Visita al municipio grancanario de Teror, donde se grabó la película que protagonizan Mario Casas y Adriana Ugarte
La Finca de Osorio, a dos kilómetros del casco antiguo de Teror, acogió el rodaje de la película Palmeras en la nieve, protagonizada por Mario Casas, Berta Vázquez y Adriana Ugarte. De ineludible visita, este vergel de 207 hectáreas es el último fortín de un extenso bosque que se extendía por todo el norte de la isla; la llamada Selva de Doramas.
El set de rodaje se levantó junto al Paseo de los Robles, sobre un antiguo trigal de 6.500 metros cuadrados. Hoy, operarios de la finca recolectan hojas de jaramago para hacer potaje en el lugar. También se filmaron escenas en el interior de la Casa Principal, propiedad de antiguos terratenientes. Antes, las zonas de cultivo en Osorio eran trabajadas por campesinos a cambio de terreno. Desde 1981 el recinto es propiedad del Cabildo insular, pero los descendientes de aquellos aparceros las siguen cultivando, prolongando dicha tradición.
Pero el municipio tiene muchos otros atractivos y curiosidades. Si Gran Canaria fuera una civilización alienígena, la Basílica de la Virgen del Pino, en Teror, sería su nave nodriza, un ovni neoclásico con el altar plateado de la Virgen como puente de mando. Dicen que la elegida se apareció a unos pastores en lo alto de un pino en septiembre de 1481, envuelta en un halo de luz. Justo en el lugar que hoy ocupa la cruz de piedra erigida delante de la iglesia, la llamada Cruz Verde. Dos años después un temporal arrasó con el árbol. Tres siglos más tarde, en el XVIII, se construyó la actual basílica, uno de los edificios religiosos más importantes de Canarias.
Situado como en la base de un caldero, el pueblo de Teror, a 20 kilómetros y 30 minutos de Las Palmas de Gran Canaria, pertenece a las medianías del norte grancanario, una franja con frecuencia nublada entre la costa y la cumbre dominada por crestas y honduras, especialmente fértil para la agricultura. En Teror las temperaturas bajan hasta los dos grados en invierno, mientras en verano alcanzan de media la treintena.
Camino a Teror
En Gran Canaria, todos los caminos conducen a Teror, dice una copla. Para amantes del senderismo o corredores de montaña hay seis rutas que llegan al pueblo desde los municipios colindantes. Pronto habrá cuatro más. La página web municipal incluye las pistas descargables para teléfono móvil de cada una de ellas. Por los paisajes espectaculares que se descubren, resulta recomendable el recorrido que parte desde la Cruz de Tejeda (11 kilómetros, mil metros de desnivel y cuatro horas de duración), con escala en la popular Cruz de la Hoya Alta, que en fiestas se ilumina para guiar a los visitantes.
Para sentirse un vecino más hay que alojarse en Doña Margarita. La propietaria, Queta Martín, vive en la casa tradicional canaria de finales del siglo XVIII y atiende personalmente a los clientes. Tres espaciosos apartamentos junto al antiguo ayuntamiento (actual oficina de turismo) y, justo enfrente, la Casa de la Cultura, en cuyo patio se conservan dos oscuros maderos de la Cruz de la Hoya Alta original. En esa zona, junto a la basílica, perviven grandes araucarias llegadas hace 150 años. El banco situado al pie de la más grande se conoce como el queque, punto de encuentro habitual.
Entre las casas rurales fuera del centro, El Borbullón, en el barrio de El Pino, es la más recomendada, en la que una pareja de enormes mariposas monarca revoloteando sobre la piscina recibe a los huéspedes. En esta parcela de 3.000 metros cuadrados destaca el frondoso jardín de pinos, palmeras y un pequeño estanque con ranas, así como el edificio original, de 1760, que Manuel Palenzuela, el propietario, transformó en tres alojamientos independientes hace 18 años.
‘Celebrities’ cistercienses
"¡Bien de gente padece de la rodilla!", comentan dos señoras cuando iniciamos un paseo por el casco antiguo, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1979. De sus plazas, la de Sintes es la más moderna, junto al Auditorio de Teror, inaugurado en 2006. Los domingos de 8 a 14 acoge un mercadillo de ropa, alimentos, dulces, pájaros y artesanía. Otra emblemática es La Alameda, poblada de árboles del falso plátano que dan frescor incluso en los días tórridos. Albergó el palacio episcopal y también a monjas cistercienses de clausura, que hoy viven en un monasterio a la entrada del municipio y son ‘celebrities’ locales gracias a sus dulces.
Camino a la Plaza de la Basílica, custodiada por dos altísimos pinos y un laurel de indias, un fuerte olor a queso en la calle Iglesia Chica nos invita a entrar en la tienda de aceite y vinagre de Pepe Falcón, original de 1932, excepcionalmente cuidada. Ya en la plaza, la Casa Museo de los Patronos de la Virgen permite, por tres euros, hacerse una idea de cómo vivían los canarios ricos a principios del siglo XVIII. Llaves y lozas antiguas, capilla, garaje con carruajes a caballo y, como guinda, el despacho del folclorista Néstor Álamo, fallecido en 1994, autor de la celebrada canción ¡Ay Teror, qué lindo eres!, cuya partitura original se expone.
Cincuenta metros más arriba, en la confluencia de las calles Real y Herrería, Manjares Isleños ofrece productos gourmet de la tierra: quesos de tuno indio de Fuerteventura, mojos y sales de La Palma, mermeladas de berros de Firgas, aceite de oliva virgen de Tirajana, barritas energéticas de gofio y cervezas artesanales locales. En la paralela calle Nueva, los pasteles de carne de la Dulcería Benítez están entre los mejores de Canarias. Cerca de la basílica, la plaza Teresa de Bolívar, de inspiración mestiza, es ideal para terminar el paseo. Debe su nombre a la mujer de Simón Bolívar, el Libertador, cuyos antepasados provienen de este pueblo. Destacan su fuente central, el busto dedicado a Néstor Álamo y dos bancos hechos con piedra de la basílica.
Gastronómicamente, el pueblo es famoso por el chorizo de Teror, embutido vendido en ristras de textura similar a la sobrasada. Junto a la plaza Fuente de La Higuera, la fábrica Los Nueces lleva elaborándolo desde los años 30 del siglo pasado. Adobo de tocino, carne y magro de cerdo, pimentón, especiales naturales, vino blanco. La variedad en blanco lleva nuez moscada. Se puede usar como ingrediente de cocina, claro, pero lo tradicional es un bocadillo con pan de campo, acompañado de un refresco Clipper de fresa, para una experiencia gastronómica total.
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