Estar en conexión con nosotros mismos es entender las señales que nos envía nuestro cuerpo, el cual nos habla a través del dolor, la enfermedad, y como no, de la salud en general. Cómo nos sentimos físicamente es una señal de cómo nos encontramos psicológicamente en la mayoría de las ocasiones.
En el ritmo de nuestra vida diaria esta conexión se va debilitando progresivamente y dejamos de entender porqué nos ocurren las cosas, sin saber cómo recuperar el equilibrio. Poco a poco perdemos la habilidad de interpretarnos. Por ello, cuando aparecen en escena el dolor y la enfermedad es importante saber qué nos están diciendo para descubrir cuál es el camino de vuelta hacia la salud y el bienestar.
La enfermedad, un camino hacia la salud
Entender la enfermedad y el dolor significa poder interpretarlos y otorgarles un sentidopara comprender el origen de ese desequilibrio y recuperar la conexión con nosotros mismos.
La enfermedad es el medio por el cual nuestro cuerpo nos habla y nos dice que algo no funciona bien, solicitándonos que algo tiene que cambiar. De hecho, nos obliga a cambiar el ritmo de nuestra vida y nos impide seguir al mismo paso que llevábamos hasta ese momento, imponiéndonos un cambio hacia la salud.
Cuando caemos enfermos, solo nos queda comenzar a cuidarnos. Pero no solo atendiendo a los aspectos físicos, sino también a los emocionales, psicológicos y espirituales.
La pérdida del equilibro
La vida en esencia es equilibrio, armonía y salud. La enfermedad nos dice que se ha roto ese equilibrio y que tendremos que restaurarlo, buscando el camino del cambio para intentar mejorar nuestra situación y encontrar en la medida de lo posible la forma para equilibrarnos.
Si la forma de vida que llevábamos nos abocó a la enfermedad, un cambio en este ritmo puede ser uno de los caminos para volver al equilibrio truncado. Aunque desafortunadamente no siempre sea posible.
“La belleza de la naturaleza y la belleza del entorno cultural creado por el ser humano son, evidentemente, ambos necesarios para mantener la salud del alma y del espíritu del ser humano.”-Konrad Lorenz-
Uno de los problemas que incrementa ese ignorar lo que nos sucede es la forma de vida que llevamos. Así, la mayor factura del estrés y las prisas con las que vivimos es la desconexión con nuestro interior porque cuando esto ocurre, dejamos de atender las demandas procedentes del cuerpo y nuestra mente, exponiéndonos al límite y tensando la cuerda al máximo… hasta romperse en ocasiones.
“Tu cuerpo escucha todo lo que dice tu mente.“-Naomi Judd-
Señales de alerta no atendidas
Mucho antes que la enfermedad, nuestro cuerpo ya nos ha enviado señales de alerta en forma de síntomas, dolores, malestar o debilidades. Sin embargo, debido a la desconexión con nuestro interior y con nuestro cuerpo, no supimos darles voz ni significado, quitándoles importancia.
Estas señales son muy importantes para no llegar a la enfermedad o al menos para aliviar y tratar en la medida de lo posible lo que nos suceda y que no vaya a más. No escucharlas puede significar su empeoramiento y los primeros pasos hacia el desequilibrio de nuestra salud.
Cualquier enfermedad es un proceso y como tal, sabemos que se fue constituyendo desde hace tiempo… Un tiempo al que podamos ganar algunos minutos de ventaja si al menos, nos prestamos atención. De este modo, podremos cambiar nuestros hábitos o acudir al especialista adecuado.
El cuerpo siempre nos habla. Cada sensación, molestia, dolor o proceso enfermizo nos pide un cambio o al menos, que tomemos conciencia de todo aquello que daña nuestro bienestar y por tanto, nuestra salud.Compartir
Cuidar nuestro cuerpo, cuidar nuestra vida
Como vemos es importante saber escuchar cada síntoma o cada molestia que tengamos porque tienen mucho que decir. Después es importante saber interpretarlos para encontrar un significado, ya sea nosotros cuando sea algo liviano o con la ayuda de un profesional especializado. Y en último lugar, cambiar aquello que afecta al buen funcionamiento de nuestro organismo en la medida de lo posible.
Existen muchas dolencias que tiene su origen en hábitos inadecuados que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida, como son la mala alimentación, los hábitos insanos de sueño o descanso o las posturas corporales inadecuadas, ocasionadas a veces por el ámbito laboral. También nuestro cuerpo acaba resintiéndose cuando vivimos sometidos a mucho estrés, adicciones o excesos, como en los horarios laborales.
Si procuramos mantener el equilibrio, cuidaremos nuestro cuerpo, y en definitiva, de nuestra vida. Porque aunque existan situaciones que desgraciadamente, escapen de nuestro control, hay muchas otras en las que sí podemos intervenir para vivir mejor. Procuremos tener hábitos sanos y estar conectados a nuestras necesidades personales, nuestra salud lo agradecerá.
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