Posted: 15 Jan 2018 02:33 AM PST
- ¿De qué tratan tus libros? - Le preguntó un hombre a la escritora estadounidense Rebecca Solnit en una fiesta.
Solnit comenzó a hablarle del último que había escrito, pero el hombre la interrumpió rápidamente para contarle lo que pensaba acerca de un libro “muy importante” publicado ese mismo año sobre ese mismo tema.
Por supuesto, se trataba del libro de Solnit. Una amiga de la escritora tuvo que decírselo tres o cuatro veces al hombre para que este se diera cuenta de que no necesitaba explicárselo.
Solnit contó esa experiencia en un artículo titulado “Los hombres me explican las cosas”, que hizo eco en muchas otras mujeres.
De hecho, es probable que en más de una ocasión te haya ocurrido lo que a la periodista, y también es probable que te haya molestado bastante. El escenario suele ser siempre el mismo: estás hablando con un amigo, tu pareja o un colega de trabajo sobre un tema cuando de repente la conversación da un giro para convertirse en una especie de clase o conferencia para ti. El hombre se acomoda en su asiento y empieza a darte "instrucciones" sobre el asunto.
Mansplaining: Deja que te explique
Este fenómeno no es nuevo, pero sí lo es el término que se ha acuñado para describirlo: “mansplaining”, la unión de las palabras “hombre” y “explicación”, que en español se ha traducido con el neologismo “machoexplicación”.
A diferencia de otras formas de condescendencia que cualquier persona puede emplear en su discurso y que las mujeres también usan, este término específico está ligado exclusivamente al género y se basa en suposiciones sexistas según las cuales los hombres normalmente son más inteligentes o capaces que las mujeres.
A diferencia de otras formas de condescendencia que cualquier persona puede emplear en su discurso y que las mujeres también usan, este término específico está ligado exclusivamente al género y se basa en suposiciones sexistas según las cuales los hombres normalmente son más inteligentes o capaces que las mujeres.
El mansplaining se usa para referirse a los hombres que creen que su punto de vista es el único válido e intentan imponerlo. Se trata de hombres que asumen una actitud condescendiente con las mujeres porque presuponen que estas son ignorantes, cuando en realidad su propio conocimiento sobre el tema suele ser bastante incompleto. Aún así, estos hombres no pueden comprender que la mujer tenga un dominio más amplio del tema.
En la base de este fenómeno se encuentran diferentes comportamientos pero todos ellos tienen un punto común: el menosprecio de la persona que brinda la “conferencia magistral” por quien le escucha, generalmente por el simple hecho de que se trata de una mujer.
Este fenómeno también se puede apreciar cuando un hombre monopoliza la conversación con el único fin de jactarse y aparentar ser más culto que la mujer que escucha. De hecho, un estudio realizado en las universidades de Brigham Young y Princeton descubrió que los hombres hablan tres veces más que las mujeres en las reuniones. Sin embargo, lo más asombroso es que cuando un hombre habla mucho se le suele considerar muy competente, cuando lo hace una mujer se le tacha de verborreica.
Por eso, no es extraño que otra investigación realizada en la George Washington University haya descubierto que, si bien es cierto que tanto las mujeres como los hombres tenemos la costumbre de interrumpir a los demás, es más probable que eso ocurra cuando quien está hablando es una mujer.
Las consecuencias del mansplaning
El resultado de este fenómeno es que a menudo las opiniones femeninas no son tenidas en cuenta o son infravaloradas. En otros casos, algo que suele ocurrir en las empresas, las mujeres necesitan el respaldo de un compañero masculino para que tengan en cuenta su propuesta.
El problema es que este fenómeno disuade a muchas mujeres de expresar sus opiniones e ideas, condenándolas al silencio. De hecho, un estudio realizado en la Northeastern University sobre la cultura geek reveló que en el mundo de la informática, los hombres no tienen problemas para jactarse de sus habilidades técnicas, mientras que las mujeres suelen creer que sus logros son menos importantes y a menudo las hacen sentir como “impostoras” ya que ese universo está dominado por los hombres. Además, cuando superan a los hombres en algún desafío, a menudo las hacen sentir mal y son más propensas a recibir los ataques de los trolls.
En sentido general, hablarle a alguien con tono condescendiente, suponiendo que no domina un tema, implica fingir amabilidad para demostrar superioridad. En muchos casos esa actitud se asume de manera automática, la persona no es plenamente consciente de ella. De hecho, muchas veces estas personas no se dan cuenta de cuán perjudiciales pueden llegar a ser. Tienen dificultades para aceptar que su comportamiento "infantilizante" hacia los demás, en realidad es emocionalmente discapacitante y poco apreciado. Por eso es importante no darle alas. Este tipo de condescendencia puede hacer que la otra persona se sienta inferior y casi siempre es la expresión de una profunda inseguridad.
La persona que se comporta de manera condescendiente con los demás necesita sentir que tiene el control, necesita imponerse sobre los otros, aunque sea desde el punto de vista intelectual. Por eso, en el fondo esa necesidad de sobresalir o apabullar al otro esconde una profunda inseguridad.
La actitud condescendiente se basa en la idea de que quienes tienen poder sobre los demás, son más valiosos. Sin embargo, como no quieren iniciar una "guerra abierta", asumen una actitud paternalista/maternalista con la cual pretenden controlar la situación. También evidencia un pensamiento extremadamente rígido y la incapacidad para relacionarse con ciertos grupos de personas, como las mujeres, como sus iguales.
Nadie tiene la verdad absoluta, por lo que nadie tiene el derecho de predicar o imponer su punto de vista a los demás. Sea quien sea.
¿Qué revela la condescendencia?
En sentido general, hablarle a alguien con tono condescendiente, suponiendo que no domina un tema, implica fingir amabilidad para demostrar superioridad. En muchos casos esa actitud se asume de manera automática, la persona no es plenamente consciente de ella. De hecho, muchas veces estas personas no se dan cuenta de cuán perjudiciales pueden llegar a ser. Tienen dificultades para aceptar que su comportamiento "infantilizante" hacia los demás, en realidad es emocionalmente discapacitante y poco apreciado. Por eso es importante no darle alas. Este tipo de condescendencia puede hacer que la otra persona se sienta inferior y casi siempre es la expresión de una profunda inseguridad.
La persona que se comporta de manera condescendiente con los demás necesita sentir que tiene el control, necesita imponerse sobre los otros, aunque sea desde el punto de vista intelectual. Por eso, en el fondo esa necesidad de sobresalir o apabullar al otro esconde una profunda inseguridad.
La actitud condescendiente se basa en la idea de que quienes tienen poder sobre los demás, son más valiosos. Sin embargo, como no quieren iniciar una "guerra abierta", asumen una actitud paternalista/maternalista con la cual pretenden controlar la situación. También evidencia un pensamiento extremadamente rígido y la incapacidad para relacionarse con ciertos grupos de personas, como las mujeres, como sus iguales.
Nadie tiene la verdad absoluta, por lo que nadie tiene el derecho de predicar o imponer su punto de vista a los demás. Sea quien sea.
Fuentes:
Reagle, J. (2016) The obligation to know: From FAQ to Feminism 101. New Media & Society: 18(5): 691-707.
Hancock, A. B. et. Al. (2015) Influence of Communication Partner’s Gender on Language. Journal of Language and Social Psychology; 34(1).
Christopher, F. et. Al. (2012) Gender Inequality in Deliberative Participation. American Political Science Review; 106 (3): 533-547.
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