Es indiscutible que uno de los alicientes con los que cuenta nuestro país, para ser un atractivo destino turístico, es la gastromía. Donde esté una tortilla de patatas que se quite cualquier otro plato, con permiso de la pizza, claro. Pero fuera de los típicos tópicos ¿Qué es lo más les gusta a los extranjeros de la comida española?
Recuerdo una anécdota que contaba el padre de un amigo sobre su restaurante, especializado en arroces, que decía que cuando servían una paella a extranjeros en más de una ocasión habían pedido acompañarla con ketchup. Supongo que habrá fans de las mezclas imposibles, pero sin tener que recurrir a ellas, en nuestro país se come muy pero que muy bien, no en vano hay restaurantes en los que tiene que pedirse mesa con varios meses de antelación ¿Se sabe más allá de nuestras fronteras?
Las tapas
¿En qué otro lugar del planeta puede uno disfrutar de una porción de comida, gratis en muchas ocasiones, cuando pide una caña o un vinito? Las croquetas, la ensaladilla rusa, las aceitunas, las patatas bravas o el pincho de tortilla (por nombrar algunas), hay un sinfín de tapas que pueden llegar a convertirse en especialidad de la casa y encumbrar ese establecimiento a lo más alto de la gastronomía. Eso sí, imprescindible disfrutar de las tapas de pie, como mucho apoyados sobre la barra del bar.
¿Conocéis el origen de las tapas? Según dicen, el rey Alfonso XII entró a una taberna a tomar un vino de Jerez. Soplaba fuerte viento y se levantó una polvareda. El mesonero, viéndolo, puso una rebanada de jamón encima de la copa del rey, y cuando esté preguntó por qué lo había hecho, el mesonero respondió: "en defensa del vino, alteza". Al rey le gustó tanto la respuesta que pidió otra copa de vino acompañado de la tapa.
La paella
Este plato valenciano a base de arroz es conocido internacionalmente. La versión tradicional lleva pollo o conejo (o ambos), judías blancas y verdes y otras verduras, pero bajo el mismo nombre podemos encontrar también la mixta de mariscos, donde podemos encontrar una gran variedad de sorpresas entre el arroz: calamares, mejillones, almejas, langostinos, gambas o pescado, por ejemplo.
Para los más arriesgados comensales, la versión de arroz negro manchado por la tinta de pulpo es una delicia que vale la pena probar. Podríamos incluir también en este apartado a la fideuá, la variación que lleva fideos gordos en lugar de arroz, también muy sabrosa. Por supuesto, tanto la paella como la fideuá pueden acompañarse de ketchup, pero no os lo aconsejo.
El gazpacho
Nada refresca más, cuando el calor del verano está en pleno apogeo, a excepción tal vez de una ducha de agua fría, que un plato de esta sopa fría de tomate. Supongo que ello explica por qué este plato es oriundo de la región más meridional de la península ibérica, Andalucía, donde las temperaturas en verano pueden llegar a ser extremas.
Combinando el pepino, el ajo, la cebolla, el pimiento, el pan duro, el tomate y majándolo en el mortero con aceite de oliva, sal, agua y vinagre, se obtiene este delicioso plato que conquista todos los paladares. Cada verano, se celebra en Andalucía un Festival del Gazpacho donde los visitantes tienen la oportunidad de disfrutar en el plato emblemático de esta comunidad y de un espectáculo de flamenco tradicional.
El jamón ibérico
Piernas gigantes de jamón colgando en un bar de tapas locales es una de las imágenes que vienen a la mente cuando se piensa en España. Uno de los alimentos más preciados de nuestro país en todo el mundo, el jamón español, todavía se hace usando técnicas centenarias y etiquetados según la raza y la dieta de los cerdos. España cuenta con dos tipos diferentes de jamón: serrano e ibérico, pero en realidad hay muchas variaciones disponibles en todo el país.
También conocido como jamón reserva, jamón curado, el jamón serrano es un jamón curado usualmente en las sierras españolas a partir de diversas razas de cerdos blancos. El jamón ibérico, sin embargo, se elabora exclusivamente a partir de cerdos ibéricos negros que vagan libremente en las dehesas de robles del suroeste de España. El proceso para obtenerlo es complicado y tiene una duración de al menos tres años. Se clasifica en: jamón ibérico de bellota, jamón ibérico de recebo, jamón ibérico de cebo de campo y jamón ibérico de cebo.
La tortilla de patatas
Sin duda, uno de los pesos pesados entre la gastronomía española más apreciada por los extranjeros. Un plato que sirve tanto para el desayuno, preparado en bocata con un buen pan, como para el almuerzo o la cena, en la que estará deliciosa acompañada de una ensalada verde y unas aceitunas. Imposible no "toparse" con ella durante una visita a nuestro país, pues puede encontrarse en casi cualquier bar.
La tortilla es un plato que admite multitud de variantes. La más apreciada es la que lleva solamente patatas y huevos, con o sin cebolla, según el gusto de los comensales, pero las combinaciones son infinitas pues la tortilla admite casi cualquier ingrediente.
La fabada asturiana
Uno de los platos más populares de España, la fabada asturiana es un guiso suculento original de Asturias. La receta tradicional requiere fabes (una especie local de judías o frijoles blancos), chorizo, morcilla, pimentón ahumado y azafrán. Debido a su gran valor nutricional, se sirve durante los fríos meses de invierno, pero no es raro encontrarla en los menús de muchos restaurantes todo el año.
Alioli
Siempre he pensado que el alioli es una mayonesa con un montón de ajo. La verdad es que según Jamie Oliver, el alioli no es ni español, ni francés, ni siquiera italiano, sino que en realidad es originario de Oriente Medio ¿Le creemos?
Hay que ser muy atrevido para comer según qué receta de alioli, pero una vez que se prueba se convierte en totalmente adictiva. La receta es más que sencilla, sólo lleva ajo, aceite y sal, pero hay que ir con cuidado de que no se corte mientras la estamos preparando. Esta deliciosa salsa sirve para acompañar casi cualquier cosa: tortilla, pescado, patatas, carne, pan, de todo menos dulce.
Crema catalana
Muchos dicen que la crema catalana y la creme brulée francesa son la misma cosa, pero hay algunas diferencias pequeñas entre estos dos postres. Por ejemplo, la creme brulée se cuece al baño María y por lo general se sirve caliente, mientras que la crema catalana siempre se sirve fría y tiene como base una infusión de cáscara de limón y canela, en lugar de vainilla, siendo mucho más refrescante que su elegante hermana francesa.
Las dos son igual de deliciosas, pero como me encanta la canela, creo que no hay nada comparable a una crema catalana para un caluroso día de verano. Imprescindible servirla con azúcar caramelizado por encima, que al enfriarse se endurece y contrasta espectacularmente con la suavidad de la crema.