Hay personas que lloran fácilmente con las películas, otras se avergüenzan de mostrar esas emociones, sobre todo los hombres, porque piensan que las lágrimas les hacen más débiles. Sin embargo, lo cierto es que llorar con un filme no es una señal de debilidad sino todo lo contrario, indica que estas personas son más fuertes emocionalmente.
En realidad, no hay nada de vergonzoso en llorar. Llorar es humano e indica simplemente una emoción, que puede ser tristeza, nostalgia o incluso felicidad o ira. De hecho, llorar durante una película es un indicador de empatía. Y las personas empáticas también suelen ser más exitosas a nivel social.
Lloramos con las películas porque somos empáticos
Cuando los personajes de una película están bien representados, podemos ponernos en su piel y ver la realidad a través de sus ojos. De hecho, estudios realizados con neuroimagen funcional han desvelado que nuestro cerebro prácticamente se conecta con el del personaje con el que nos sentimos identificados, hasta tal punto que se activan las mismas áreas cerebrales que necesitaríamos para realizar las tareas que le vemos hacer en la película, como caminar, saltar o aplaudir, por ejemplo.
Esta capacidad también nos permite comprender su situación y puntos de vista, así como experimentar sus mismos estados emocionales. Obviamente, la empatía está estrechamente vinculada con la forma en que está estructurado nuestro cerebro, sobre todo con las neuronas espejo, que son las principales encargadas de que podamos ponernos en la piel de los demás.
Esta capacidad también nos permite comprender su situación y puntos de vista, así como experimentar sus mismos estados emocionales. Obviamente, la empatía está estrechamente vinculada con la forma en que está estructurado nuestro cerebro, sobre todo con las neuronas espejo, que son las principales encargadas de que podamos ponernos en la piel de los demás.
Por otra parte, cuando vemos películas con un elevado contenido emocional nuestro cerebro también libera oxitocina, un neurotransmisor muy potente que nos ayuda a conectarnos con otras personas y nos permite ser más empáticos, amables, confiables y desinteresados. Así lo ha demostrado una investigación muy interesante llevada a cabo en laClaremont Graduate School.
En este experimento, los psicólogos les pidieron a los participantes que vieran un vídeo del Hospital Infantil de St. Jude. La mitad de las personas vieron un segmento del vídeo en el que aparecía un padre hablando del cáncer terminal de su hijo pequeño. La otra mitad vio un segmento donde el niño y el padre visitaban el zoológico y no se hacía mención a la enfermedad.
Como era de esperar, el segmento en el que aparecía el padre hablando del cáncer de su hijo generó una respuesta emocional más alta: los participantes mostraron un aumento de un 47% de sus niveles de oxitocina en sangre.
A continuación, cada participante debía tomar una serie de decisiones relacionadas con el dinero y otras personas. Los resultados mostraron que quienes vieron el vídeo de contenido más emocional eran más generosos con los desconocidos y eran más propensos a donar dinero para la caridad. Por si fuera poco, quienes donaron el dinero también reportaron sentirse más felices.
Esto significa que la empatía, y las conductas que esta desencadena, como llorar cuando nos identificamos con los personajes de una película, en realidad no es una debilidad sino todo lo contrario, es una capacidad que nos permite conectar con los demás y que, a la larga, nos convertirá en personas más fuertes y felices.
De hecho, la empatía es uno de los caminos que nos conduce a la resiliencia. Cuando somos capaces de comprender a los otros, nuestro universo emocional se expande. De cierta forma, vivir esas experiencias a través de los demás nos ayuda a ser más fuertes y nos prepara emocionalmente para cuando tengamos que atravesar momentos similares.
La incapacidad para ponerse en el lugar de los demás es una desventaja social, mientras que la sensibilidad emocional, la capacidad para comprender a los otros y para experimentar sus emociones, nos permite ampliar nuestro horizonte emocional, convirtiéndonos en personas más fuertes.
Llorar también mejora el estado de ánimo
Si necesitas más razones para no reprimir tu llanto durante una película, he aquí otro estudio, esta vez desarrollado por psicólogos de la Universidad de Tilburg, en el que se apreció que los filmes tristes realmente puede mejorar nuestro estado de ánimo, pero solo si le damos rienda suelta a las lágrimas.
Estos psicólogos estudiaron el efecto emocional del llanto en 60 participantes mientras miraban una película y descubrieron que las personas solían sentirse mejor después de haber llorado. Al principio se sentían tristes, después recobraban el equilibrio y luego mejoraba considerablemente su estado de ánimo, un efecto positivo que se mantuvo durante unos 90 minutos.
De hecho, solo quienes lloraron reportaron sentirse mejor. Quienes reprimieron sus emociones se sintieron peor después de ver la película. Y es que las lágrimas tienen un efecto catártico, que a la larga mejora nuestro estado de ánimo ya que nos hace sentir más relajados, reduciendo la frecuencia cardíaca y respiratoria.
Por tanto, la próxima vez que veas una película y tengas ganas de llorar, hazle caso a la poeta uruguaya Sara de Ibáñez: “Voy a llorar sin prisa. Voy a llorar hasta olvidar el llanto y lograr la sonrisa”.
Fuentes:
Gračanin, a. et. Al. (2015) Why crying does and sometimes does not seem to alleviate mood: a quasi-experimental study. Motivation and Emotion; 39(6): 953-960.
Barraza, J. A. & Zak, P. J. (2009) Empathy toward strangers triggers oxytocin release and subsequent generosity. Ann N Y Acad Sci; 1167:182-189.
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