger. Tampoco se entiende que le acompañen fuerzas de seguridad. Sobre todo si se tiene en cuenta que la infanta Elena cuando viaja lo hace como todo el mundo y sin este tipo de parafernalia. En el AVE, por ejemplo, lo hace en preferente, ni siquiera en club.