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VACÍA, VACÍA

VACÍA


VACÍA
Todos nos quejamos de que tenemos vacíos los bolsillos y la cuenta corriente. Andamos escasos de tiempo, corriendo de un lado para otro, de una actividad a otro, como los conejitos de duracell. Tampoco la salud anda muy boyante, descuidamos nuestras relaciones y el buen ánimo, la alegría, esperanza, optimismo y sentido del humor han desaparecido de nuestras vidas.
Por el contrario, tenemos exceso de información, para nada alegre ni optimista; exceso de preocupaciones, problemas e inseguridades. Y nos sobra desesperanza y miedo.
Vaciar. Vaciar es el paso previo si queremos llenar y sacar.
Y este vaciado es ante todo mental. Justo la causa, el origen, de todo el tener y el hacer lo que no deseamos y nos disgusta; y de la falta de tener y de hacer lo contrario.
Y lo ignoramos, no atendemos y seguimos quejándonos, deprimiéndonos y escondiendo la cabeza bajo el ala, cual avestruz.
Si estamos llenos, a rebosar, es de información, opiniones y creencias que, en su mayoría, son erróneas, falsas, inservibles y perjudiciales. Atendemos a quién más ruido hace; más escandaliza; a lo macabro; o, por el contrario, para no pensar, nos evadimos de múltiples maneras, a cuál más perjudicial. Por supuesto, no tenemos tiempo y nos da pereza y miedo, leer u oír otro tipo de ideas, datos, averiguaciones y nuevos conocimientos que podrían ser el punto de partida para cambiar, nuestra mente y, como resultado, nuestra vida.
Escuché decir, en cierta ocasión, que la ignorancia no es cuestión de escasez, sino de llenura. Quiero recordar que se atribuye a Aristóteles esta afirmación.
Tenemos a rebosar nuestra mente y su contenido se refleja en nuestro cuerpo, bienestar, relaciones, hábitos, empleo o profesión, actividades, …
En el mejor de los casos nos fijamos en el exterior y lo vamos parcheando, chapuza por aquí y por allá. Estamos inconscientes de que son las raíces y cimientos los que hay que revisar, apuntalar o derribar y, retirando los escombros, volver a construir.
“Antes de entrar, dejen salir”, norma de urbanidad que facilita el no chocarnos, unos con otros. Hoy no se conoce. Te confieso, que ante la puerta, y en una fracción de segundo, tengo que pensar si soy la que salgo, o la que entro.
Aprovecho la analogía: antes de que veas en tu vida abundancia de salud, de amor, de tiempo, de dinero, de alegría… vacía, vacía todas tus opiniones sin fundamento, las creencias “de toda la vida”, la información sesgada que solo te aporta desesperanza y angustia. Para y piensa.
No puedes llenar si no tienes espacio. Lo exterior es reflejo del interior.
La mente, tus pensamientos son tu verdadero tesoro. Vacía la chatarra y llénate de oro. A su tiempo, verás que también eres rico en salud, tiempo, amor, dinero y satisfacción.
Ana Novo
La Comadrona Espiritual ®
www.creoycreo.com

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