En Japón se enaltece un arte tradicional de reparación de la cerámica denominada kintsugi, la cual consiste en reparar los objetos rotos usando un adhesivo muy fuerte rociado con polvo de oro. Como resultado, la cerámica no solo queda reparada sino que es más fuerte que la original.
En lugar de ocultar los defectos y grietas estos se acentúan y celebran pues añaden un nuevo nivel de complejidad estética y convierten a esa pieza en una obra única. Por eso, las piezas reparadas aumentan su valor, para los japoneses un objeto que se ha roto es más bello y valioso porque tiene mucho más que contar.
Si asumiéramos esta perspectiva en nuestra vida, si la aplicáramos a nuestras experiencias y problemas emocionales, podríamos convertirnos en personas más fuertes y resilientes.
La ansiedad: Una compañera de viaje inesperada e indeseada
La ansiedad es la antítesis de la serenidad, por lo que es comprensible que nadie quiera sentirse ansioso.
Esa difusa sensación de angustia, miedo y aprensión nos arrebata poco a poco cada instante de nuestra vida ya que nos impide disfrutarlos plenamente, manteniéndonos atrapados en el círculo vicioso que crea a nuestro alrededor la ansiedad. Por eso, muchas personas sienten que la ansiedad implica una lucha constante.
La ansiedad suele llegar sin previo aviso para convertirse en un compañero de viaje inesperado. Al inicio es normal que te resulte incómoda o incluso que la detestes con cada fibra de tu ser. Sientes que ha llegado para arruinarte, que te ha arrebatado a la persona que solías ser.
Si llevas mucho tiempo sufriendo ansiedad, es probable que esta ocupe cada molécula de tu cuerpo. Siempre está presente, te acompaña a todas partes, hasta el punto que te identificas plenamente con esa ansiedad.
Sin embargo, también eres muchísimas otras cosas. De hecho, de esa sensación desagradable pueden surgir muchas cosas positivas.
La ansiedad también tiene una naturaleza creadora, puede generar sensaciones, emociones y pensamientos que, bien utilizados, pueden nutrir tu personalidad.
Un trampolín para convertirte en una persona más fuerte y resiliente
Algunas personas sucumben a la ansiedad, otras se fortalecen. La diferencia no radica en las situaciones que han tenido que enfrentar a lo largo de su vida sino en la actitud que han asumido.
Es cierto que no siempre es posible desterrar la ansiedad de nuestra vida, es difícil eliminar una parte de lo que somos, sobre todo cuando se trata de una ansiedad rasgo.
Sin embargo, algunas personas aprenden a lidiar con esa ansiedad, a mantenerla bajo control e incluso la usan a su favor.
No cabe dudas de que una persona que logra dar un discurso, aunque tenga un miedo escénico enorme, tiene un gran coraje y una fuerza extraordinaria.
La misma fuerza que acompaña a quien se atreve a salir todos los días de casa para afrontar la vida, aunque su mente la bombardea continuamente con discursos de fracaso.
Es la fuerza que tienen quienes se atreven a escuchar sus emociones y sensaciones, en vez de intentar esconderlas.
Estas personas son conscientes de sí, conocen sus debilidades y no fingen que son invulnerables sino que luchan cada día por mejorar. Por eso, la ansiedad puede convertirse en el trampolín que te permita crecer y ser más resiliente.
Solo necesitas darte cuenta de todo lo que has logrado
La ansiedad es un miedo que se proyecta hacia el futuro, lo cual significa que su enemigo natural es el pasado. Ayer es historia, por lo que no te puede asustar ni generar ansiedad.
Por eso, una de las estrategias para sacarle el máximo partido a la ansiedad consiste en mirar hacia atrás con honestidad, sin el filtro del resentimiento, la nostalgia o el remordimiento, para que puedas ser plenamente consciente de todo lo que has conseguido.
Notarás que ese trayecto no ha sido “perfecto”. De hecho, es importante que te detengas en esos períodos más difíciles porque cuando todo iba mal y sacaste fuerzas para salir de ese agujero, fue cuando más creciste.
La certeza de que, pase lo que pase, podrás con ello, suele ser suficiente para enfrentar cualquier tipo de temor o ansiedad.