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Cuento sobre las posesiones en la vida


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No hay mayor verdad en este mundo que venimos sin nada y también nos vamos sin nada.
Este relato nos recuerda lo esencial en la Vida y aunque no todos aboguemos por la simplicidad radical, siempre es positivo cultivar un sano DESAPEGO.
Existe una vieja historia sobre un famoso rabino que vivía en Europa que fue visitado un día por un hombre que había viajado en barco desde Nueva York, para verlo.
El hombre llegó a la morada del rabino, una gran casa en un calle de una ciudad europea y fue llevado a la habitación del rabino que estaba situado en el ático.
Cuando entró, vio que el maestro vivía en una habitación equipada con una cama, una silla y unos pocos libros.
El hombre se esperaba mucho más.
Tras saludarle, le preguntó: “Rabino, ¿dónde están sus cosas?”.
El rabino preguntó: “¿Y las suyas?”.
El visitante replicó: ” Pero, rabino, yo estoy de paso”.
Y el maestro respondió: “Yo también”.
Amar plenamente y vivir bien exige que reconozcamos, finalmente, que no poseemos o que no somos dueños de nada: de nuestras casas, de nuestros coches, de nuestros seres queridos, ni siquiera de nuestros cuerpos.
El gozo espiritual y la sabiduría
no son fruto de las posesiones,
sino de nuestra capacidad de abrirnos,
de amar más plenamente,
de movernos y ser libres en la vida.

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