19/10/2016
Protegemos a ciertos animales, mientras matamos a millones de otros diariamente sólo porque no nos parecen y aun así sostenemos vivir de manera ética.
El monje budista Matthieu Ricard, llamado también el "hombre más feliz del mundo" luego de que se midieran sus ondas cerebrales al meditar, recientemente fue entrevistado por la revista Tricycle sobre la gran inconsistencia con la que tratamos a los animales hoy en día.
Según Ricard, aunque hemos hecho mucho progreso en el tema de los derechos humanos, existe una enorme brecha de coherencia ética en lo que refiere a las otras ocho millones de especies que coexisten con nosotros en el mundo. Mientras que le damos, de manera correcta, infinito valor a la vida humana (sin que sea posible ponerle una cantidad) básicamente le damos cero valor intrínseco a otras especies salvo en los casos que tienen un interés comercial o instrumental para nosotros.
Ricard, quien ha estudiado con algunos de los más grandes maestros del budismo tibetano, mantiene que la forma en la que tratamos a los animales hoy en día hace que todos perdamos: los animales, el ambiente, y la gente más pobre. Y, además, no existen beneficios por comer animales. Para el budismo incluso existen daños kármicos por la incapacidad de comprender que los animales son seres sensibles que también contienen la misma naturaleza búdica que los seres humanos. De hecho, el budismo concibe una especie de evolución que no es necesariamente lineal, en la que animales pueden reencarnar luego como humanos y los mismos humanos podrían luego reencarnar en otros planos, entre ellos como animales, fantasmas o incluso dioses.
Las razones por las cuales las personas siguen comiendo carne no convencen a Ricard. Pone un ejemplo interesante. En una conferencia le preguntó al público: "¿quién está a favor de la ética, la moralidad y la justicia?". Todos levantaron la mano. luego preguntó "¿quién cree que es ético, justo, y moral infringir sufrimiento innecesario a un ser sensible?". Nadie levantó la mano. Ricard argumenta que nadie realmente, salvo los esquimales, necesita comer carne para sobrevivir. Al parecer nos comportamos de una forma bastante contradictoria.
Ricard cita un estudio en Australia en el que personas respondieron a por qué comen carne de la siguiente manera: 70% dijo que porque les gusta; la segunda razón fue que era su tradición; la tercera porque su familia les complica servegetarianos y la última fue porque no saben cómo cocinar. Estas razones son muy débiles si es que se quiere mantener una posición ética ante la vida.
El otro tema que Ricard recalca es la diferencia con la que vemos ciertos animales. Por ejemplo, pensamos que está bien comer carne de puerco pero no de perro, aunque estudios demuestran, por ejemplo, que los puercos son tan inteligentes como los perros. Por otro lado, en China las personas se comen a los perros e incluso a veces los matan a golpes porque esto hace que su carne sea más suave. Esto es lo que se llama "especiesimo", discriminación según el nivel de identificación que tenemos con cierta especie animal.
Otro caso contradictorio que menciona Ricard. Hace poco en Francia causó revuelo el caso de un hombre que aventó a un pequeño gato llamado Oscar contra la pared y lo filmó. La gente lo encontró y, en un frenesí mediático, el hombre fue sentenciado a un año de cárcel. "Pero ese mismo día, 500 mil animales fueron asesinados en los mataderos y nadie dijo nada de ello".
Si los argumentos de Ricard no te convencen, tal vez lo hagan los de este reporte de la ONU, que sostiene que el ser humano deberá de implementar una dieta vegana para el 2050 si queremos preservar la biósfera.
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