Se estima que son cerca de 150 pinturas de Kahlo las que
han sido quemadas, compradas o perdidas. Una de ellas es
'La mesa herida'.
La última cena de Da Vinci no es la obra más buscada del mundo,
es la versión de Frida Kahlo. La mexicana, como parte de su
ingenio artístico, tuvo la maravillosa idea de retratarse en un
cuadro en el que impera la sangre y el dolor como en
muchas de sus creaciones, pero emulando la tan
parodiada y copiada pintura del genio italiano. En el cuadro
de Kahlo se le puede ver a ella sentada entre calaveras,
deidades, venados y hasta niños, mientras la mesa, con pies
y manos sosteniéndola al piso, sangra y pareciera sufrir tanto
como la propia artista.
Por única ocasión, Frida aceptó pintar una situación surrealista
siendo consciente de ello. Aunque la crítica catalogaba
sus cuadros como piezas pertenecientes al surrealismo,
ella siempre se dijo ajena, argumentando que no pintaba sus
sueños, sino su realidad. No obstante, para la Exposición
Internacional de Surrealismo en 1949, fue invitada y al final se
convenció de pintar uno de sus trágicos sueños en un
lienzo de dimensiones amplias, comparado a los cuadros que
solía hacer. Con 1.20 x 2.45 metros de espacio, Frida expuso
su temor a la muerte, la tristeza y la angustia que vivía día con
día y cómo es que el mundo la hería constantemente como si
ella fuera un mueble inanimado. Se comparó con una mesa, se
mostró vulnerable ante la idea de partir al mundo y externó
su aflicción por no poder tener hijos. El cuadro, titulado La
mesa herida es una rareza por donde quiera que se le mire.
La exposición con sede en Varsovia la contactó para participar,
Frida aceptó e incluso, con más entusiasmo de lo que se podría
esperar, envió su cuadro, en el cual también se podían ver
reflejadas sus convicciones políticas y su típica tristeza. Sin
embargo, luego de donarla y ser exhibida, la pieza desapareció.
La siguiente parada para la pintura era Moscú, en donde tenía
planes de mostrarla un tiempo y enseguida enviarla de gira
por el mundo, pero debido a la extraña y forzada desaparición
no pudo hacerlo. La curadora de arte Helga Pringnitz-Poda
estima que son cerca de 150 cuadros de Frida Kahlo los
que han terminado quemados, desaparecidos o comprados por
coleccionistas privados, lo cual eleva el costo de La mesa herida
a 20 millones de dólares.
Las historiadora de arte Teresa del Conde asegura que en la Casa Azul
había documentos en los que Kahlo accede a regalar su obra desde
mucho tiempo atrás. Diez años antes de la invitación a la exposición,
Frida ya tenía pensado regalar esa obra al Museo de Arte Occidental
Moderno de Moscú, al cual no pudo llegar. De igual forma, algunos
cuadros de Diego Rivera y Pablo O'Higgins desaparecieron de un
momento a otro. A casi 70 años de la extraña desaparición,
las búsquedas no cesan. Lamentablemente, no hay señales
de la obra, misma que curiosamente es la más grande en la obra de
Kahlo.
En el Centro Cultural ZAMEK, dentro de la muestra Frida Kahlo y
Diego Rivera: el contexto polaco, exhibe una réplica en blanco y
negro, así como fotografías del proceso de creación. A un lado
de la copia se puede ver un libro en el que los visitantes escriben
sus teorías acerca de cómo es que un cuadro de semejante magnitud
pudo desaparecer en tan poco tiempo. Sin embargo, no es la única
pintura de gran formato que ha desaparecido sin que nadie,
aparentemente, se dé cuenta. Un mural de Diego Rivera desapareció
un tiempo y pronto se ubicó su paradero en una bodega.
En el libro de las teorías se puede leer que la mayoría cree que
fue una conspiración gubernamental o que el paradero se conoce
desde hace mucho tiempo y no han querido decirlo para seguir
generando visitas. Algunos creen que está en la Casa Azul, otros
que lo tiene la familia de la artista, unos más piensan que nunca
existió y hay quien cree que está bajo el techo del presidente ruso
Vladimir Putin, incluso, los niños, dibujan mapas del tesoro para
llegar a ella.
Los colores del cuadro muestran la esencia de Frida, su amor por
México, por la naturaleza y sus constantes motores para seguir
con vida, aunque eran los mismos que la destruían lentamente.
La mesa herida es una pieza que representa su vida, como toda
su obra pictórica, pero es también quizá, una premonición de lo
que le esperaba al cuadro: el sufrimiento de no tener lo que más
se anhela es lo que prevalece en la imagen y es justamente
el anhelo de ver el cuadro físicamente al menos una vez en la vida.
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