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RECETA - Potaje de vigilia o de semana santa
20 min
30 min
Medio
Se va acercando la Semana Santa y hay que dejando listas sus recetas más características, entre ellas este potaje de vigilia con su correspondiente bacalao. Os enseño mi manera de hacerlo, a ver si os gusta, es de una manera muy rápida ya que usé garbanzos de bote y bacalao ya desalado por lo que en apenas una hora tenéis este guiso.
INGREDIENTES
1 bote de garbanzos (cocidos)
1/2 cebolla
50g de gambas (pequeñas)
200g de bacalao (desalado)
100g de espinacas
1 chorrito de tomate frito
2 huevos
Sal
Agua
Aceite
Un par de hojas de laurel
2 ajos
1 cucharada de pimentón
Perejil
Aceite
1/2 cebolla
50g de gambas (pequeñas)
200g de bacalao (desalado)
100g de espinacas
1 chorrito de tomate frito
2 huevos
Sal
Agua
Aceite
Un par de hojas de laurel
Para el majado :
2 rebanadas de pan duro2 ajos
1 cucharada de pimentón
Perejil
Aceite
PREPARACIÓN
PASO 1
Ponemos a pochar en una olla la cebolla durante 5 minutos, intentad trocearla lo más fino posible.PASO 2
Cuando veamos que la cebolla está lista añadimos las gambas. En este caso usé gambas de las más pequeñas, aquí la importancia la tiene el bacalao y los garbanzos, quería que pasasen desapercibidas en el plato.PASO 3
Pasados 3 minutos añadimos el chorrito de tomate frito y reservamos.PASO 4
Vamos a preparar el majado, podéis prepararlo ahora o al principio del todo, como véais. En un bol o tazón añadimos las rebanadas de pan y el perejil picado. Trituramos todo.PASO 5
En una sartén con un chorrito de aceite añadimos el ajo picado. En cuanto esté dorado añadimos una cucharada pequeña de pimentón, retiramos a los 10 segundos para que no se nos queme.PASO 6
Vertemos el ajo picado al bol y trituramos todo bien. Reservamos.PASO 7
Ahora añadimos a la olla los garbazos cocidos(previamente lavados), el bacalao y las espinacas, removemos bien todo.Tan sólo nos queda añadir el agua o caldo de pescado (hasta cubrir), ahí a vuestro gusto, yo lo hice con agua pues no tenía caldo en casa, de por sí estaba muy bueno pero con el caldo de pescado hubiese estado mucho mejor. Añadimos también el majado que teníamos reservado y la hoja de laurel. Dejamos que cueza durante 25-30 minutos para que se mezclen bien los sabores. En ese tiempo ponemos a cocer los huevos en otro cazo y los picaremos al final sobre los platos ya servidos. Buen provecho!!
SALUD - ¡El descubrimiento más importante después de la penicilina!
Si de verdad le preocupa su salud, es imperativo actuar.
Hoy. ¡Ahora!
Muchas veces hemos hablado sobre vitamina D en Tener S@lud, y hoy ha llegado el día de pasar a la acción.
La vitamina D es esencial, crucial para la salud, pero la mayoría de la gente aún no lo sabe.
Hasta hace muy poco, la falta de vitamina D se asociaba al raquitismo y a problemas de crecimiento en los niños, y poco más. Era una vitamina a la que se daba una importancia relativa, y a casi ningún médico se le pasaba por la cabeza pedir análisis a sus pacientes para medirla de forma rutinaria o pensar que pudiera faltarle a los habitantes de países soleados.
De un tiempo a esta parte, sin embargo, las cosas han cambiado radicalmente. Los descubrimientos en torno al papel esencial que juega esta vitamina en la salud (y su déficit en la mala salud) no dejan de sucederse.
Sin embargo, y aunque algunos médicos comienzan a medirla e incluso a recetar suplementos para paliar su carencia, el déficit sigue estando dramáticamente generalizado entre la población y las dosis que se prescriben siguen siendo escandalosamente bajas.
La vitamina D está viviendo actualmente una auténtica revolución silenciosa, que transformará como pocas cosas la historia de la salud y la medicina. En poco tiempo, ocupará el mismo lugar entre los grandes descubrimientos médicos que en su día supusieron la penicilina para luchar contra las infecciones bacterianas mortales, la anestesia en las operaciones quirúrgicas o las técnicas de imagen en los diagnósticos, por citar algunos. Y no exagero. Tiempo al tiempo.
Y aunque ese momento sin duda llegará, el mensaje aún no se ha extendido lo suficiente y su importancia no ha llegado a todas partes. Muchas personas siguen enfermando por culpa de un déficit de vitamina D sencillísimo de solucionar.
Para mí es un escándalo de salud pública que, con todo lo que ya se sabe sobre vitamina D, las autoridades sanitarias no hagan nada. Simplemente informando adecuadamente a la población se evitarían enfermedades que causan un gran sufrimiento y un enorme coste a las arcas públicas.
Serviría para prevenir enfermedades de los huesos (como la osteoporosis), para regular el sistema inmunológico (y prevenir enfermedades como la gripe), para prevenir numerosos tipos de cáncer, enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple o la diabetes tipo 1, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, demencia y hasta el estrés y la depresión, que podrían prevenirse fácilmente (e incluso revertirse) con la cantidad adecuada de vitamina D.
Pero mientras ese momento llega, cada uno de nosotros deberá velar por sí mismo y tomar su propia iniciativa.
Perdonar no significa que quien te dañó merece tu perdón, sino que tú mereces paz
Desarrollo Personal
Corría el año 1961 cuando John Lewis, hoy una leyenda de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, recibió una paliza brutal en un pequeño pueblo llamado Rock Hill. Sus atacantes, miembros del Ku Klux Klan, lo golpearon, junto a su compañero, dejándolos abandonados en un charco de sangre. Su único “delito” era ser afroamericanos y haber entrado en una sala de espera blanca en un estado donde imperaba el segregacionismo.
Años después, en 2009, John Lewis recibió una visita inesperada en su oficina. Elwin Wilson, un antiguo miembro del KKK y uno de los hombres que lo atacó, se disculpó y le pidió que lo perdonara.
John Lewis, quien años antes, en septiembre de 1990 había escrito en The New York Times que era necesario perdonar a George Wallace, el ex gobernador archisegregacionista de Alabama, hizo lo único que tenía sentido: perdonó a su agresor.
Se trata de una historia mediática pero muchas personas comunes y corrientes también han perdonado a sus agresores. Esas personas han sido conscientes de que el perdón en realidad las libera a ellas mismas, les otorga la paz y la serenidad que necesitan para seguir adelante.
Perdonar lo que no se puede olvidar
A veces, en la vida, sufrimos situaciones difíciles de olvidar. Puede tratarse de grandes ofensas o humillaciones, cosas o incluso personas queridas que nos han arrebatado, castigos que no nos merecíamos, lealtades traicionadas… La lista puede ser muy larga.
En esos casos, es comprensible que, durante las primeras fases, alberguemos una gran frustración, resentimiento e incluso ira. Durante esos momentos de profundo dolor, no podemos siquiera pensar en la posibilidad de perdonar lo que consideramos imperdonable. La simple idea de perdonar nos generará un rechazo inmediato porque en nuestra mente, la persona que nos ha dañado tiene una “deuda” con nosotros y pretendemos que la pague.
Sin embargo, si alimentamos esos sentimientos, terminaremos haciéndonos mucho daño. No podemos cometer el error de pensar que cuando guardamos rencor, ese dolor se reflejará de alguna manera en la persona que nos hizo daño. Muchas personas piensan que odiando a su verdugo, le están dañando de alguna manera. Obviamente, se trata de una creencia que refleja un pensamiento mágico; es decir, una ilusión sin ningún fundamento real.
De hecho, alimentar el odio y el rencor es como tomar veneno esperando que sea otro quien muera. Es castigarnos, con la secreta esperanza de que ese castigo, de alguna forma, sin saber muy bien cómo ni cuándo, se revierta sobre quien nos ha infringido el daño.
El perdón como un acto de autoliberación
Paul Boese dijo que “el perdón no cambia el pasado, pero amplía tu futuro”. De hecho, perdonar implica cortar una relación que nos está dañando, significa retomar el control de nuestra vida.
El acto del perdón cambia la relación que comenzó con el daño, la afrenta o la pérdida. Cuando una persona nos daña, se cuela en nuestra vida y ocupa nuestra mente. Mientras no pasemos página, estaremos de cierta forma vinculados a nuestro verdugo. Perdonar implica romper la dinámica que alimentaba esa relación.
Por tanto, el perdón es una forma para salir de ese marco transaccional que está limitando nuestra vida. Cuando fuimos víctimas, nos arrebataron el poder, pero el acto de perdonar implica recuperarlo. Es decir: "me has hecho daño y he sufrido mucho por ello, pero a partir de este momento ya no ejerces ningún influjo sobre mi vida", porque los sentimientos y pensamientos negativos que estábamos experimentando y que nos mantenían atados, se han esfumado.
Perdonar no significa darle el visto bueno a lo ocurrido, significa salir de la relación víctima-verdugo. De hecho, aunque todos somos empáticos con las víctimas, la victimización no es beneficiosa ya que termina limitando nuestra autoimagen, historia vital y riqueza personal. Hay muchas personas que no han podido vivir plenamente porque siempre han arrastrado el cartel de víctimas y se han negado a perdonar, quedándose ancladas en el pasado, junto a su verdugo.
Perdona cuando estés preparado, pero asegúrate de prepararte para perdonar
El perdón lleva tiempo porque cuando se produce una pérdida o un herida importante, siempre hay incertidumbre, no podemos ver con claridad qué hacer ni logramos encontrarle un sentido a lo ocurrido. Experimentamos dolor, sufrimiento y confusión.
Estas emociones son espontáneas y naturales, pero antes o después debemos aceptar lo ocurrido y prepararnos para perdonar. Es importante mantenerse atentos a la evolución de nuestro estado emocional porque sentimientos como la ira, el odio y la sed de venganza pueden bloquear nuestra mente racional y hacer que terminemos identificándonos con ese ellos.
Esa identificación negativa tiene una naturaleza estática, por lo que las emociones tienden a anquilosarse a lo largo del tiempo, la herida no sana y no logramos mirar hacia adelante sino que mantenemos la vista clavada en el pasado. En ese punto, nos convertimos en esclavos de la desgracia y servidores incondicionales de la ira.
Por tanto, el perdón tiene su propio ritmo. No es necesario violentarlo. Pero también debemos asegurarnos de que estamos trabajando para curar esa herida emocional.
El estrés aumenta la empatía de las mujeres pero vuelve más egocéntricos a los hombres
Neuropsicología
Imagina que tienes que sumergir tus manos en agua helada o muy caliente durante tres minutos. Después de los primeros segundos, tu cerebro comenzará a enviarte señales de alarma para advertirte que retires las manos. Sin embargo, las mujeres no reaccionan de la misma manera que los hombres ante esa señal de estrés.
Un grupo de neurocientíficos de la University of Southern California comprobó que esa experiencia aumentaba el nivel de cortisol en hombres y mujeres, pero sus reacciones a nivel cerebral eran muy diferentes. Las mujeres tienden a buscar apoyo social y los hombres son más propensos a mostrar la clásica reacción de lucha-huída encerrándose en sí mismos.
El cerebro de hombres y mujeres responde de manera diferente ante el estrés
Desde hace mucho tiempo, los psicólogos han notado que el estrés afecta de manera diferente a hombres y mujeres. Estos investigadores, después de aumentar el nivel de estrés de los participantes intoduciendo sus manos en agua, les pidieron que realizaran diferentes tareas, como ver rostros enojados o neutrales. Mientras lo hacían, tomaban muestras de cortisol para evaluar su nivel de estrés y monitorizaban los cambios en el flujo sanguíneo a diferentes zonas del cerebro.
Apreciaron que cuando las mujeres veían los rostros enojados, respondían con una mayor conectividad de las diferentes áreas, sobre todo las zonas relacionadas con las emociones y las relaciones interpersonales. Al contrario, cuando los hombres miraban los rostros enojados, las zonas responsables del procesamiento de las emociones y expresiones faciales de los demás parecían “desconectarse”.
Esto significa que, en situaciones de estrés el cerebro de las mujeres suele aumentar el grado de conectividad funcional, estimulando una reacción de empatía, mientras que el cerebro de los hombres prioriza la típica reacción “lucha-huída” desarrollando una reacción más egocéntrica.
Las hormonas cuentan, y mucho
¿Por qué el cerebro de las mujeres reacciona diferente al de los hombres en situaciones de estrés? Una clave podrían ser las hormonas. De hecho, los neurocientíficos notaron que cuanto más elevados eran los niveles de testosterona al comenzar el experimento, menor era la actividad en el giro fusiforme cuando las personas están estresadas, un área especializada en el reconocimiento de los rostros.
Curiosamente, esta zona se activaba mucho más en las mujeres estresadas que en aquellas que estaban relajadas, lo cual indica que el estrés activa una respuesta a nivel cerebral que facilita la conexión con los demás y nos anima a buscar ayuda.
Estos resultados fueron confirmados por otro estudio realizado en la Universidad de Viena. Estos neurocientíficos concluyeron: “ante el estrés, las mujeres son capaces de desprenderse de sí mismas de manera flexible, lo cual les permite poner en práctica respuestas sociales más precisas. Al contrario, los hombres responden con mayor egocentrismo y una regulación menos adaptativa”.
En otras palabras, mientras que en las mujeres el estrés activa la empatía y la búsqueda de apoyo, en los hombres genera una respuesta más centrada en sí mismos que les lleva a activar el mecanismo de lucha o huída.
Una respuesta no es mejor que otra, todo depende del contexto. No obstante, saber cómo reacciona automáticamente nuestro cerebro nos permitirá detener nuestro primer impulso, reflexionar y elegir conscientemente la respuesta más adaptativa.
Fuentes:
Mather, M. et. Al. (2010) Sex differences in how stress affects brain activity during face viewing. NeuroReport; 21(14): 933-937.
Tomova, L. et. Al. (2014) Is stress affecting our ability to tune into others? Evidence for gender differences in the effects of stress on self-other distinction.Psychoneuroendocrinology; 43: 95–104.
Verma, R. et. Al. (2011) Gender differences in stress response: Role of developmental and biological determinants. Ind Psychiatry J; 20(1): 4–10.
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