La idea de la inmortalidad es un anhelo consustancial a los seres humanos, que responde más bien a un deseo o acto de fe que a un argumento racional. Los filósofos y científicos suelen considerar la inmortalidad como una respuesta a la angustia o el miedo que produce la conciencia de la muerte. Sin embargo, los resultados de una investigación llevaba a cabo por psicólogos de la Universidad de Boston han revelado conclusiones sorprendentes: la idea de alma, como un ente eterno que vive al margen del cuerpo, “es innata a las personas”. Es decir, la inmortalidad es una creencia “profundamente arraigada desde los primeros años de la infancia”, independientemente de la educación y del entorno en el que se desarrollen los niños.
El estudio The Development of Children’s Prelife Reasoning, publicado en el último número de la revista Child Development, demuestra que existe una especie de ‘patrón cognitivo universal’ alrededor del concepto de inmortalidad, aunque este se va alterando a medida que los niños van desarrollándose. Cuantos menos años, más tienden a manifestar dicha propensión. Estas conclusiones ponen en entredicho la influencia de los factores culturales y religiosos a la hora de concebir la vida eterna, pues todos los seres humanos nacerían con las mismas creencias sobre la “pre-vida”.
Un pensamiento intuitivo que se va perdiendo al crecer
Para llegar a estos resultados, el equipo de investigadores dirigido por las psicólogas Natalie Emmons y Deborah Kelemen realizó diversos grupos de discusión, que completaron con entrevistas personales e interpretación de dibujos, con varios grupos de niños, divididos por edades (desde los cinco hasta los doce años) y entorno social (campo y ciudad).
La idea de alma es innata a las personas, aunque va perdiendo peso con la edad y la influencia del entornoLos investigadores comprobaron que la mayoría de los participantes eran propensos a pensar que existieron antes de haber sido concebidos. Una existencia que no sería tanto material, sino espiritual, pues llegan a la conclusión de que durante esa etapa ‘pre-vida’ tendrían emociones y sentimientos, pero no capacidades físicas, como ver, escuchar o hablar.
La creencia universal de que el alma existe antes de que se produzca la concepción, va disminuyendo a medida que los niños se van haciendo mayores. Así, esta idea prevalecía en casi el 90% de los participantes con cinco y seis años, mientras que descendía hasta poco más del 70% en el grupo de edad de once y doce años. Por tanto, la reencarnación es un pensamiento intuitivo, pero se va perdiendo a medida que aumenta la capacidad de raciocinio.

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El alma como ente independiente del cuerpo
Entre los participantes se incluyeron a niños que pertenecían a tribus amazónicas pero, sorprendentemente, sus pensamientos sobre estas cuestiones eran bastante similares a los niños de ciudad. En algunas cuestiones, estos últimos incluso tenían concepciones más espirituales que los indígenas. Unos resultados que, según explican los autores en las conclusiones del estudio, “confirma que las enseñanzas culturales o religiosas no motivaron los patrones de respuesta”.
Los autores del estudio plantean en las conclusiones que es posible estudiar las creencias religiosas si se sigue la metodología utilizada en esta investigación. De hecho, apuntan como hipótesis que las raíces de las religiones y creencias espirituales pudieron ser la codificación de estas creencias innatas al ser humano. Otra de las hipótesis que lanzan es que, contrariamente a lo que la mayoría de científicos defiende, el alma no es un producto del cerebro, sino que está al margen del cuerpo físico, pues existiría antes de la concepción y después de la muerte.