Historias de Luz y Sabiduría
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Un águila y un elefante se hicieron grandes amigos. Un buen día dijo el elefante:
- ¿Sabes? Toda mi vida he querido volar. Siempre he soñado con lo divertido que sería sobrevolar los pueblos y verlos desde el cielo, así como las casas y a la gente. Deslizarme por encima de los ríos y la selva. ¿Crees que seré capaz de volar?
- Seguro que sí – respondió el águila-. Y girándose, se arrancó una de las plumas de la cola. – Toma – le ofreció-. Muerde esta pluma y sujétala con fuerza entre los dientes. Luego empieza a batir las orejas con todas tus fuerzas y verás cómo levantas el vuelo.
El elefante hizo lo que le había dicho su amigo. Se colocó la pluma en la boca y fue al encuentro del ave, que le esperaba en la rama de un árbol, siempre sujetando con fuerza y cuidado la luma entre los dientes.
- Oye, águila, me has cambiado la vida por completo. Jamás podré agradecerte lo suficiente la pluma que me has dado.
- ¿La pluma? – replicó el águila. No la necesitabas. Era una que iba a tirar porque ya no me servía. Tan solo te ofrecí algo en lo que creer. Fue tu fe y el batir de tus orejas lo que te hizo volar, ¡no la pluma!
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