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EL PRACTICO CALEFACTOR DYSON HOT+COOL

Posted: 14 Nov 2014 06:00 AM PST
Dyson Hot Cool 1

Qué ganas tenía de que llegara el invierno y poder probar el calefactor Dyson AM05 Hot+Cool que, como su propio nombre indica, también es un ventilador, aunque debido a su pequeño tamaño, cumple mejor su primera función.
Ya desde que recibes la caja, te das cuenta de que no estás ante un calefactor cualquiera, ya que el embalaje está diseñado acorde con lo que encontraremos en su interior, que es un precioso calefactor de unos 60 centímetros de altura, con un diseño moderno en negro con detalles metálicos (también se puede encontrar en blanco) que encaja fácilmente en cualquier tipo de decoración contemporánea.
Dyson Hot Cool 2
 Dyson Hot Cool 2

El paquete contiene el calefactor en sí, la base del calefactor, que debemos montar siguiendo las sencillas instrucciones (también hay un manual de usuario), y también un mando a distancia con el que podemos controlar el aparato cómodamente desde el sofá o la cama.
El Dyson AM05 Hot+Cool está construido plástico ABS de gran resistencia, con un acabado mate muy agradable al tacto y a la vista, donde el polvo se nota muy poco. El detalle metálico lo encontramos en el anillo desde el que sale el aire, pero diría que no es realmente metal, porque no se calienta.
Dyson Hot Cool 4

Aunque ya conocemos el particular sistema de ventilación que utilizan los Dyson, no está de más recordarlo. Gracias a su tecnología Air Multiplier, expulsa hasta 28 litros de aire por segundo a través de una fina apertura en el aro, sin necesidad de aspas, lo que asegura ráfagas homogéneas (sin "olas" provocadas por las aspas), reduce el ruido y elimina el traqueteo y el riesgo inherente de las partes móviles.
Además, también es más fácil de limpiar (no hay grandes rejillas tras las que se acumule el polvo) y tampoco hay elementos térmicos visibles, por lo no hay riesgo alguno de quemadura y nos deshacemos también de ese desagradable olor a polvo quemado. Igualmente, cuenta con un sistema que hace que se detenga en caso de vuelco.

Su funcionamiento es muy sencillo. Simplemente elegimos una temperatura de funcionamiento entre 1 y 37 grados, y el aparato entrará en funcionamiento, ajustando la potencia (hasta 2.000W) y el flujo del aire hasta conseguir la temperatura deseada. Esto es algo que me gusta especialmente, ya que a medida que se acerca a la temperatura deseada, va disminuyendo la potencia, hasta que se para. Luego, si la temperatura baja, se vuelve a encender, pero a menudo de forma casi imperceptible.
Complementariamente, tanto desde el mando a distancia como desde el propio calefactor, también podemos ajustar la potencia como ventilador, desde un flujo de aire muy suave hasta uno apto para hacerte creer que vas en un descapotable con la melena al viento.
Dyson Hot Cool 6


Por supuesto, el Dyson AM05 Hot+Cool tiene una función giratoria, para distribuir el calor de forma uniforme por la habitación, y también podemos inclinarlo hacia arriba o hacia abajo, en función de nuestras necesidades. Como último detalle, el mando a distancia tiene un imán, para que podamos dejarlo en la parte superior del aparato cuando no estemos usándolo, y así no lo perderemos.
Como veis, estamos ante un magnífico calefactor, que no sólo presenta un diseño y acabados muy superior al del resto que podemos encontrar, sino que lo acompaña una tecnología a la altura. En casa, que suelo pasar bastante frío porque tengo ventanas antiguas y grandes espacios abiertos, ha supuesto un gran cambio frente a nuestro calefactor cerámico, que tenías que tenerlo muy cerca para notar el calor..
En el otro lado de la balanza, es importante reseñar que no es tan silencioso como imaginaba. Quiero decir, que ni traquetea, ni hace ningún ruido propio como otros, es simplemente que el aire hace ruido al salir a cierta velocidad del anillo.
Dyson Hot Cool 8


La otra pega, por así decirlo, es su precio: 387 euros en Amazon. No es que me parezca caro, porque cuando uno está ante un producto con un acabado tan cuidado y con tanta tecnología detrás, entiende su precio.
Es simplemente que es bastante dinero por un calefactor, aunque si estás buscando diseño y calidad, es sin duda la opción adecuada. Además, no hay que olvidar que funciona como ventilador en verano gracias a su potente flujo de aire, así que es un dos en uno.

La cantante Paloma San Basilio nos abre las puertas de su casa madrileña

ACABA DE PUBLICAR UN LIBRO
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En cada rincón hay una parte de su vida. Recorremos junto a Paloma San Basilio su casa madrileña. La cantante acaba de publicar La niña que bailaba bajo la lluvia (Ed. Aguilar), que no es una autobiografía al uso, pero sí un recorrido personal de vivencias, sentimientos y aventuras profesionales que Paloma ha querido compartir con sus seguidores. Lleva toda su vida cantando, aunque según dice fue “más una cuestión del destino que una decisión meditada. Lo hacía desde niña, pero no pensaba que me pudiera ganar la vida porque yo estudié Filosofía y Letras”. Una carrera en la que se matriculaban las chicas de clase media hasta que se casaban. “Si hubieran tardado mucho en darme trabajo en esta profesión hubiera buscado otra cosa, porque tenía que ganarme la vida como fuera”, asegura.
Portada del libro 'La niña que bailaba bajo la lluvia'Portada del libro 'La niña que bailaba bajo la lluvia'
No siguió las reglas establecidas de aquellos tiempos. Tuvo a su hija Ivana a los 20 años, se casó con el padre de la niña porque así tenía que ser y, como era natural, se separó porque el proyecto de vida era muy diferente. Proclama la maternidad deseada, consciente y el orden de prioridades que debe regir en este aspecto. “Los niños tienen que ser queridos, deseados, cuidados, protegidos, esa es la sociedad que quiero”. 
De lo que más se siente orgullosa es de su hija, pero también ha llorado mucho por ella. “Nos pasa a todas las mujeres que trabajamos fuera de casa. He sufrido mucho por esas carencias que ella sentía. Hemos llorado las dos. Ella por mi ausencia y yo por lo mismo. Era complicado para Ivana entender que mamá se marchaba, aunque por supuesto en cuanto terminaba de cantar y sin dormir me volvía para estar con ella cuando se despertara”.
Con la adolescencia terminaron los desencuentros filiales y los reproches. “Mi hija es una mujer responsable, inteligente y con unos principios éticos que son los que ha visto en casa. Tuve la suerte de que mis padres vivieran conmigo y que Ivana recibiera ese ejemplo. Cuando la veo ahora me doy cuenta de que lo he hecho muy bien, aunque a veces pensara que no era así”.
Fotos y recuerdos
Recorre la casa y enseña esas imágenes familiares, sus cosas, sus talismanes: un clavicordio que recibió como herencia, un bolso de plata que descansa sobre la cómoda. Antigüedades como un reloj y dos espejos -regalo de Capi, su pareja-, dispuestos en la entrada de la casa, o una estantería con algunos de los premios, un cuadro que refleja una Sevilla nocturna, una pequeña escultura en forma de paloma con la firma de José Luis Perales, el Grammy a su carrera…
Paloma San Basilio, en un instante de la entrevista Paloma San Basilio, en un instante de la entrevista
En este sentido no es una artista al uso que muestre sus logros por todas partes. No hay discos de oro ni de platino ni de ningún tipo colgados en las paredes. “El Grammy sí, porque fue emocionante ese reconocimiento”, dice. Lo que abunda son marcos de fotos donde aparecen imágenes de sus padres, hermanos, primos y, por supuesto, Ivana y los nietos. Una familia muy unida y con la tragedia muy presente. Uno de sus hermanos y su mujer murieron en un accidente de aviación y tiempo después falleció otro de sus hermanos. “No se supera, lo que el tiempo hace es que te acostumbras a vivir con ese dolor”.
Su casa es un reflejo de sus vivencias. Espacios amplios con mucha luz y ventanales que dan a un jardín donde cada planta, cada árbol, tiene su historia. Los rosales son un homenaje a su madre, la hiedra de colores que rodea la parcela dibuja el otoño, el castaño de indias “marca las estaciones y es lo primero que veo cuando me levanto” y orquídeas por todas partes, dentro y fuera. “Es mi flor preferida. Las cuido, las mimo, las hablo y por supuesto las canto”. En el jardín pasa mucho tiempo incluso en invierno, en esos días soleados tan agradables recuerda la época en la que tenía casa en México. Sofás de hierro forjado con tapicerías y almohadones coloristas. Un ambiente relajado para leer, escuchar música, escribir.
Los años más duros
Después de su primer libro, La niña que bailaba bajo la lluvia, tiene ya otra obra literaria de la que no quiere hablar mucho. “Es una novela ambientada en el sur, durante la guerra y con unos personajes que tienen un pasado. Y ya no digo más”. Su vida sentimental y personal ha sido discreta igual que su trayectoria vital. “Mi intimidad es solo mía y no solo hay que preservarla, sino cuidarla. Así me lo enseñaron. Mis padres han sido referente y el ejemplo para mí y mis hermanos. Éramos una familia muy unida y donde nunca se ha gastado por encima de nuestras posibilidades. No salíamos de vacaciones porque no había dinero”, asegura.
Paloma Barrientos y Paloma San Basilio charlan sobre su libroPaloma Barrientos y Paloma San Basilio charlan sobre su libro
Cuando se le comenta que la imagen que ha dado siempre es de una mujer sin problemas económicos se ríe. “Lo cuento en mi libro. Yo empecé sin tener un duro y cuando Valerio Lazarov me dijo que me quería para un especial de televisión no tenía ropa. Había unos zapatos que teñí tres veces, una faldita y un fular que lo coloqué cruzado y lo convertí en traje. Y con mi hija igual. Ivana tenía unas chaquetitas de punto monísimas que primero eran abriguitos y según iba creciendo se convertían en tres cuartos. He trabajado muchísimo y fui haciendo hucha. Un año hice 130 actuaciones y me volvía para ahorrarme el hotel. Todo lo que tengo es fruto del esfuerzo y el trabajo. Ahora que la corrupción está incrustada en la sociedad, recuerdo cómo mi padre, que era economista, nos decía que si tenías cuatro no podías gastar cinco y eso es lo que he hecho toda mi vida. Lo que no puede haber es impunidad, que no pasa nada y que se puede robar a manos llenas. La sociedad se tiene que regenerar”.
Paloma tiene una vida tranquila y está muy satisfecha con lo que ha conseguido tanto en su parte afectiva como laboral. Hace un año anunció que dejaba de cantar y que se dedicaría a otras actividades como pintar, escribir, viajar y sobre todo pasar más tiempo en Los Ángeles, donde viven su hija y sus nietos. Como el título de la película de James Bond, ella hace suya la frase de Nunca digas nunca jamás. “La música es mi vida, pero quise establecer esa distancia y no sentir la obligación de tener que sacar un disco, hacer promoción, firmar galas. Ya no quiero vivir esa presión”. Se considera una mujer equilibrada, apasionada que mantiene la ilusión por el aprendizaje.Le encanta la física y hasta podría haber sido ingeniero nuclear. “Si ahora tuviera 20, seguro que lo habría intentado. Me apasiona y leo temas relacionados con esta materia. Sí, sigo bailando bajo la lluvia”, concluye.

Los venecianos huyen de Venecia

AA
58.000 personas viven actualmente en Venecia, una cantidad parecida a la que habitaba en la ciudad italiana tras la gran peste de 1438. Una cifra que disminuye cada año debido al turismo masivo. Un éxodo de los verdaderos venecianos, que huyen de las masas de visitantes que llegan cada día y que están destruyendo la ciudad de los canales. Antes que acabar con Venecia acabarán con sus ciudadanos y sus costumbres, ya en peligro de extinción.
Un problema que analiza El síndrome de Venecia, ganador del premio al Mejor documental en el Urbanfestivaltv que ha tenido lugar esta semana en La casa encendida. Un filme que analiza cómo el turismo sin control está llevando a Venecia a convertirse en una versión de Eurodisney, como critica su productor Valerio B. Moser.
El documental 'El síndrome de Venecia' analiza las consecuencias del turismo masivo desde el punto de vista de sus habitantes, que se ven obligados a huir de la ciudadEn los últimos años han sido muchas las noticias que han surgido debido al problema de los grandes cruceros que llegan a la ciudad. Mastodontes que transportan a 6.000 personas dispuestas a arrasar con Venecia. Pero como confiesa Mosser a El Confidencial, estos barcos son “solo la punta del iceberg”.
“Venecia siempre ha tenido una gran tradición con el turismo, desde el siglo XVI, por eso la solución no es prohibirlo, sino encontrar una forma sostenible desde el punto de vista de los habitantes. La ciudad se está destruyendo, y la política sobre el turismo tiene que cambiar drásticamente”, critica.
El documental da voz a los verdaderos afectados por: los venecianos. Gente de a pie que se ha visto obligada a huir de su ciudad. Sólo tienen dos opciones, salir corriendo o intentar lucrarse de la situación. Para sus habitantes el problema es claro: la permisividad de los políticos, que han antepuesto los intereses económicos, a los de sus ciudadanos. Sin ir más lejos, Venecia vendió en 2010 su central de correos, un edificio emblemático, a la marca Benetton.
Sus ciudadanos no reconocen a la Venecia actual. “Siempre ha sido una ciudad de mercaderes, pero ahora el mercantilismo lo domina todo. Venderían a sus madres si pudieran”, cuenta a cámara una de las afectadas. Una anciana que explica que tiene que salir a las dos de la mañana de casa para poder disfrutar de la Plaza de San Marcos sin su habitual bullicio, su ciudad ahora está llena de "salvajes".
La presión de los lobbies
El productor de El síndrome de Venecia admite que la inacción de los políticos está condenando a muerte a la ciudad, que terminará convertida en un museo al aire libre si nadie lo evita, pero cree que uno de los principales problemas es la presión que los lobbies ejercen en los cargos públicos.
En los últimos 30 años ha habido diferentes lobbies que se han vuelto muy fuertes y que tienen mucha influencia en la vida política del país. El principal problema es que el poder económico está condicionando al poder político de forma masiva“Los venecianos siempre quieren hacer las cosas a su manera, y el problema es que en los últimos 30 años ha habido diferentes lobbies que se han vuelto muy fuertes y que tienen mucha influencia en la vida política del país. Así que si eres un político y quieres cambiar algo su presión es tan fuerte que aunque haya buena voluntad no es posible, creo que el principal problema es que el poder económico está condicionando al poder político de forma masiva”, cuenta Valerio B. Mosser.
Los grupos de presión a los que se refiere el productor del filme no son sólo grandes empresas con poder económico como las de los cruceros, sino también pequeños colectivos que se ven beneficiados por el turismo masivo, como los gondoleros. “Son solo 60 o 70, pero son esenciales para el turismo en Venecia. Si, por ejemplo, ellos dicen: quiero más turismo, ellos tienen el poder”, aclara.
Otro de los problemas que ha conllevado el turismo masivo es laespeculación inmobiliaria. El precio de la vivienda en Venecia ha alcanzado cifras que muy poca gente se puede permitir. El documental da un precio escandaloso: 12.000 euros por metro cuadrado. Para comparar, una vivienda en el centro de Madrid tiene un precio de 3.650 euros por metro cuadrado.
Un crucero llega a veneciaUn crucero llega a venecia
Además el gobierno no pone medidas a esta especulación, permitiendo que el mercado se autorregule. Esto ha contribuido al éxodo de sus habitantes, ya que si no tienen una casa comprada acaban yéndose a otras partes de Italia, especialmente la gente joven, que como se dice en el documental “no tienen futuro, o venden figurillas de cristal en la plaza o se van”. O vivir del turismo o escapar. No hay otra opción para una ciudad que recibe más cruceros al día que Nueva York.
Una dictadura económica
Hay que preguntarse dónde está el límite entre el interés económico y la preservación del entornoEl síndrome de Venecia da una visión pesimista de la ciudad. Un lugar abocado al fracaso y a suautodestrucción, ya que tampoco se protegen sus edificios, que viven con el riesgo permanente de derrumbe debido a la contaminación del agua de sus canales, que reciben los residuos de las casas al no existir un servicio de alcantarillado.
La visión de Valerio B. Mosser no es mucho más halagüeña: “ Cómo no ser pesimista… La película nos da unos puntos sobre los que reflexionar, pero no sólo sobre Venecia. Nos hace pensar en cómo se puede incrementar la riqueza sin destruir los objetos con los que estás construyendo esa riqueza. Hay que preguntarse dónde está el límite entre el interés económico y la preservación del entorno”.
Protesta por el medio ambiente en veneciaProtesta por el medio ambiente en venecia
De momento lo que interesa en Venecia es seguir haciendo dinero, a pesar de que sus ciudadanos, los pocos que quedan, sigan movilizándose pidiendo justicia y que les dejen vivir a gusto en un lugar que, como dicen al final del documental, “ya no es una democracia, sino una dictadura económica”.

QUE LOS QUE PUEDEN QUIERAN

Joan Manuel Serrat: "Tratar de estar a la moda es llegar tarde"


El cantante catalán, cuyas canciones forman parte de la banda sonora de este país, celebra cinco décadas de carrera rodeado de amigos y haciendo balance vital.

Joan Manuel Serrat
Serrat se obliga a trabajar a diario. «Tengo que robar tiempo al día para recopilar mis anotaciones».
Foto: Jordi Socías
Quien no sepa cantar lo que va detrás de «qué le voy a hacer si yo…» y no conozca a ninguna Lucía o Penélope nacida a partir de los años 70 tiene una cuenta pendiente con Serrat. El cantautor, que ha despertado lagrimales por el mundo y cuyos temas se han convertido en himnos a lo largo de medio siglo de profesión, conserva, a sus 70 primaveras, ese aspecto de hombre despistado pero centrado en la tierra. El día 4 publicaAntología desordenada, donde ha vuelto a grabar con grandes compañeros 50 de sus temas favoritos.
¿Cómo ha seleccionado las canciones? 
Hacer una antología siempre es difícil, y más si el único condicionante es que fueran 50. Cada persona tendrá su propia selección y seguro que echará de menos algunos temas. Lo lamento, porque me hubiera gustado que fuera una antología consensuada.
¿Con cada fan? 
Sería lo suyo, pero es imposible. Al seleccionar los duetos sí ha habido una razón por la que he llamado personalmente a cada artista para proponerle su canción. Su colaboración ha sido fundamental.
Bueno, algunas ya estaban grabadas…
Sí, las que soy incapaz de mejorar, como el dúo con Mina, Mercedes Sosa o el directo con Miguel Ríos, Ana Belén y Víctor Manuel.
En el tema con Paquita la del Barrio se echa de menos un «Me estás oyendo, inútil», tan característico de ella. 
[Ríe] He escrito de nuevo la letra de No hago otra cosa que pensar en ti para Paquita, porque no tenía sentido que su personaje interpretara la original. Igual podría haberle apretado un poco más, pero los días que grabamos ella estaba pasando por un momento familiar difícil y bastante hizo.
El cantante Dani Martín ha dicho que cantar con usted y con Sabina ha sido como comerse un tripi. Para usted, ¿qué es comerse un tripi? 
Algo que forma parte del pasado y que está muy lejos de mi alcance. Este trabajo no es tan tripero como artesanal, ha requerido muchísimo tiempo. Y para eso hace falta estar cargado de ilusión y fuerza. A veces, uno encuentra respuestas desalentadoras a sus ilusiones y hay que tirar, seguir y acabar. Cuando terminé la última mezcla pensé que, si lo hubiera sabido al principio, no lo habría empezado. Pero, afortunadamente, uno no conoce las exigencias de un proyecto.
Parece que le ha dado muchos disgustos. 
Ha habido algunos desencantos que conllevan este tipo de trabajos tan solitarios y exigentes. Lo he pasado bien, pero yo no disfruto demasiado dentro del estudio. Lo hago componiendo y cantando en el escenario.
¿Ha sido el disco que más tiempo ha tardado en grabar?
Sí, un año. A pesar de que eran canciones ya escritas, las he estructurado de nuevo. Deben llegar a las personas sin dificultad, para que escuchar a Pablo Alborán en catalán no resulte algo extraño.
¿Es importante que Alborán cante en catalán? 
Pregúntaselo a él [ríe]. Sí. Lo escogí para Paraules d’amor porque me parecía importante que interpretara este himno que la gente usa en bautizos, comuniones, bodas y entierros. Para mí es fantástico que lo haga un chico joven y trabajador como él. Y que se atreva a dar un paso así en vez de dar otro más facilón.
Joan Manuel Serrat

Foto: Cordon Press
¿Qué ha sido lo mejor y lo peor de estos 50 años? 
Lo mejor: estar vivo, aquí y feliz con lo que tengo. Y no es que no haya tenido momentos complicados, es que sin ellos tampoco estaría ahora contigo.
A usted siempre se le ve de buen humor, ¿cuál es la fórmula?
No lo estoy siempre. Soy un hombre casado [ríe], con varios hijos y un oficio complicado, que es muy exigente y competitivo. El mal humor me lo provoca mi propia inseguridad, y mi receta es buscar la seguridad para combatirlo, porque es muy mal compañero para uno mismo y para los que están a tu lado.
¿A estas alturas la música le sigue pareciendo un mundo competitivo?
Ahora que se cultivan tanto los valores juveniles con independencia de los valores en sí mismos sí resulta competitivo. De alguna manera no es que esté por encima, pero lo miro con una cierta tranquilidad.
Revisando fotografías de su trayectoria se aprecia que no ha renunciado a ciertas prendas que han estado de moda en su momento, como los pantalones de campana o las parkas. 
Pero no habréis encontrado ninguna foto mía embarazado como la chica tan guapa de vuestra portada de hace dos semanas [ríe]. La moda tiene un punto de eventualidad que es complicado si se depende de ella tanto en el vestir como en tu oficio. Tratar de estar a la moda es llegar tarde. Yo he procurado andar cómodo por la vida y ahora no me quito las Crocs.
Pero no niegue que ha llevado camisetas ajustaditas… 
Sí, sí, pero ahora no podría ponérmelas [ríe].
Parece coqueto. 
¡Mucho! Pero uno tiene que ajustar su coquetería a sus posibilidades. Cuando tienes aspiraciones que lo superan, sufres, y yo prefiero renunciar a mi coquetería a penar.
¿Ha guardado alguna prenda a lo largo de los años? 
Muchas, pero la que atesoraba con mayor cariño se me perdió. Era una bufanda del Barça que tenía desde los años 60. Un día, yendo al fútbol con mi nieta, la perdí. Me siento huérfano de esta prenda. No hay partido que no la recuerde. Hice varios llamamientos en los medios para recuperarla, pero nadie se enterneció.
¿Y algún hijo le ha quitado algo suyo?
Pues igual sí, porque mis hijas han rapiñado por donde han podido. Yo tengo el armario abierto.
Decía ayer una señora mayor en un programa de la radio que había bailado poco porque no le gustaba, pero que había leído mucha poesía porque era el sol de la vida. Usted también baila poco, ¿no? 
Cuando lo he tenido que hacer ha sido porque detrás del baile había otra cosa y era un peaje que debía pagar para llegar a otro sitio [ríe]. Me hubiera gustado saber bailar. Me encanta ver danza y a la gente bailando, pero soy muy torpe moviéndome. Sin embargo, la poesía sí ha sido irrenunciable para mí por la capacidad que tiene para evocar una imagen en pocas palabras. Me provoca sentimientos de una profunda envidia descubrir estas cosas en un poema. Me encantaría encontrar esa esencia.
Pero si usted también lo logra... 
Sí, a base de trabajar [ríe]. Todos los poetas estamos condenados al castigo divino de sentarnos, trabajar, tener talento y… ¡esperar a que acuda la inspiración!
¿Se obliga a escribir?
Claro. Tengo que robar tiempo al día para recuperar notas que llevo por todos los bolsillos. Y siempre voy con mis libretas. [Se palpa la americana y saca una milimétrica]. ¡Nunca se sabe qué hay que apuntar!
¿Cómo se educa en la poesía? 
A mí me llevó hasta ella el amor. Pero no hacia la literatura, sino hacia una mujer. Empecé a leer poesía a los 19 años con una novia que tuve en la universidad. Traía libros y leíamos juntos…
¿Y a sus hijos? 
Mi hija Candela es actriz, y en la universidad la lectura no le interesaba nada. Pero cuando comenzó con el teatro la descubrió y le abrió el camino a la pintura, al cine en blanco y negro, etc. Es la vida la que te lleva. Vivir en un ambiente determinado ayuda. Uno aprende de lo que ve en su casa. El mejor ejemplo no son las palabras, son los comportamientos. Pero aprendes de lo que vas desarrollando como persona. No hay fórmulas. Bueno sí, en química.
Joan Manuel Serrat
Serrat con Sabina
Foto: Cordon Press
Usted que sufrió la censura franquista, ¿cree que en al actualidad hay? 
Pasamos de la química al teorema de Lavoisier. La censura ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Ahora gestos, comportamientos y discursos que no están bien vistos por el poder caen en listas negras.
¿Listas negras hoy en día?
¡Claro! Constantemente. Ha pasado y pasa, cuando una ideología controla la vida pública. Y siendo el país que somos, no uno maduro en el que la pluralidad sea compartida como una riqueza en vez de como un enemigo, esto seguirá existiendo.
¿Y la gente de esto no se entera? 
Ahora vivimos en una situación de acoso y derribo personal tan grande que bastante tienen con tratar de organizarse mínimamente para no sentirse en la soledad más absoluta, abandonada por sus dirigentes, que son sus representantes en la Tierra. Mientras exista una línea editorial en un lobby con radios, periódicos, etc., se responderá a una ideología. Y es la del amo que tenemos.
¿Y qué puede hacer un artista?
Pues contestar cuando le preguntan. Yo solo estoy dando mi punto de vista, no quiero pontificar. El artista no está obligado nada más que a ser honesto con su arte, hacerlo lo mejor que pueda. También es bueno que no viva de espaldas a su tiempo, ni a su mundo ni a su vecino. Aunque al tratar de hacer bien las cosas ya hay una implicación.
Pero se les tacha de estar en un bando o en otro. Después de la campaña de Zapatero, ningún artista se ha vuelto a manifestar a favor de un partido en público. 
Si no se ha repetido no es tanto por el vapuleo injusto que se sufrió por parte de un partido determinado y sus voceros, sino porque hubo un desengaño. La gente le entregó al PSOE su posicionamiento público y después no se sintió respaldada.
¿Fue su caso? 
Mira, yo soy mayor [ríe]. Pero sí. Yo no me sentí satisfecho con el último gobierno socialista, especialmente con el presidente del Gobierno.
¿Cómo es la España que sueña?
Como la quieran los españoles. Seremos lo que queramos ser, y para esto tenemos capacidad. Me gustaría vivir en un pueblo rico cultural, política y económicamente. Con una gente respetuosa con pensamientos ajenos, capaces de pelear porque el prójimo pueda defender lo que piensa. Con una tierra en la cual el trabajo sea valorado como una aportación definitiva del hombre al progreso. Con que estemos en manos de los hombres y no de entelequias como los mercados. No solamente sueño, sino que trato de colaborar dentro de lo posible. Intento acercar la realidad a este mundo virtual, que no por ser utópico es menos lugar de referencia.
¿Y cómo le explicaría a un chaval lo que está pasando con Cataluña? 
Me encantaría que me lo explicara él, sabría sintetizarlo mejor. Lo que ocurre en esta historia, que aquí vivimos de una forma tensa, pasa mucho por las vísceras y poco por el razonamiento. Por eso un niño lo haría mucho mejor.
¿Qué tiene Palafrugell, donde compuso Mediterráneo?
Allí nació Silvia Pérez Cruz. Es una tierra donde se produce el mestizaje de todas las músicas que baña ese mar de una manera natural. Silvia lo lleva en la vena. Y va a crecer muchísimo.

HIROSHIMA - LA MIRADA DE ESTA NIÑA NO DEJA INDIFERENTE

Esta niña no estaba lo suficientemente cerca como para haber muerto debido a la explosión pero sí lo suficiente como para que sus pupilas se abrasaran por el calor de la detonación.
ojos hiroshima

En 1945, el recién elegido presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, ordenó atacar las ciudades japonesas De Hiroshima Y Nagasaki con sendas bombas atómicas.
Ha sido la única vez en la historia de la humanidad que se han usado bombas atómicas e irónicamente ha sido por parte de la primera potencia mundial, los Estados Unidos… sí, ese país que inició la guerra en Irak para buscar armas de destrucción masiva ya que eso era inaceptable. Osea, estos no las pueden tener pero nosotros sí y podemos hacer uso de ellas cuando consideremos necesario.
El “señor” Harry S. Truman se cargó de un plumazo a 140.000 personas en Hiroshima. Ya sabemos que a nuestros líderes y tiranos repartidos por la faz de la tierra les interesa muy poco la vida de los civiles en tiempos de guerra pero autorizar un asesinato masivo de este tipo ya es pa´nota.
La mortífera y devastadora bomba atómica que los americanos soltaron en Hiroshima tenía nombre: Little Boy(‘Niño Pequeño’)… encima ironía hasta para ponerle el nombre.
En dos kilómetros a la redonda del lugar de la detonacion no quedó nada en pie y todo ser vivo murió de forma instantánea. El inmenso calor que se desprendió de la bomba de uranio carbonizó al instante los cuerpos de miles de personas dejando en el suelo su sombra carbonizada:
sombra hiroshima
en algunas fotografías de la ciudad de Hiroshima tras la bomba atómica se aprecian unas curiosas manchas en la parte posterior de algunos objetos, un rastro conocido por lo expertos como sombra nuclear, situado justo en la parte donde la radiación no afectó directamente. Por lo visto, también se encontaron sombras nucleares de personas, aunque de los cuerpos no quedó ni rastro, puesto que la bomba los desmaterializó instantaneamente. 

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LA SAL DE LA TIERRA










Publicado el 17/9/2014
Durante los últimos 40 años, el fotógrafo Sebastião Salgado ha viajado por los cinco continentes siguiendo los pasos de una humanidad en constante cambio. Ha sido testigo de algunos de los acontecimientos más destacados de nuestra historia reciente: conflictos internacionales, hambrunas y éxodos. Ahora se ha embarcado en el descubrimiento de territorios vírgenes con flora y fauna salvaje, y de paisajes grandiosos como parte de un gigantesco proyecto fotográfico que es un magnífico homenaje a la belleza de nuestro planeta.

Juliano, el hijo de Sebastião Salgado, estuvo con él en sus últimos viajes y nos revela su vida y su obra junto con Wim Wenders, que también es fotógrafo.

Escrita por Juliano Ribeiro Salgado, Wim Wenders y David Rosier y dirigida por Wim Wenders (Pina), y Juliano Ribeiro Salgado

La película está protagonizada por Sebastião Salgado y narrada por Juliano Ribeiro Salgado y Wim Wenders.