DOMINGO, 5 DE MARZO DE 2017 | |||||
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Feminismo. Y punto
La edad nos enseña a ser más selectivos
La edad nos vuelve más selectivos y hábiles a la hora de aplicar adecuados filtros de protección. Poco a poco caen los miedos, las inseguridades caducan y aprendemos a cuidar de nuestras prioridades, a saber “quién sí y quién no”. Porque madurar es, por encima de todo, tener en cuenta lo que merecemos y luchar por ello.
Resulta curioso como se enfatiza muy a menudo la relación casi directa entre el número de amigos o de relaciones que tiene un individuo, para hacer una rápida predicción sobre su felicidad o su bienestar mental. Esta premisa partió sobre todo por una teoría de los años 90 que enunció el antropólogo Robin Dunbar, y que a día de hoy se conoce como el número Dunbar.
Según esta propuesta, una persona necesitaría un grupo social de al menos 15o individuos para desarrollarse con plenitud. Ahora bien, este enfoque partió en su momento de los “primates no humanos” y de su relación casi directa con el tamaño de la neocorteza cerebral. Porque en lo que se refiere a los siempre complejos “primates humanos”, es decir a nosotros mismos, el tema evidencia ya delicados matices que es conveniente aclarar.
El número de relaciones sociales no se correlaciona directamente con la felicidad. Es la calidad de las mismas lo que nos confiere auténtico bienestar, equilibrio personal y esa satisfacción que nos permite ganar en sabiduría. A su vez, a medida que el ser humano madura, el número de relaciones sociales significativas decae para quedar reducido muy a menudo a un círculo sólido, ahí donde las interacciones favorecen una auténtica salud mental.
La edad y el autoconocimiento
Empezaremos aclarando otro dato importante relacionado con la edad. Ganar en años no significa obligatoriamente ganar en sabiduría, equilibrio y templanza. Los patrones de personalidad evolucionan, no hay duda, pero parten casi siempre de unas mismas raíces, de un mismo sustrato. Por ejemplo, el individuo de “mente cuadrada”, poco receptivo y habituado a ver el mundo con un filtro de negativisimo, no va a experimentar una súbita revolución interior solo por soplar velas de más en su tarta de cumpleaños.
La madurez física y la madurez psicológica no son lo mismo. El propio Aristóteles sostenía que en todo rasgo de carácter hay un exceso, una carencia o una virtud que nos habrá de acompañar a medida que maduremos. Sin embargo, solo quien es capaz de practicar la bondad y el autoconocimiento gozaba, según el filósofo griego, de esa virtud con la que uno mismo será capaz conectar con la auténtica felicidad al saber qué es lo prioritario.
Es fácil de entender: dependiendo de cómo me perciba a mí mismo, entenderé el mundo que me rodea. Si yo soy tacaño, percibiré a la gente generosa como derrochadora. El defecto en mi carácter desvía mis percepciones intelectuales y emocionales. Sin embargo, quien practica ese autoconocimiento donde la bondad y el respeto son esenciales, aplicará un adecuado filtro mental donde buscar y rodearse solo de aquello que armoniza con esos principios.
Tener en nuestra vida a personas nobles, auténticas y enriquecedoras no solo garantiza el disponer de una mejor salud mental y emocional. El propio Aristóteles señalaba que la amistad basada en la virtud favorece nuestro desarrollo moral. Porque un buen amigo es alguien donde poder vernos también a nosotros mismos a través de sus ojos, para segur invirtiendo en autoconocimiento.
Saber a quién quieres y lo que quieres no es ser egoísta
La vida se compone de momentos, de personas y experiencias variadas encadenadas como perlas. De nosotros depende ser selectivos y dar valor a esas piezas que, gracias a su brillo intenso, nos permiten tener una existencia más hermosa a la vez que significativa. Por ello, es necesario tener claro un dato muy concreto: ser selectivo no es ser egoísta.
Ganar en edad tiene muchas ventajas siempre y cuando, tengamos una mente abierta, intuitiva y que ha sabido sacar adecuadas conclusiones de las propias vivencias. Tarde o temprano, uno acaba dándose cuenta de que sobran cosas, de que nuestro equipaje personal arrastra un peso excesivo donde nos será imposible facturar esa maleta para continuar nuestro viaje a la felicidad.
Madurar es por tanto aprender a aplicar filtros psicológicos y emocionales. Quien se atreve a dejar ir ciertas amistades, ciertas relaciones, costumbres y determinados entornos, no peca de soberbia, al contrario, practica un fabuloso mecanismo de supervivencia. Algo que todos sabemos es que cuando somos muy jóvenes nuestro filtro relacional no tiene límites: somos receptivos a todo e intentamos impregnarnos de cualquier cosa que nos llega. Queremos experimentar, vibrar, emocionarnos…
Sin embargo, a medida que pasan los años y llegan las decepciones y los aprendizajes, entendemos que para tener una vida de calidad, “restar” personas, situaciones y actividades es necesario. Quedarnos con los que nos hace feliz es poder respirar en paz para seguir creciendo, para seguir madurando.
Alguien dijo una vez que el secreto de una vida feliz no está en correr muy rápido ni en subir muy alto. Está en saber saltar, en sortear altibajos, en encontrar refugio e inspiración en esas rocas del río de nuestras vidas donde se hallan los rincones más hermosos, las más sólidos y relucientes.
Las paradojas y los mitos del amor romántico
Cuando se habla del amor romántico, se suele añadir una nota de color que pone de manifiesto lo maravilloso que es. Por norma general, se habla de los beneficios de tener pareja, lo bueno que es que alguien te quiera y te comprenda a ese nivel. Está claro que tiene efectos positivos para la persona y para su vida en sociedad. Pero también hay que tener en cuenta que puede conllevar una serie de perjuicios para quien está en una relación de este tipo.
Tal y como se vive el amor romántico en la actualidad puede hacer que la persona renuncie a tener otras relaciones íntimas (aunque no sean de carárter amoroso). Además, se dan pérdidas de autonomía, independencia y libertal personal. Por otro lado, pueden aparecer las discusiones y los celos, o la percepción de que el otro no está dando en la pareja lo mismo que nosotros. Todo ello puede llevar a la destrucción del vínculo.
Las paradojas del amor romántico
El caso es, que el amor romántico, de la forma en la que lo entendemos en nuestra sociedad, está lleno de paradojas. Estas contradicciones crean una tensión considerable.
- Deseo vs. posesión: el caso es que, el deseo -no solo el sexual- desaparece como tal una vez que se ha satisfecho. Es decir, lo poseído se puede disfrutar pero no desear, que es uno de los motores del enamoramiento. Cuando encontramos obstáculos para consumar el deseo romántico, aumenta la pasión, mientras que disminuye si lo conseguimos de manera fácil.
- Altruísmo con la pareja vs. egoísmo biológico: socialmente se nos enseña que es necesario ser altruista con la pareja, de forma que nos sacrifiquemos por el otro y nos entreguemos totalmente. Esto choca con los mecanismos evolutivos que se centran en la búsqueda de placer y la maximización de las probabilidades de transmisión genética. Es decir, con nuestros instintos.
- Idealización vs. realidad: la idealización de la otra persona es uno de los pilares del enamoramiento, ya que supone la fuente de las expectativas de enamoramiento y del deseo de intimidad. El caso es que, a medida que se consolida una relación, esta idealización va desapareciendo, ya que vamos conociendo la realidad de la otra persona.
- Pasión vs. convivencia: es una de las contradicciones más conflictivas, ya que después de un tiempo conviviendo con una misma persona, la pasión va disminuyendo paulatinamente. Pero las normas socio-culturales nos dicen que tenemos que formar una pareja estable cuando sintamos pasión, y que esta perdure con el paso de los años.
- Compromiso vs. independencia: las personas queremos seguridad. Buscamos un compromiso de unidad y apoyo, y sentirnos exclusivos. Pero a la vez, queremos sentirnos autónomos y libres de ataduras, de forma que se mantenga nuestra independencia. Como podemos imaginar, compaginar ambas necesidades es difícil e influye de forma directa en la satisfacción con la relación amorosa.
- Fidelidad vs. deseo de novedad: los seres humanos tenemos impulsos que nos guían hacia lo novedoso, aunque esté prohibido tácitamente. Es decir, hacia la infidelidad. Con el paso del tiempo, nos sentimos atraídos por otras personas y esto choca de forma directa con la norma social de exclusividad sexual para el resto de la vida. Esta regla es totalmente cultural, ya que ni se da en las demás especies animales ni en todas las sociedades humanas.
¿Eres tú la que te pones los obstáculos de los que nace el miedo?
A veces, las dudas, las inseguridades, los miedos o la propia ansiedad ante el fracaso nos impiden avanzar. Son esos pequeños temores los que se vuelven grandes obstáculos en nuestro camino hacia lo que deseamos realmente. Con ellos no hacemos más que tropezarnos y obsesionarnos con la idea de que, hagamos lo que hagamos, vamos a fracasar.
Esto hace que nos obsesionemos con las posibles piedras del camino, en lugar de reconocer todo lo que llevamos recorrido. Produce que pensemos más en las amenazas que pueden aparecer que en las posibilidades que se abren ante nosotros. Nos dejamos llevar por nuestras inseguridades, en lugar de centrarnos en nuestras fortalezas.
Somos nuestra mayor amenaza en cuanto a la consecución de nuestras metas.Compartir
Jorge Bucay, en su maravilloso relato titulado “Obstáculos” nos habla de esta manía de perjudicarnos a nosotros mismos. Espero que disfrutes del cuento y reflexiones sobre él.
Obstáculos, un cuento de Jorge Bucay
Voy andando por un sendero. Dejo que mis pies me lleven.
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.
Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa.
Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso. Temo… dudo. Me enfado por no poder alcanzar mi meta de manera sencilla. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto… Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.
Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo.
Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos… Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo… y resisto.
Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado… descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños…
Me siento abatido… Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca… No dejaré que el muro impida mi paso.
Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire… De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.
Me recuerda a mí mismo… cuando era niño.
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: –¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?
El niño se encoge de hombros y me contesta: –¿Por qué me lo preguntas a mí?
Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras… Los obstáculos los trajiste tú.
¿Por qué nos ponemos nuestros propios obstáculos?
Nosotros ponemos nuestros propios obstáculos en el camino cuando nos obsesionamos con pensar en todo lo malo que podría ocurrir, cuando pensamos en el lado oscuro de un futuro improbable pero que hacemos real con cada pensamiento. Cuando el miedo nos domina y las dudas son tan poderosas que lo único que nos aportan es ansiedad.
Piensa que todos tropezamos en la vida, pero solo quien se rinde, incluso antes de empezar el camino, es aquel al que los obstáculos le han podido.Compartir
Nos ponemos los obstáculos, en cierto modo, como protección ante un posible fracaso. Son la excusa, el “ves, te lo dije”, cuando nuestros peores miedos se confirman y caemos en el camino o no logramos conquistar el reto en un primer intento.
También nos ponemos obstáculos porque tenemos miedo a la incertidumbre de lo que vendrá en el siguiente paso hacia nuestro destino. Así, preferimos resguardarnos a la sombra de lo malo conocido en lugar de buscar lo bueno que nos queda por conocer. Nos volvemos unos cobardes vencidos por nuestra propia imaginación, son nuestras ideas las que se vuelven obstáculos ante nuestro paso.
Por ello, acostumbra a tu mente a ver lo positivo de la realidad. El triunfo lo tienes asegurado cuando te esfuerzas, ya sea con el aprendizaje o con la consecución del propio logro. Por otro lado, si vuelves a tropezar, busca la belleza oculta detrás de cada sombra, detrás de cada obstáculo, porque al igual que las estaciones, las personas tienen la capacidad de cambiar. Recuerda que en esta vida sobrevive quien lucha y se esmera, no quien mira con miedo hacia lo que pueda venir.
Y, sobre todo, no dudes de tus capacidades. Vive la vida como mereces vivirla porque todos tropezamos, pero no son los tropiezos los que marcan la vida, sino los aprendizajes que sacamos de ellos. Sigue caminando y cuando te encuentres delante del abismo pregúntate si ese precipicio lo pusiste tú al cubrir tu camino de dudas. Y ahora, ¿vas a quejarte de los obstáculos que te pones en la vida, o a caminar con paso firme y sin miedo luchando por lo que quieres?
RECETA - ENSALADA DE FRIJOL CON CAMARONES
4 Porciones
Ingredientes
- 2 tazas de frijol bayo, cocido
- 1 taza de jitomate picado, sin semilla
- 1/3 de taza de pimiento amarillo, picado
- 3 cucharadas de perejil picado
- 1 taza de aguacate en cubos
- 2 cucharadas de aceite de oliva
- 1/2 cucharadita de comino
- 250 g de camarón mediano crudo
- 1/3 de taza de brotes de chícharo
Preparación
. Coloca una olla con agua a hervir con sal. Sumerge los camarones, cuécelos po un minuto y retíralos. Pélalos y resérvalos.
2. Mezcla los camarones con los ingredientes restantes. Salpimienta y sirve.
Si lo que te gustó fueron los camarones:
Si lo que te gustó fueron los frijoles:
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