“Todo el mundo quiere el cambio, pero nadie quiere cambiar”
¿Cuántas veces hemos intentando que otra persona cambie? Nuestra pareja, nuestra madre, un amigo, un compañero de trabajo… Parece que existe una extraña tendencia a querer que los demás cambien, y lo peor es que esto nos genera una gran frustración cuando vemos que no lo conseguimos.
¿Tan difícil es entender que no podemos cambiar a otro?
No intentes cambiar al otro, cambia tú
Para que una persona cambie es imprescindible que quiera hacerlo. No depende de nosotros, sino de su propia voluntad.
No culpes a los demás de no ser cómo tú o de no ser cómo tú quieres que sean, pues seguro que tú no estás dispuesto a ser como quieran los demás.
Lo primero es entender que a las personas hay que aceptarlas tal y como son, y aceptar también que cada uno pensamos y sentimos de manera diferente. Esto, que parece tan obvio, en la realidad no lo es tanto.
A menudo nos empeñamos en cambiar actitudes o comportamientos de los demás sin tener en cuenta que algo que para nosotros puede ser muy importante para el otro no tiene por qué serlo, y al revés.
Tendemos a generalizar nuestras creencias hasta el punto de hacernos inflexibles sin apenas ser conscientes.
Acepta a las personas tal y como son
La eterna lucha por cambiar al otro pasa por la aceptación. Tienes que pensar que al final cada uno elige, aunque no siempre elijamos lo mejor. No puedes tener poder sobre los demás ni otorgarte una responsabilidad que no te pertenece.
Llegado este punto, piensa: ¿Para qué quieres que el otro cambie? Puede que la respuesta sea para que sea más feliz o para que sufra menos, aunque si profundizas un poco más quizás llegues a reconocer que sería para que tu relación con él mejore.
Y ahora te pregunto: ¿de qué otra forma podrías conseguir eso?
Empieza por cambiar tú
Si quieres que tu relación con otra persona cambie, empieza por cambiar tú. La mejor manera de mostrarle a los demás lo que quieres es mostrándote como ejemplo.
Si no te gusta que te griten, aprende a hablar con respeto a los demás sin subir el tono. Si no te gusta que te hagan esperar, sé puntual. Si no te gusta cómo se comporta tu pareja con tu madre, mejora tu relación con tu suegra; si no quieres que tus amigos se olviden de ti, llámales más a menudo.
Otra de las cosas que debes recordar si quieres mejorar la relación con alguien es que las personas no leemos mentes: si quieres o necesitas algo, pídelo.
Una de las cosas que más daño hace en las parejas y en las relaciones en general es esa manía que tenemos de esperar que el otro acierte o adivine aquello que tanta ilusión nos hace o las cosas que para nosotros son importantes.
¡Basta ya de tonterías! Las personas hacemos lo que creemos que es lo mejor en cada momento; si hay algo de otra persona que no te gusta o te está haciendo daño, díselo.
Cambiar tú para que todo cambie
Las relaciones son sistemas, de manera que si tú cambias, el sistema cambia, o lo que es lo mismo: si tú empiezas a comportarte de manera distinta con tu madre, ella también cambiará su forma de actuar contigo.
Si no te gusta cómo ha hecho algo un amigo, muéstrale otra forma de hacer las cosas.
Si tú esperas que el otro haga algo, lo único que conseguirás es comprobar cómo el otro está esperando que lo hagas tú y así no habrá nunca forma de mover el puñetero sistema. Como dijo Robert Dilts: “Todo el mundo quiere el cambio, pero nadie quiere cambiar”.
Deja entonces de luchar y pelear para conseguir que otros cambien, entre otras cosas porque a estas alturas ya deberías saber que no es algo que dependa de ti.
Acepta que cada persona es un mundo y que gobernar tu propio mundo ya supone suficiente faena.
Así que recuerda las palabras de Ghandi: Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo.
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