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La recuperación de las huertas de Caldes, Premio Europeo del Espacio Público Urbano


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portadaLa última edición de Public Space (Premio Europeo del Espacio Público Urbano) ha premiado la rehabilitación de las acequias de las huertas termales del municipio de Caldes de Montbui (Vallès Oriental, Barcelona). Una ambiciosa intervención que ha conseguido al mismo tiempo revitalizar la actividad agrícola y sanear un espacio dotándolo, además, de uso lúdico para toda la comunidad.
El Premio Europeo del Espacio Público Urbano, impulsado por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), reconoce no solo la complejidad de las remodelaciones de los espacios públicos, sino que presta especial atención a cómo estas modifican las relaciones de la comunidad con el entorno. A lo largo de sus ya siete ediciones, el certamen se ha consolidado internacionalmente y en la actualidad es un referente tanto para urbanistas como para arquitectos. El galardón, que no tiene dotación económica, reconoce de igual modo el papel del arquitecto y el del organismo promotor de la intervención. En la selección de los proyectos se presta especial atención a las acciones, de mayor o menor envergadura, que pretenden ante todo mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. La vocación social en la recuperación de las acequias de Caldes de Montbui ha quedado patente y la prueba es que los habitantes de esta localidad han integrado de nuevo este espacio en su vida cotidiana.
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El agua como motor
Poseedora de unas de las termas romanas mejor conservadas de la Península Ibérica, la localidad de Caldes de Montbui ha estado siempre ligada al agua. De sus manantiales brota el agua a una temperatura constante de 74º con una composición rica en yodo, flúor, cloro y bromo, que resulta indicada para tratar la artritis, la hipertensión, la psoriasis, los eczemas, los dolores musculares y hasta mitigar el estrés, la ansiedad y el insomnio. 
Las propiedades terapéuticas de sus aguas mineromedicinales propiciaron ya en el siglo XIX que Caldes se convirtiera, con ocho balnearios en 1844, en centro de peregrinación para el incipiente turismo de salud. La economía del municipio se desplazó hacia el sector terciario y se fue abandonando paulatinamente la explotación del campo manteniendo las huertas, que aprovechaban los sobrantes de agua de los establecimientos termales para regar sus cultivos. Las “Hortas de Baix” (Huertas de Abajo), cuatro hectáreas dispuestas en tres bancales escalonados al pie de la parroquia de Santa Maria, y el lavadero público, perdieron protagonismo con el crecimiento urbanístico del siglo XX y acabaron relegadas al abandono.
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El cubrimiento de la riera de Caldes trajo como consecuencia el vertido en las acequias de buena parte de las aguas fecales de la población. El lavadero, centro de reunión de la comunidad en el pasado, dejó de utilizarse y la falta de uso generó el deterioro de sus instalaciones.
Vuelta a los orígenes
En el año 2012, ante la degradación ambiental de las huertas, el ayuntamiento decidió impulsar un proyecto de recuperación que cumpliese con tres objetivos: disponer de agua limpia, reactivar la producción hortícola local y mejorar la conexión del casco antiguo con el entorno agrario patrimonial.
La empresa Cíclica junto al estudio de arquitectura Cavaa fueron los elegidos para acometer este proyecto. Regantes, arquitectos e ingenieros unieron sus fuerzas y sus conocimientos y juntos cartografiaron el terreno, marcaron bancales e idearon sistemas de depuración. Estas reuniones no solo sirvieron para realizar una planificación coherente del espacio, sino que ayudaron a que la comunidad agrícola se articulara nuevamente tras años de abandono y dispersión.
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Durante 2013 y 2014 se diseñaron estrategias conjuntas para enfriar el agua ya limpia y aprovechar el caudal antes infrautilizado. Se construyó, en un bancal superior, una balsa comunitaria que reparte equitativamente entre todas las parcelas dos turnos de irrigación semanales. El agua de esa balsa está depurada ecológicamente: en ella flotan una serie de jardineras con plantas acuáticas que asimilan la materia orgánica. El proyecto, a su vez, también incentivó la reinserción de un gran número personas desempleadas de la zona, ya que se recurrió a los planes de ocupación del SOC (Servicio de Ocupación de Cataluña).
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El lavadero es ahora un baño público integrado totalmente en los itinerarios de turismo termal. Tras un reconfortante baño, los visitantes y habitantes de Caldes pueden pasear por las huertas gracias a la perfecta red de senderos que conectan las diferentes parcelas. Este es el resultado más visible de una compleja rehabilitación. Sin embargo, los logros más destacables han sido la voluntad de cohesión de la comunidad agrícola, la reivindicación del patrimonio natural y la concienciación de la importancia del reaprovechamiento del agua.

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