Después de dos años de negociaciones, Bruselas aprobará un reglamento que pretende romper el vínculo entre el comercio de minerales y los conflictos armados
Los importadores europeos de estaño, wolframio, tantalio y oro deberán comprobar que no provienen de zonas de guerra
Las ONG critican que el reglamento deja flancos abiertos, como la exclusión del coltán
Después de dos años de negociaciones, el Parlamento Europeo aprobará este jueves un reglamento que pretende romper el vínculo entre el comercio de minerales y los conflictos armados. Cuando la norma entre en vigor, a partir de 2021, los importadores europeos de estaño, wolframio, tantalio y oro deberán comprobar que las materias primas no provienen de zonas de guerra o se han utilizado para financiar a grupos armados.
A menudo se ha relacionado esta industria con la guerra y la violación de los derechos humanos. Sobre todo en la la República Centro Africana y la República Democrática del Congo, aunque también en países de América como Colombia o México.
Con la nueva normativa, la UE se suma a las recomendaciones de la OCDE y sigue los pasos de Estados Unidos, que durante el mandato de Barack Obama aprobó la Dodd Franc Act. Una regla que obliga a las empresas norteamericanas que importan minerales a mitigar los abusos que se produzcan a lo largo de toda la cadena de suministro.
En un principio, la normativa europea iba a ser menos ambiciosa que la de Estados Unidos. En 2014, la Comisión Europea propuso un sistema de control voluntario para las empresas, pero la presión del Parlamento Europeo ha logrado que el sistema sea obligatorio.
La medida "va a ser muy importante para sentar las bases para una mayor prosperidad en las zonas de conflicto. Va a haber una mayor estabilidad en África y a la vez, esto va a reducir la inmigración a la UE", ha afirmado Iuliu Winkler, eurodiputado del PPE y ponente de la norma en la Eurocámara, durante el debate en el pleno, antes de la votación de este jueves.
Por su parte, la Comisaria de comercio, Cecilia Malmström ha destacado que "los ingresos de la exportación" de estos minerales "no irá a los grupos armados, sino a la construcción de escuelas y hospitales".
Críticas de ONG: deja fuera el coltán
Este optimismo no es del todo compartido por las ONG. "Este es un primer paso importante, pero se queda a mitad de camino", opina Nele Meyer, de Amnistía Internacional.
Los detractores critican que el reglamento deja varios flancos abiertos: obliga únicamente a los importadores de esos cuatro minerales –dejando fuera, por ejemplo, al coltán (utilizado en las baterías de los teléfonos inteligentes)–; no afecta a la importación de los productos manufacturados que contengan minerales de conflicto; exime a pequeños importadores como joyeros o dentista y excluye la trazabilidad de productos complicados de controlar, como son los reciclados.
"La UE podría y debería haber ido más allá, (…) para demostrar que se toma en serio el hecho de que las empresas europeas obtienen los recursos de los que todos dependemos, de forma responsable", asegura la ONG Global Witness.
Para intentar minimizar estas lagunas, la Comisión Europea deberá comprobar hasta qué punto cumplirán las empresas esta normativa e informar sobre ello, dos años después de que entre en vigor. Además, tendrá que trabajar en un sistema voluntario que afecte a la importación de productos manufacturados
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