Aprender a retirarse a tiempo cuando estamos ante una situación compleja, reflexionar, pensar en lo sucedido, comprender cómo nos sentimos y
regresar para volver a intentarlo una vez que hayamos recuperado fuerzas, es un acto de valentía.
Elegir el momento adecuado para retirarse de una relación, de una discusión con otra persona o de un trabajo que no nos satisface requiere fuerza de voluntad y superar el miedo a las consecuencias. En ocasiones vivimos situaciones que nos desgastan y no somos capaces de salir para retomar fuerzas.
La búsqueda de la felicidad
Hay circunstancias en las que es preciso pensar en nuestra felicidad personal y caminar hacia nuestra paz interior para retomar fuerzas. Son situaciones en las que es esencial tender hacia una coherencia entre los que pensamos, sentimos, decimos y hacemos.
La felicidad es un término que parece utópico y lo solemos referir al pasado “en verano del año 2000 fui feliz”. Los investigadores sobre psicología positiva consensuaron una definición del concepto de felicidad en base a tres competentes:
- Experiencias de afecto positivo frecuentes (alegría, placer, amor, cariño).
- Experiencias de afecto negativo infrecuentes (tristeza, estrés, ansiedad, miedo, dolor).
- Altos niveles de satisfacción vital.
Es decir, una persona feliz es aquella que vive muchas experiencias de afecto positivas, pocas negativas y que se siente satisfecha con su vida. No obstante, no podemos olvidar que no existe una felicidad objetiva sino un estado subjetivo de felicidad en cada uno de nosotros.
La búsqueda de ese estado subjetivo de felicidad es el que nos impulsa a irnos cuando notamos que una situación es incómoda o simplemente no nos hace felices, y a regresar una vez que hayamos recuperado nuestra energía vital.
La inteligencia emocional y su valor para regresar con más fuerza
La felicidad del ser humano se relaciona directamente con determinadas emociones y estados de ánimo. Ahí es donde entra el juego la inteligencia emocional como la capacidad de comprender nuestras emociones y las de los demás.
En cuanto a las emociones, hay especialistas que piensan que podemos controlarlas totalmente y otros que opinan que no podemos hacer nada para tenerlas bajo control. Sin embargo, también hay investigaciones que concluyen que la forma en la que interpretas tus emociones puede cambiar la forma en la que las vives.
Por ejemplo, si te da miedo hablar en público pensarás que esos nervios son negativos, pero si los interpretas como una voluntad de hacerlo bien es más probable que tengas éxito. Se trata simplemente de comprender cómo nos sentimos y manejar esas emociones a nuestro favor.
No es una huida es una reflexión para poder volver
En muchas ocasiones, la soledad nos permite un tiempo de conocimiento sobre nosotros mismos, de reflexión sobre nuestra vida. La soledad nos da espacio y lugar para poder identificar nuestras fortalezas y debilidades y trabajar en lo que debemos mejorar.
Por ese motivo, no podemos ver la soledad como algo negativo, sino como una colaboradora del proceso de autoconocimiento necesario en diferentes momentos de nuestra existencia. A veces necesitamos recuperar fuerzas y energía, regresar a nuestro origen, y la paz de la soledad nos ayudará.
Cómo gestionar tus emociones para recuperar energía
El uso de la inteligencia emocional pasa por identificar nuestras emociones y estados de ánimo: reconocer cuándo estamos enfadados, nerviosos o tristes, para poder actuar sobre el origen de la emoción y en el último caso sobre la emoción misma. A continuación te damos algunas herramientas para gestionar emociones negativas.
Piensa en tus virtudes y no en tus debilidades
Si te paras un momento a pensar en todo lo que te dices cuando te ocurre algo negativo, te darás cuenta de que eres tú misma la que alimenta a esa emoción y hace que, poco a poco, se vaya haciendo más grande. Así, si al principio era fácil de manejar, cuando lo ha contaminado todo puede llegar a representar un gran reto.
Si cometes un error en el trabajo no es necesario que te tortures, sino que aprendas. Que no dejes crecer el desánimo, recordando todas las veces en que has hecho cosas bien. De esa forma relativizarás lo sucedido, gestionarás las emociones negativas y podrás regresar a tu paz interior.
Desvía tu atención hacia otra cosa
Al igual que sucede con los niños pequeños cuando lloran y tratamos de distraerles con un juguete, si nos comienza a invadir una emoción negativa, podemos concentrarnos en otra tarea para desviar nuestra atención y regresar a nuestra tranquilidad interior. El control de la atención juega un papel muy relevante para frenar ciclos emocionales negativos que se retroalimenten.
De esta forma te alejas de la emoción negativa y te concentras en otro objetivo hasta que transcurre un tiempo y esa emoción va desapareciendo poco a poco. Es una estrategia que se puede utilizar en algunas ocasiones, porque lo aconsejable es gestionar esa emoción y conocer su origen y causa.
Apuesta por la meditación
Diferentes estudios científicos han demostrado que la meditación ayuda a prevenir los pensamientos y las emociones negativas. Meditar puede ayudarnos a gestionar miedos y a reducir la ansiedad, puesto que se trabaja con la respiración y la concentración.
Busca un lugar tranquilo, respira de forma pausada, siente como entra y sale suavemente el aire de tus pulmones, mientras tu mente y los músculos tu cuerpo comienzan a relajarse cada vez más. Practica la meditación cada día y lograrás buenos resultados poco a poco.