Hay muchos mitos en torno a la edad que sobreviven, pese a que las pruebas de su falsedad son notables y visibles. El primero a cuestionar quizás sea el de la edad como un determinante de posibilidad, cuando lo cierto es que actualmente nadie es demasiado joven o demasiado viejo para lograr sueños que parecen pasados o que aún no tocan. Lo vemos a diario, pero no terminamos de creer que nunca es tarde mientras haya vida.
Los jóvenes llevan la mejor parte, porque son precisamente ellos quienes han derribado el mito de que se necesitan décadas de experiencia para alcanzar un logro. Steve Jobs, Bill Gates o Mark Zuckerberg son prueba de que esto es falso. Pero así como estas personas sin muchos años lograron objetivos por los que a esa edad nadie apostaría, también sobran los casos de personas de avanzada edad que conquistan su sueño.
Sin embargo, la acumulación de años, las canas y todo lo que recuerde las etapas postreras de la vida, francamente, no está de moda. Por eso quienes han vivido más de cuatro décadas suelen pensar que ya no están en edad de proponerse nuevos objetivos o de ir tras esas ilusiones que han acariciado en sus momentos más audaces. Nada más falso. Si hay vida, no es tarde.
Las nuevas oportunidades no tienen que ver con la edad, sino básicamente con tres virtudes: perseverancia, concentración y pasión. Las dos primeras son casi siempre producto de la madurez; pero la pasión es uno de esos atributos que se abandona con el tiempo.
Por eso, muchas personas de avanzada edad no se sienten con derecho de soñar, ni de ir tras todo aquello que siempre han anhelado, pese a que están en un momento inmejorable para lograrlo. Para la muestra, algunos botones.
Charles Darwin sabía que nunca es tarde
La publicación de “El origen de las especies” cambió por completo la historia de la ciencia contemporánea. Pero, ¿sabías que Charles Darwin tenía cincuenta años cuando lo logró? A pesar de que había comenzado su aventura de investigador a los 22 años, tardó casi 30 años en completar su tarea. Las suyas eran las investigaciones más innovadoras de su tiempo, a pesar de que él ya veía aparecer las canas en sus sienes.
En su autobiografía, Charles Darwin deja un texto que resume de una manera magistral su pensamiento al respecto:
“Por lo tanto, mi éxito como hombre de ciencia […], ha sido determinado, en la medida que puedo juzgar, por complejas y diversas cualidades y condiciones mentales. De ellas, las más importantes han sido: a) la pasión por la ciencia; b) paciencia ilimitada para reflexionar largamente sobre cualquier tema; c) laboriosidad en la observación y recolección de datos y d) una mediana dosis de inventiva así como de sentido común. Con unas facultades tan ordinarias como las que poseo, es verdaderamente sorprendente que haya influenciado en grado considerable las creencias de los científicos respecto a algunos puntos importantes”
Escritores y genios tardíos
José Saramago es uno de los escritores más leídos del mundo. Lo que muchos no saben es que logró su primer gran éxito literario a la edad de 58 años, con la novela “Alzado del suelo”, un éxito que consolidó los años siguientes con otras novelas que le llevaron hasta el premio nobel en 1988.
La escritora afroamericana Toni Morrison publicó su primer libro a los 40 años. Y 22 años más tarde, ganó el Premio Nobel de Literatura. A su vez, la gran escritora británica Penelope Fitzgerald publicó su primer libro cuando estaba a punto de cumplir los 60 años. Después de muchos naufragios personales y literarios, finalmente pudo lograr su sueño de publicar y un par de años después ganó el premio Booker Prize, uno de los más prestigiosos en el Reino Unido.
Otro caso interesante es el de Winston Churchill, quien no llegó al poder hasta los 66 años de edad. Fue uno de los más importantes gobernantes en toda la historia de la Gran Bretaña y tuvo además en sus manos el curso de la Segunda Guerra Mundial. Pero, además, ganó el Premio Nobel de Literatura a sus 76 años.
Estas y otras historias, como las de Alexander Flemming, el descubridor de la Penicilina, Walt Disney, Raymond Chandler, Ang Lee y muchos más prueban que la edad no tiene nada que ver con la conquista de los sueños. Únicamente es tarde cuando renuncias a soñar o cuando la muerte tiende su celada y, ahí sí, hasta donde conocemos nos despoja de cualquier oportunidad.
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