Mujer despues de los 40 |
Posted: 11 Jun 2015 01:21 AM PDT
"Espero poder confiártelo todo como no he podido hacerlo todavía con nadie; espero también que serás para mí un gran sostén." Así comienza el Diario de Ana Frank, un catorce de junio, días después del cumpleaños de Annelies Marie Frank. Un regalo que recibió en su décimo tercer cumpleaños y en él que comenzó a escribir sin saberlo los últimos años de vida. Un testimonio estremecedor que se convertiría más tarde en el símbolo de la barbarie del Holocausto. Siendo una niña leí estelibro y para escribir este post he vuelto a hacerlo. Debo deciros que sigue encerrando esa fuerza, naturalidad, precocidad y angustia que ya me sobrecogieron la primera vez. Sirvan estas líneas para recordar a una prometedora escritora que aunque nunca quiso dar a leer sus escritos, sino sondear su corazón, ha conseguido dejar una huella perenne en nuestra alma.
¡Ana! Hoy voy a escribir el final de tu historia que me hubiese gustado leer. Ese que te robaron la maldad y el antropófago Leviatán que moran en el corazón de muchos hombres.
Diario de Ana Frank.
Hay libros que calan hondo y el Diario de Ana Frank es uno de ellos. Da igual que lo leas siendo una niña o ya una mujer hecha y derecha lo terminas y te rompes por dentro. Más teniendo en cuenta que todos conocemos el fatal desenlace que tiene su historia. Porque todo lo que nos relata sobre sus dos años (desde julio de 1942 a agosto de 1944) de estancia en el anexo de una vivienda destinada a oficinas de la empresa de su padre en el número 263 de Prinsengracht, uno de los canales de Amsterdam. Dónde estuvo escondida junto a otras siete personas más, huyendo de la política de exterminio que vivió el pueblo judío durante la ocupación nazi de Holanda, no fue sino la antesala de un horror aún mayor y del final de una joven que se apagó en un campo de concentración en Bergen Belsen, dónde enfermó de tifus y nos dejó en febrero de 1945 .
Ana recoge con maestría en tres cuadernos, que aún se conservan, el día a día de ese confinamiento forzoso y las condiciones en las que vivieron el matrimonio Van Peels y su hijo Peter, el dentista Pfeffer y la familia Frank, formada porOtto su padre, al que ella llama cariñosamente Pim, Edith su madre con la que mantiene una relación difícil y Margot su hermana mayor. La sucesión de días y anécdotas se van impregnando de una mirada hacia su interior, sus miedos, sus anhelos, su sufrimiento..., que atrapa. Una lectura del hombre y de una época oscura que nada tiene de literatura, es la vida cruda y maravillosa al mismo tiempo.
Retrata el paso de los días aburrido, monótono, asfixiante, y como convivían hacinados en un espacio reducido, ocultos tras una puerta de entrada giratoria que simulaba un armario, compartiendo por turnos un barreño para su aseo personal, con ropa que se les quedaba pequeña dos o tres tallas, comiendo lo que a duras penas podían conseguir con cartillas de racionamiento, apretando los dientes para no gritar cuando los bombardeos y ametralladoras poblaban sus noches y temiendo ser descubiertos, torturados o enviados a un campo de concentración. No sé cómo reaccionaríamos muchos de nosotros, pero Ana consiguió liberar su alma que compartió con nosotros en su diario e incluso encontró espacio para el amor o para la ilusión del mismo. Peter y ella cogidos de la mano viendo las estrellas y sintiendo que todo era posible, una imagen preciosa que perdura en mi retina, como también lo hace la de una joven famélica y enferma que se reencuentra con su amiga de la infancia, Hanna Pick, en el campo de concentración de Bergen Belsen. Ambas jóvenes no se ven porque una valla cercada las separa pero Hanna reconoce a su amiga. Ésta ya no es aquella Ana que sonríe, ha perdido la esperanza separada de sus padres, hambrienta y sola, pues su hermana Margot había fallecido antes que ella. Lloraron juntas en ese reencuentro, oyéndose sin verse, y un mes más tarde Ana simplemente deja de estar, muere.
"Todo aquel que leyó el diario de Ana Frank dice que ella creía en lo bueno del hombre... y yo digo: ‘sí... pero eso era antes de Auschwitz", Hanna Pick, amiga de la infancia de Ana Frank.
Recientemente se han encontrado más datos sobre su muerte, que se databa a final de marzo, y que tras el análisis derelatos de testigos y documentos se cifra ahora en febrero, aunque se desconozca el día exacto. Muchos alivian así la rabia de saber que el campo de concentración de Bergen Belsen fue liberado el 15 de abril de 1945, y de acuerdo a las fechas anteriores Ana hubiese estado cerca de la salvación por unos días. ¡Quizás ese final hubiese sido el más probable si hablásemos de una historia de justicia, de equidad, de razón y de amor! Pero la historia de Ana es el retrato de la sin razón, de la crueldad, y de la injusticia elevada a la categoría de monstruo antropófago que expuso a la luz la oscuridad de la que es capaz el hombre.
Y es que además fueron delatados, un informante que no se ha podido identificar fue el que acabó con el sueño de esta joven que soñaba con ser escritora e idolatraba a su padre Otto. El 4 de agosto de 1944, por la mañana, la Policía de Seguridad Alemana irrumpió en su escondite y arrestó a las cocho personas que encontró en el anexo de la vivienda. Ana y Margot fueron enviadas al campo de concentración de Bergen Belsen, y su madre y su padre a Auschwitz. Las dos hermanas fallecieron enfermas de tifus, su madre de pura inanición y su padre el único que sobrevivió al Holocausto. Tras la guerra, liberado de Auschwitz, regresó a Amsterdam dónde localizó a Miep Gies "la mecanógrafa", una de las personas que les habían ayudado a esconderse y ésta le entregó los cuadernos de Ana. El diario fue publicado en 1947 y algunos dicen de él que fue más determinante que el mismo juicio de Nuremberg para grabar en la memoria colectiva el horror nazi.
"Para el mundo, es un símbolo. Para mí, era mi amiga de la infancia", Hanna Pick, amiga de la infancia de Ana Frank.
En toda esta historia hay cuatro nombres que me gustaría destacar, son los de los cuatro empleados de Otto Frank. Miep Gies, Johannes Kleiman, Victor Kugler y Bep Voskuijl que se convirtireon en los protectores de nuestros refugiados. Más tarde el marido de Miep, y el señor Johannes Voskuijl, padre de Bep, tomarían parte también en la trama. Fue Miep quien consiguió salvar los diarios de Ana antes de que el refugio fuera vaciado, como era practica habitual, por los alemanes. Así lo encontró Otto cuando regresó en junio de 1945, vació. Éste trató de reflotar sus empresas Opekta y Pectacon, junto con sus antiguos y leales empleados, pero aún tuvo que hacer frente a algunos reveses como la amenaza de derribo del inmueble. La movilización fue masiva y así en 1957 se creó la Fundación Ana Frank para salvaguardar el legado y los ideales de nuestra escritora. La casa del 263 de Prinsengracht se abrió al público en 1960 y hoy es uno de los museos más visitados de Amsterdam, más o menos un millón de personas rinden un sincero recuerdo a nuestra querida Ana.
"Imagínate que yo publicase una novela sobre nuestro refugio. ¿No crees que seria interesante?... La historia de ocho judíos escondidos en un refugio, su manera de vivir, de comer y de hablar produciría un efecto extraño, años después de la guerra." 29 de marzo de 1944, Diario de Ana Frank.
Algunos hablan de fraude, de incongruencias en la caligrafía, hasta el punto de señalar que es imposible que pertenezca a Ana, de la existencia de anotaciones a bolígrafo, invento posterior su muerte y de la intervención de otras manos en la redacción del diario que hoy conocemos. Sinceramente, lo que a mí me sobrecoge es su historia, su final... ¡Ojala nos dijese alguien que éste sí fue una falsificación y que Ana consiguió salvarse y hacer realidad sus sueños! Pero no fue así y no es que ella sufriese más por haber escrito un diario, simplemente despertó la empatía de millones de personas que a través de su experiencia se acercaron al horror que vivieron millones de personas en la Segunda Guerra Mundial. No creo que haya agravio comparativo, ni un lobby detrás de este libro, ni apoyo incondicional de los medios de comunicación, cada uno es libre de leerlo o no. El hecho de recordar a Ana no significa que olvidemos al resto, al revés este diario es un recordatorio que perdura en nuestros corazones de lo que ocurrió, de lo que jamás debería volver a suceder.
Mi final, ¡para ti Ana...!
4 de agosto de 1945
¡Querida Kitty!
Por fin te escribo para contarte buenas noticias. Una vez te dije que el papel es más paciente que los hombres, y al final así ha acabado siendo. ¿Recuerdas aquel farmacéutico? Si a través del que los señores Kleiman y Voskuijl conseguían hacer llegar los sobres franqueados dónde luego introducían las cartas manuscritas por papá para dar credibilidad a nuestra farsa. Pues al final con su ayuda vamos a lograr pasar a Suiza. El traslado no será sencillo y debemos llevarnos lo indispensable. Ya tengo hecha mi maleta y como casi toda la ropa nos queda pequeña, Miep nos ha tenido que comprar en el mercado negro una par de blusas y unos zapatos. No sabes las ganas que tenía de quitarme estas viejas botas, con este calor son insoportables.
La señora Van Peels sigue protestando por todo y hoy está especialmente inquieta. No sé resigna a abandonar sus pocas pertenencias y dejarlas aquí. Pim y mamá han intentando hacerla entrar en razón, pero es imposible razonar con ella. El señor Van Peels y Peter, por el contrario han hecho su maleta en quince minutos y han pasado el resto de la mañana recorriendo el desván y las otras dos plantas para eliminar cualquier rastro comprometedor que podamos dejar.
En la comida nos hemos estado riendo todos recordando lo que hace meses dijimos que haríamos al salir de aquí. Margot y el señor Van Peels, su maravilloso baño de agua caliente, la señora Van Peels el atracón de pasteles, mamá tomar un buen café, el señor Pfeffer ver a su amada Charlotte, Peter una película en el cine, papá visitar al señor Voskuijl y yo volver a tener un hogar y ser libre. Incluso te reconozco que añoraría regresar al colegio. Porque no veo el momento de dejar atrás este escondite, ya te dije que para mí es como una pensión provisional y que jamás podría verlo como mi casa. Llevamos aquí más de dos años, pero pesan como toda una vida. Ahora tengo quince y cuando todo esto haya pasado, me gustaría mirar atrás y ver como todo este tiempo, todos estos recuerdos se diluyen hasta hacerse casi líquidos, como si hubieran sido un mal sueño. No soy la misma Ana que un domingo 14 de junio comenzó a escribirte. Hay muchas cosas que han cambiado, algunas las llevaré conmigo en esta nueva vida que hoy comienzo y otras las dejaré enterradas entre estas cuatro paredes. Pero no a ti, ¡Kitty! Tú has sido la amiga que nunca tuve, mi apoyo, mi confidente, mi desahogo... Ha llegado el momento de despedirnos, no sé si es un adiós o un hasta luego. ¡Desconozco tantas cosas! Más cierro este diario con una gran sonrisa dibujada en mi rostro, esperando el mañana que ha de venir.
Tuya,
Ana.
Cuando escribo me olvido de todo, mis penas desaparecen y renace mi ánimo. Pero la cuestión capital es saber si llegaré a escribir algo perdurable, si llegaré a ser periodista o escritora. Con esta esperanza vivo, pues al escribir puedo dejar testimonio de mis pensamientos, mis ideales y mis fantasías." 4 de abril de 1944, Diario de Ana Frank. |
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