Copiado de Secretos de Madrid.
Autor Manu
Autor Manu
Las biblias malditas de la Plaza del Conde de Miranda
Las biblias malditas de la Plaza del Conde de Miranda
Un colorido recoveco en el Madrid de los Austrias, un camino a ningún lado, una sorpresa de ocultas intenciones. La Plaza del Conde de Miranda no acepta otra cosa que no sea el silencio. Siempre que la visito la comprendo en intimidad, la miro, la contemplo y reanudo mi marcha sintiendo que algo se me escapa de las manos… Sin embargo el otro día llegó a mis oídos una leyenda que me dejó helado, estaba convencido de que esta plaza no era sincera conmigo, que al menos se guardaba un secreto del que no me quería hacer partícipe. Una de las habladurías más siniestras de las que murmuraron jamás en la Villa por fin era mía.
Más o menos es conocida la identidad original con la que se estuvo conociendo este coqueto lugar durante mucho tiempo, la Plaza de los Salvajes, una denominación poco agraciada y temeraria. El motivo de este nombre fue que este emplazamiento se levantó un enorme caserón de un tal García de Cárdenas. Resulta que en el balcón tenía esculpidas dos efigies de sendos salvajes, lo que daba un aspecto temible a la casa. Muchas madres de Madrid, para tratar de poner en vereda y atemorizar a sus hijos para que se portasen bien, les amenazaban diciéndoles que les “llevarían donde los salvajes”. Una amenaza lo suficiente eficaz para corregir el comportamiento de los traviesos infantes.
Por este motivo se comenzó a denominar aquella construcción como la “casa de los salvajes” y de ahí pasó a la “Plaza de los Salvajes”. Pero por lo visto aquel nombre no era muy bien aceptado por vecinos ni por la gente así que hubo que optar por otro mucho más discreto y amigable. De ahí que, aprovechando la proximidad del Palacio del Conde de Miranda se pusiese el nombre con el que hoy todos la conocemos.
Después de este primer aproximamiento a la biografía de esta explanada llega el momento de conocer la leyenda que tanto me sorprendió el otro día. Resulta que entre los muros de este hoy tranquilo lugar, según la tradición, a mediados del Siglo XVIII se detuvo a una mujer perseguida por una macabra acusación. Según parece esta señora se ganaba la vida vendiendo biblias, con las cubiertas forradas, a las cuales les asignaba unas propiedades milagrosas. Según decía estos elaborados ejemplares tenían la propiedad de cumplir los deseos de aquellos que rezaban portándolas en sus manos, de ahí el elevado precio que exigía por ellas. Las bondades de estas biblias pronto se hicieron conocidas en Madrid. El problema es que no tardó en extenderse el rumor, por las calles de la Villa de que la piel con la que estaban forradas aquellas biblias… ¡procedían de niños muertos! Cuerpos que, al parecer, aquella misma señora robaba de los cementerios aprovechando la complicidad de la noche y que luego usaba para este macabro propósito.
Al final no sabemos cuál sería el castigo para aquella señora, quizás hasta la condena a muerte… En fin, la próxima vez que caminéis por este lugar espero que no os dejéis engañar por su aparente inocencia y sobre todo, si alguien os ofrece una biblia…Corred.
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