Hay muchos días históricos en la vida del Rock a lo largo de la última mitad del siglo XX. Entre ellos están, por ejemplo, las muertes de Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper, el festival de Woodstock, el concierto de los Beatles en el Shea Stadium… Y también el 17 de mayo de 1966, cuando Bob Dylan dejó claro al mundo que lo suyo no era el folk ni ceder a las exigencias de sus fans.
El camino hacia el Rock
Antes de hablar del concierto del Manchester Free Trade Hall que trastocó la carrera de Dylan sería conveniente detenerse para entender cómo llegó hasta aquí. En muy pocos años, el joven Dylan forjó su posición como uno de los cantautores más importantes de la historia y también como uno de los cabecillas de la recuperación de la música folk que arrasó en Estados Unidos entre los años 40 y 60. Artistas como Joan Baez y Pete Seeger le ayudaron a convertirse en el “profeta”, “la voz de una generación”, términos que él acabó por rechazar al no sentirse en absoluto identificado con ellos.
Si 1963 fue el año estrella de la canción protesta con The Times They Are A-Changin’, un año más tarde Dylan ya no tenía ningún interés en escribir para los demás. Sus letras se volvieron más introspectivas y enrevesadas, con un carácter más surrealista y en muchas ocasiones difícil de descifrar. A pesar de su decisión en cuanto a distanciarse de la comunidad folk, la gente seguía considerándole un héroe, y él no se había desprendido aún de la imagen de cantautor estereotípico, a solas con la guitarra y la armónica.
Parece que para 1965 la ruptura con el folk ya era casi definitiva. En la película que rodó a principios de año, Dont Look Back, la actitud de Dylan se acercaba más a la de una estrella del rock engreída. Se vestía como los mods de Carnaby Street, se rodeaba de amigos beatnik y escuchaba a los Beatles. La revolución comienza aquí, con la salida al mercado de Bringing It All Back Home, un disco en el que la presencia de la guitarra eléctrica es más que notable. Los fans más veteranos se echaron las manos a la cabeza preguntándose qué había pasado con su ídolo.
El disco sienta las bases para lo que sería su música en los dos próximos años. Mucho más cercano al blues y con la intención de llevar al pop por un nuevo camino, en el verano de 1965 Dylan grabó Like A Rolling Stone y marca el comienzo de una etapa. Críticas mordaces, referencias a la cultura popular, personajes de cuentos desfilan por Highway 61 Revisited. Las opiniones sobre el nuevo disco fueron muy diversas. Los puristas le consideraron un traidor y le abuchearon en el concierto del festival de Newport, la primera vez que tocó la guitarra eléctrica en público. Sin embargo, Dylan no se retractó en su decisión y siguió adelante con la firme intención de hacer rock.
La gira que comienza después del verano fue frenética y conllevaba la preparación de un nuevo disco y un libro de poemas que llevaba posponiendo mucho tiempo. Descubrió que la única manera de mantener ese ritmo era gracias a las anfetaminas y la marihuana. Esto también le ayudó a desarrollar un período creativo muy fértil que se refleja en todas las obras maestras que compuso en aquella época: Visions of Johanna, I Want You, Sad-Eyed Lady Of The Lowlands…
Cuando Dylan se convirtió en Dylan
Toda esa creatividad la pagaría con un aspecto desmejorado y una salud muy frágil. Es el momento donde se crea el mito Bob Dylan y su imagen habitual, la que le persigue desde 1966: abundante pelo rizado, ropa estrambótica, gafas de sol, cigarrillo y lengua viperina. Los periodistas le acribillan con preguntas sobre su repentino cambio de imagen y estilo musical y él responde sarcástico o de mala gana. Por otro lado, los conciertos consisten en puro ruido, pura electricidad. En la primera mitad del concierto, Dylan toca con guitarra acústica y armónica y en la segunda mitad le acompañan The Hawks, un grupo que más tarde se convertiría en The Band.
Ninguno de los conciertos de 1966 se libró de abucheos. Se cuenta que incluso en alguno de ellos llegó a volar alguna botella de cristal que tenía como objetivo romper los amplificadores. La primera parte del concierto daba a los fans más puristas la oportunidad de ver al que ellos creían el Dylan “auténtico” y escuchar algunos de sus mejores solos de armónica. Cuando aparecía The Band, en cambio, el ambiente tomaba un giro brusco y se tornaba hostil. Además, Dylan hacía todo lo posible por crispar los nervios de los fans: en el concierto de París se pasó quince minutos afinando la guitarra, y no tuvo ningún miramiento en tocar con una bandera de los Estados Unidos colgada detrás de él.
En el Manchester Free Trade Hall la tensión estaba en el aire. Dylan rebosaba energía y sus fans, ira. Entre los asistentes había un inglés que acompañaba a un amigo y que había aceptado ir con la idea de ver al antiguo Dylan. La sorpresa fue mayúscula al encontrarse con lo más parecido a un beatnik tocando una versión eléctrica de un clásico del folk, Baby Let Me Follow You Down, y a un grupo con una energía fuera de lo normal.
Al final del concierto sucedió lo que lo hizo legendario: el inglés se levantó cuando Dylan terminó la penúltima canción y le llamó Judas. Dylan le respondió con un “¡No te creo, eres un mentiroso!” y gritó a The Band que tocaran Like A Rolling Stone “jodidamente fuerte”. Es, ni más ni menos, la versión más explosiva del himno dylaniano por excelencia y también la manera en la que Dylan demostró que estaba más allá de críticas y exigencias. En definitiva, que iba a hacer “lo que le diera la gana”.
La odisea de estrella del rock no duró mucho más. Unos meses después del Free Trade Hall sufrió un aparatoso accidente de moto tras el cual se retiró de los escenarios hasta una década más tarde. Algunos fans aún creen que el accidente no fue más que una excusa para desaparecer del mundo público durante un tiempo y así satisfacer su deseo secreto de llevar una vida tranquila junto a su familia. De lo que no hay duda es de que, a pesar de los altibajos que conllevó la electrificación de Dylan, le convirtió en un mito musical con tan solo 24 años.
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