ACABA DE PUBLICAR UN LIBRO
En cada rincón hay una parte de su vida. Recorremos junto a Paloma San Basilio su casa madrileña. La cantante acaba de publicar La niña que bailaba bajo la lluvia (Ed. Aguilar), que no es una autobiografía al uso, pero sí un recorrido personal de vivencias, sentimientos y aventuras profesionales que Paloma ha querido compartir con sus seguidores. Lleva toda su vida cantando, aunque según dice fue “más una cuestión del destino que una decisión meditada. Lo hacía desde niña, pero no pensaba que me pudiera ganar la vida porque yo estudié Filosofía y Letras”. Una carrera en la que se matriculaban las chicas de clase media hasta que se casaban. “Si hubieran tardado mucho en darme trabajo en esta profesión hubiera buscado otra cosa, porque tenía que ganarme la vida como fuera”, asegura.
Portada del libro 'La niña que bailaba bajo la lluvia'
No siguió las reglas establecidas de aquellos tiempos. Tuvo a su hija Ivana a los 20 años, se casó con el padre de la niña porque así tenía que ser y, como era natural, se separó porque el proyecto de vida era muy diferente. Proclama la maternidad deseada, consciente y el orden de prioridades que debe regir en este aspecto. “Los niños tienen que ser queridos, deseados, cuidados, protegidos, esa es la sociedad que quiero”.
De lo que más se siente orgullosa es de su hija, pero también ha llorado mucho por ella. “Nos pasa a todas las mujeres que trabajamos fuera de casa. He sufrido mucho por esas carencias que ella sentía. Hemos llorado las dos. Ella por mi ausencia y yo por lo mismo. Era complicado para Ivana entender que mamá se marchaba, aunque por supuesto en cuanto terminaba de cantar y sin dormir me volvía para estar con ella cuando se despertara”.
Con la adolescencia terminaron los desencuentros filiales y los reproches. “Mi hija es una mujer responsable, inteligente y con unos principios éticos que son los que ha visto en casa. Tuve la suerte de que mis padres vivieran conmigo y que Ivana recibiera ese ejemplo. Cuando la veo ahora me doy cuenta de que lo he hecho muy bien, aunque a veces pensara que no era así”.
Fotos y recuerdos
Recorre la casa y enseña esas imágenes familiares, sus cosas, sus talismanes: un clavicordio que recibió como herencia, un bolso de plata que descansa sobre la cómoda. Antigüedades como un reloj y dos espejos -regalo de Capi, su pareja-, dispuestos en la entrada de la casa, o una estantería con algunos de los premios, un cuadro que refleja una Sevilla nocturna, una pequeña escultura en forma de paloma con la firma de José Luis Perales, el Grammy a su carrera…
Paloma San Basilio, en un instante de la entrevista
En este sentido no es una artista al uso que muestre sus logros por todas partes. No hay discos de oro ni de platino ni de ningún tipo colgados en las paredes. “El Grammy sí, porque fue emocionante ese reconocimiento”, dice. Lo que abunda son marcos de fotos donde aparecen imágenes de sus padres, hermanos, primos y, por supuesto, Ivana y los nietos. Una familia muy unida y con la tragedia muy presente. Uno de sus hermanos y su mujer murieron en un accidente de aviación y tiempo después falleció otro de sus hermanos. “No se supera, lo que el tiempo hace es que te acostumbras a vivir con ese dolor”.
Su casa es un reflejo de sus vivencias. Espacios amplios con mucha luz y ventanales que dan a un jardín donde cada planta, cada árbol, tiene su historia. Los rosales son un homenaje a su madre, la hiedra de colores que rodea la parcela dibuja el otoño, el castaño de indias “marca las estaciones y es lo primero que veo cuando me levanto” y orquídeas por todas partes, dentro y fuera. “Es mi flor preferida. Las cuido, las mimo, las hablo y por supuesto las canto”. En el jardín pasa mucho tiempo incluso en invierno, en esos días soleados tan agradables recuerda la época en la que tenía casa en México. Sofás de hierro forjado con tapicerías y almohadones coloristas. Un ambiente relajado para leer, escuchar música, escribir.
Los años más duros
Después de su primer libro, La niña que bailaba bajo la lluvia, tiene ya otra obra literaria de la que no quiere hablar mucho. “Es una novela ambientada en el sur, durante la guerra y con unos personajes que tienen un pasado. Y ya no digo más”. Su vida sentimental y personal ha sido discreta igual que su trayectoria vital. “Mi intimidad es solo mía y no solo hay que preservarla, sino cuidarla. Así me lo enseñaron. Mis padres han sido referente y el ejemplo para mí y mis hermanos. Éramos una familia muy unida y donde nunca se ha gastado por encima de nuestras posibilidades. No salíamos de vacaciones porque no había dinero”, asegura.
Paloma Barrientos y Paloma San Basilio charlan sobre su libro
Cuando se le comenta que la imagen que ha dado siempre es de una mujer sin problemas económicos se ríe. “Lo cuento en mi libro. Yo empecé sin tener un duro y cuando Valerio Lazarov me dijo que me quería para un especial de televisión no tenía ropa. Había unos zapatos que teñí tres veces, una faldita y un fular que lo coloqué cruzado y lo convertí en traje. Y con mi hija igual. Ivana tenía unas chaquetitas de punto monísimas que primero eran abriguitos y según iba creciendo se convertían en tres cuartos. He trabajado muchísimo y fui haciendo hucha. Un año hice 130 actuaciones y me volvía para ahorrarme el hotel. Todo lo que tengo es fruto del esfuerzo y el trabajo. Ahora que la corrupción está incrustada en la sociedad, recuerdo cómo mi padre, que era economista, nos decía que si tenías cuatro no podías gastar cinco y eso es lo que he hecho toda mi vida. Lo que no puede haber es impunidad, que no pasa nada y que se puede robar a manos llenas. La sociedad se tiene que regenerar”.
Paloma tiene una vida tranquila y está muy satisfecha con lo que ha conseguido tanto en su parte afectiva como laboral. Hace un año anunció que dejaba de cantar y que se dedicaría a otras actividades como pintar, escribir, viajar y sobre todo pasar más tiempo en Los Ángeles, donde viven su hija y sus nietos. Como el título de la película de James Bond, ella hace suya la frase de Nunca digas nunca jamás. “La música es mi vida, pero quise establecer esa distancia y no sentir la obligación de tener que sacar un disco, hacer promoción, firmar galas. Ya no quiero vivir esa presión”. Se considera una mujer equilibrada, apasionada que mantiene la ilusión por el aprendizaje.Le encanta la física y hasta podría haber sido ingeniero nuclear. “Si ahora tuviera 20, seguro que lo habría intentado. Me apasiona y leo temas relacionados con esta materia. Sí, sigo bailando bajo la lluvia”, concluye.
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