VIDA EN PAREJA
La relación entre un hombre y una mujer ejemplifica la idea de que –como en casi todo lo importante de la vida– el esfuerzo y el trabajo del día a día es lo que garantiza el éxito. Sin embargo, parece que la sociedad en general acepta la falsa creencia de que el amor es algo que se mantiene por sí solo cuando es verdadero.
En la encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas en el año 1995, sobre actitudes y conductas afectivas de los españoles, podemos leer que un 77% de mujeres y un 75% de varones opinan que el amor verdadero lo puede todo. La realidad, que conocen sobre todo los profesionales en terapia de parejas, es bien distinta. Muchos acontecimientos vitales frecuentes en la vida suponen riesgo para la estabilidad de la pareja. El nacimiento de un hijo, constituye un buen ejemplo de cómo una pareja debe reajustar su vida y compartir el tiempo con un tercero.
La realidad es que el tiempo disponible para la pareja es limitado y el papel de la mujer resulta muchas veces heroico: ellas se han incorporado al mercado laboral, pero los hombres andan aún rezagados en su incorporación al cuidado del hogar y de los hijos.
Estas circunstancias se van modificando con el paso del tiempo, y en la edad madura por fin contamos con más momentos para dedicarnos y dedicarle al amor.
El amor maduro
La relación de pareja en la etapa madura (a partir de 50 ó 55 años según los casos) está rodeada de una serie de circunstancias que deben ser consideradas. Los hijos se han emancipado económicamente, pero, aunque sigan en casa, no requieren tanta atención. En el aspecto laboral se empieza a pensar en la jubilación. En general, la organización de la casa es más sencilla por una cuestión de práctica. Se produce el reencuentro con la pareja al contar con más tiempo libre. Esta circunstancia, bien aprovechada, puede convertirse en una oportunidad para disfrutar de la relación y de aficiones comunes.
Una pareja unida desde hace tiempo tiene muchas ventajas:
1. El enamoramiento se transforma en cariño y apoyo.
2. Se atienden más las necesidades del otro. El cuidado mutuo es más esmerado.
3. Las personas han ido madurando juntas y se adaptan mejor el uno al otro que en los inicios de la relación. Aumenta la tolerancia hacia los defectos del compañero. Se aceptan mejor las discrepancias.
4. La intimidad es más profunda y se comparten inquietudes y sentimientos que no se comparten con nadie más.
5. Crece la sensación de confianza y de soporte recíprocos.
6. En cuanto a la sexualidad, éste es un momento con muchas ventajas, la despreocupación por la anticoncepción, el estar más descansado, la disponibilidad de tiempo para hablar con confianza, la influencia positiva de la experiencia. Además, la seguridad en la relación supone un alivio en cuanto al rendimiento sexual; desaparece la «ansiedad por cumplir».
1. El enamoramiento se transforma en cariño y apoyo.
2. Se atienden más las necesidades del otro. El cuidado mutuo es más esmerado.
3. Las personas han ido madurando juntas y se adaptan mejor el uno al otro que en los inicios de la relación. Aumenta la tolerancia hacia los defectos del compañero. Se aceptan mejor las discrepancias.
4. La intimidad es más profunda y se comparten inquietudes y sentimientos que no se comparten con nadie más.
5. Crece la sensación de confianza y de soporte recíprocos.
6. En cuanto a la sexualidad, éste es un momento con muchas ventajas, la despreocupación por la anticoncepción, el estar más descansado, la disponibilidad de tiempo para hablar con confianza, la influencia positiva de la experiencia. Además, la seguridad en la relación supone un alivio en cuanto al rendimiento sexual; desaparece la «ansiedad por cumplir».
Cuando las cosas no van bien
Muchas parejas en esta etapa se encuentran viviendo una situación completamente nueva, incluso el compañero/a no parece el mismo/a. La relación puede verse alterada por varias razones. Es fácil que se produzcan desacuerdos y problemas de ajuste:
1. Del mismo modo que se dan más desavenencias en periodos vacacionales e incluso aumenta el número de separaciones y divorcios, el hecho de la jubilación hace que se disponga de mucho más tiempo para estar juntos y aumenten las posibilidades de roces y desacuerdos.
Ahora sobra el tiempo y se ha perdido el hábito de conversar como se hacía en el noviazgo.
1. Del mismo modo que se dan más desavenencias en periodos vacacionales e incluso aumenta el número de separaciones y divorcios, el hecho de la jubilación hace que se disponga de mucho más tiempo para estar juntos y aumenten las posibilidades de roces y desacuerdos.
Ahora sobra el tiempo y se ha perdido el hábito de conversar como se hacía en el noviazgo.
2. Se produce una tendencia en las parejas que viven juntas muchos años a interpretar e incluso a adivinar lo que el otro siente y piensa: «Te conozco bien, no me engañas». En este caso, podríamos decir que no hay nada peor que conocerse, ya que la pareja no se actualiza, interactúa en función de viejos esquemas. Las personas cambian y por tanto las relaciones también.
3. En lo que respecta a la relación sexual, en ciertas generaciones, está marcada por prejuicios educativos en su mayor parte y por cierta tendencia a relacionar el ser mayor con ser asexuado.
4. En la edad madura hay crisis personales que influyen en la relación de pareja. Los estereotipos sociales que nos obligan a ser eternamente jóvenes, guapos y sanos entran en conflicto con la realidad: la salud comienza a resentirse, puede que se haya engordado, salen arrugas. Hay que identificar esta trampa social y cuidar la autoestima.
5. La jubilación provoca una disminución de ingresos que es necesario evaluar conjuntamente para mitigar los posibles efectos.
6. La rutina puede ser otra fuente de infelicidad. Por eso, es bueno cultivar otras relaciones y las aficiones personales.
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