y la lobotomía que arruinó su vida para siempre
Muchos creen que las maldiciones existen y sin duda la familia Kennedy es la protagonistade una de las más grandes y certeras. John F. Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre, Robert Francis, del mismo modo que su hermano, años después. John en un accidente trágico de avioneta en 1999 junto a su esposa y su cuñada. Joe Jr. falleció en combate como piloto en 1944. Kathleen Kennedy en un accidente de avión en Francia y Rosemary, la Rosemary que pudo vivir sin prejuicios ni complicaciones, vivió toda su vida atormentada. Ningún Kennedy logró salvarse y a ella el destino le cobró muy caro pertenecer a la dinastía.
Oculta del mundo, Rosemary Kennedy nunca fue la hija predilecta de una de las familias más importantes del siglo pasado. La primogénita sufrió complicaciones al nacer después de que una enfermera obligara a su madre a apretar las piernas para evitar que saliera antes de que llegara el doctor. Rosemary luchó con todas sus fuerzas por respirar pero la enfermera contuvo su cabeza en la vagina por dos horas. A Rosemary le faltó el aire desde el primer instante que vio la luz y esto dañó irremediablemente su cerebro.
Rosemary es la segunda de derecha a izquierda
Rosemary había nacido para ser famosa, importante, codearse con personalidades de la alta sociedad, para brillar y casarse con alguno de los hombres más importantes del mundo; sin embargo, su destino no fue como lo imaginó. Sus padres, el acaudalado Joe Kennedy y Rose Fitzgerald, no soportaron tener una hija que sufriera retraso, aunque fue su poco conocimiento en partos lo que la posicionó como la vergüenza de la familia.
Aquellos padres que sufrieron con dureza los asesinatos del presidente John F. Kennedy y del senador Robert Kennedy, escondían el destino que ellos le depararon a su primogénita. Su desarrollo fue tardío, cuando era bebé apenas lloraba y mientras crecía le costaba sostener una cuchara o jugar con el resto de los niños. Estudió en el colegio St. Coletta, una institución para discapacitados, pero aún así sus padres proclamaban “tratarla igual que al resto de sus hijos”, las apariencias importaban y no había que eliminar de las metas la ascensión política que tenían pensadas para sus hijos.
Creció con proeza, se veía feliz, libre y galante. Era vanidosa, adoraba que la elogiaran, le gustaba nadar, caminar y jugar cartas. Le llamaban la hija “de la sonrisa perfecta”, pero permaneció en casa hasta los 16 años.Sólo cursó hasta cuarto de primaria, pero en la adolescencia tenía cambios de humor drásticos. Su familia siempre conservadora criticaba la figura de Rosemary cuando se atrevía a subir de peso. Nunca la dejaron experimentar su sexualidad, puesto que la familia consideraba que si tenía un embarazo no deseado, la familia sería mal vista.
Para su padre, el camino más sencillo fue hacerle un procedimiento quirúrgico y curar su trastorno mental: la lobotomía. Aunque Kathleen, hermana de Rosemary, investigó y supo los riesgos de la operación, nada importó. El doctor James Watts hizo dos huecos en el cráneo de Rosemary, insertó una espátula para desechar la materia frontal del cerebro mientras Walter Freeman, experto en el procedimiento, pedía a Rosemary que le contara historias para saber que la lobotomía resultaba adecuada. Cuando hizo el cuarto corte no hubo remedio que pudiera calmar la ira de la negligencia.
La hija de los Kennedy dejó de hablar para siempre sólo balbucear palabras como “bebé”, “mamá” y el nombre de su hermana más cercana, Eunice. Después del procedimiento, su inteligencia fue equiparable a la de un niño pequeño, sin poder mover sus extremidades. El rumor que esparció la familia es que se había ido a trabajar como maestra muy lejos para tener una vida privada. Su padre perdió el contacto con Rosemary por completo, sin siquiera acercarse a ella para cuidarla u ofrecerle una disculpa, su madre la vio 20 años después: cuando ella la vio, comenzó a golpearla y a emitir un grito extraño, tal vez un reproche por haberla abandonado cuando más falta hizo su presencia.
Fue ese momento en el que sus hermanos fueron a visitarla. Joseph Kennedy había muerto y la verdad salió a la luz. Sin embargo, la maldición familiar nunca dejó a los Kennedy.
