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La medicina que inventó los ataques de pánico


Sábado, 20 de enero de 2018 13:50
|Diego Cera

A pesar de los avances científicos en materia de salud, resulta 

increíble que el mundo parece estar cada día más enfermo. 

Sobre todo si consideramos que hay medicinas que, 

en lugar de curar enfermedades, ayudan a que aparezcan otras.



Aunque nos neguemos a aceptarlo, vivimos en una sociedad 
naturalmente enferma. La ciencia y la tecnología se cansan sólo 
de decir que gracias a los avances que han surgido en diferentes 
ramas del conocimiento científico, nuestras vidas, si bien no son 
las mejores, sí son mucho más fáciles de sobrellevar. No hay 
que ser un genio para darnos cuenta de que los avances en 
cuanto a gadgets y herramientas, además de hacernos más 
sencillas las cosas, también nos han convertido en seres 
perezosos y sin mucho ánimo de pensar.



Uno de los problemas que acarrea más visitas al psicólogo en la 
actualidad es la depresión. Se trata de una pandemia moderna, 
cuya existencia hasta mediados del siglo XX era casi nula. 
Aparejada a esta afección, junto con el nacimiento de una
 polémica medicina apareció uno de sus principales síntomas:
 los ataques de pánico.


-

Depresión para todos


Para los años cincuenta, al menos el 1 % de la población estadounidense
 sufría algún tipo de depresión. Ver un caso real de este trastorno era 
realmente raro; la gente parecía más feliz, y es que si lo comparamos
 con los pacientes reportados en los últimos años, podemos decir con 
seguridad y un poco de preocupación en nuestros rostros que, en 
efecto, eran mucho más felices. No obstante, este aumento de 
infelicidad no está ligado directamente a los científicos ni a sus 
descubrimientos, pero si consideramos que la invención de los 
antidepresivos marcó una diferencia que ahora se refleja en 
un 15 % de personas diagnosticadas, es hora de empezar a sospechar.


La tercera edición del Manual diagnóstico y estadístico de 
los trastornos mentales en 1980 desplazó un poco a las teorías 
freudianas que apuntan a que las enfermedades mentales 
tienen orígenes en deseos y traumas reprimidos y les dio un 
carácter mucho más clínico. Esto evidentemente benefició a las 
empresas farmacéuticas, que inmediatamente se pusieron a
 investigar y lanzar medicamentos "capaces de combatir" 
estos trastornos, entre ellos la ansiedad.

-El nacimiento de los ataques de pánico


El descubrimiento de la imipramina, un fármaco antidepresivo 
cuya función ─al menos la que se esperaba que tuviese─ es la 
de acabar con los problemas de ansiedad; no obstante, 
aunque los efectos a corto plazo estaban demostrados, 
lo cierto es que el trastorno permanecía acumulando cada vez 
más estrés en el cuerpo de los pacientes. Invariablemente, 
al no sentirse del todo bien, los pacientes comenzaron a 
tener pensamientos recurrentes de tipo «¿Y si lo mío no 
es sólo ansiedad?», «Quizá tengo algo mucho peor que 
los doctores ni siquiera conocen», lo que devino en ataques
 de pánico a lo largo de todo el mundo.


En su libro My age of anxiety (2014) el escritor y periodista 
estadounidense Scott Stossel asegura que para 1979 ni 
siquiera existía algo conocido como trastorno de pánico, 
pero después de la invención de la imipramina, los casos de 
este nuevo padecimiento subieron hasta llegar a la 
alarmante cifra de 11 millones de pacientes. Es por ello que 
cuando hablamos de una sociedad enferma, no estamos 
diciendo que exista una especie de epidemia mundial,
 sino que nos hemos enfocado tanto en sentirnos bien a 
corto plazo, que lo único que se ha hecho al respecto no 
es crear tratamientos efectivos, sino almohadas sensoriales 
que nos llevan a un punto de confort que no 
necesariamente está relacionado con la salud integral del cuerpo.

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